Un nuevo paso en el fomento de las nuevas tecnologías para la salud dio este año la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO. El organismo estatal lanzó el programa Salud+Desarrollo con el fin de facilitar «la coordinación con los prestadores de salud, particularmente de la salud pública», indica Aisén Etcheverry, gerenta del programa Salud+Desarrollo de CORFO.

El consejo directivo, compuesto por Katia Trusich, Jaime Burrows, Jeanette Vega, Jorge Jiménez, Alfredo Schönherr, Claudio Hetz y Patricio Feres, ha sido fundamental en la creación de esta iniciativa.

Indica que «el diagnóstico que hemos hecho reveló que existe una alta desconfianza entre prestadores y proveedores y que, por lo tanto, es muy difícil el desarrollo de buenas soluciones y luego su adopción por el sector». Con el fin de subsanar esa desconfianza, «estamos apoyando iniciativas innovadoras, que pueden ir desde aplicaciones hasta modelos de gestión, pero donde el prestador de salud y la empresa desarrolladora participan coordinadamente y son parte del proyecto», agrega.

La finalidad de los programas estratégicos de CORFO es la de ordenar el fomento que se entrega y coordinar las iniciativas. «En el caso de Salud+Desarrollo, lo ejes que han sido definidos son los de interoperabilidad, formación de capital humano, fomento a la innovación (donde entran los nuevos desarrollos e investigación en áreas que van desde el monitoreo remoto de pacientes hasta el uso secundario de datos), e internacionalización de la industria de tecnologías en salud».

El desafío de la coordinación

El programa aspira a la conseguir la coordinación con los prestadores de salud, en especial los de la salud pública. Según los diagnósticos que CORFO hizo del sector, actualmente hay desconfianza entre prestadores y oferentes tecnológicos.

Los proyectos serán del tipo concursables, algunos en llamados especiales y en coordinación con el Ministerio de Salud y Fonasa, universidades nacionales (Universidad de Chile, Concepción, Valparaíso) y centros de tecnología como el MIT y Heidelberg. Cabe señalar que a nivel mundial el área de tecnologías en la salud tiene un crecimiento cercano al 20% anualmente. Aisén Etcheverry resalta que países que han hecho apuestas similares, como Canadá e Irlanda, han tenido impactos relevantes en su economía.

«En el caso de Canadá, asociado al cluster de e-health se han creado más de 10.700 nuevos empleos. Un adecuada solución tecnológica requiere de equipos que los desarrollen y también de equipos que los implementen y mantengan ‘vivos'». Agrega que «mejorar la coordinación y el capital humano mejorará la productividad y eso, a la vez, generará nuevos y mejores empleos».

El programa que lidera su gerenta Aisén Etcheverry quiere que las empresas sean buenos proveedores para que se consiga la interoperabilidad de los sistemas y que estos sean de clase mundial. De este modo, podrá ser exportable.

En síntesis, debe existir una combinación entre «conocimiento de la tecnologías, conocimiento de los procesos clínicos y necesidades y, por último, confianza y coordinación entre oferta y demanda. Esos son los factores que hacen hoy exitosas a las empresas de tecnologías en salud y eso buscamos potenciar con el programa», pero sin dejar de lado que el sector salud debe ser capaz de comprar lo que de verdad necesita y de implementar esas tecnologías.

 

Fuente: El Mercurio