La situación que se vive en Salud actualmente no constituye un ejemplo de buena gestión. Si bien se mantiene una atención razonable al público, en casi todos los aspectos del sistema cunden las noticias que revelan poca coordinación, desfinanciamiento o, simplemente, mala gestión. Ahora se ha conocido un análisis del sistema AUGE que acusa serias dificultades también en esta área. Según el estudio realizado por un ex superintendente de Salud del primer gobierno de Michelle Bachelet, las externalidades que ha provocado el AUGE han impactado en el endeudamiento de los hospitales públicos, que alcanzó una cifra récord el año pasado. En el ministerio se asegura que hay dinero para atender a los pacientes, pero el análisis detallado de las cifras indica que su atención deja un déficit cercano a los 120 mil millones de pesos por año.

Según lo informado por el ex superintendente Manuel Inostroza, el cálculo original del AUGE era cercano a las 3 UF anuales por cada beneficiario del sistema, pero el aumento de los costos en salud supera ampliamente al IPC, por lo que se ha debido ir reajustando y ya supera las 4 UF. Pero, además, se ha elevado la cobertura desde 56 enfermedades a 80, lo que implica costos aún mayores. La forma en que se ha administrado este sistema puede ser la causa no solo del gran endeudamiento de los hospitales, sino también de las listas de espera, cuya duración en el tiempo supera cualquier margen compatible con una mínima calidad de atención.

Es llamativo que estos debates se produzcan sin que se advierta el efecto que estos aumentos de costos tienen para el sistema de isapres, que debe atender a más de tres millones de personas sin subsidios de parte del Gobierno y cuyas alzas de precios han sido objetadas por los Tribunales de Justicia. El gasto de la atención de salud va en ascenso tanto en el sector privado como en el público, en Chile y en cualquier otro país. Ello es especialmente notorio si se considera el gasto total de las atenciones, por cuanto son cada vez más las condiciones que exigen tratamientos médicos, los que a su vez son más caros, tecnológicamente más complejos y resultan más completos y satisfactorios que pocos años atrás.

No obstante, el superintendente de Salud se ha esforzado por minimizar los riesgos de falencias financieras en el sistema de isapres, con lo cual pareciera darles aliento a quienes se oponen a los reajustes de precio que contempla la ley. Según las isapres, se trata de una actitud de ceguera que no corresponde a la autoridad que tiene a su cargo supervisar el buen funcionamiento del sistema.

Pero las deficiencias de la gestión del sector van más allá de lo anterior y se comprueban en distintos ámbitos, como en la baja ejecución presupuestaria, el atraso en la construcción de hospitales, los múltiples cambios que ha experimentado el cuadro de los que serán construidos, la ausencia de planes creativos para superar la escasez de médicos especialistas, la falta de acción ante las condiciones de trabajo que deben enfrentar estos al llegar a sus lugares de trabajo, la carencia de formularios para otorgar licencias y de recetas cheque para prescribir estupefacientes y psicotrópicos

Para complicar más las cosas, se ha detectado una grave falla de seguridad en los sistemas informáticos del Ministerio de Salud que ha dejado expuestos miles de miles de datos confidenciales de pacientes que se han contagiado con el virus VIH o padecen de enfermedades mentales. Naturalmente este hecho ha producido indignación en los afectados e inquietud en todos los funcionarios, empezando por la ministra, que ha ordenado una investigación. Pero la información ya se filtró y sus efectos pueden ser irremediables. Es otra muestra de la falta de rigurosidad en los controles y revela una forma de trabajar que desprecia la buena gestión.

 

Fuente: Editorial de El Mercurio