Las vacaciones deberían ser un tiempo de descanso, desconexión, relajo y recuperación de energías…, pero a menudo no es así. Con demasiada frecuencia la gente no logra desligarse mentalmente de sus obligaciones laborales, y mucho antes de regresar al trabajo ya está pensando en las tareas que deberá realizar cuando esté de vuelta en sus labores. Este es un problema tan recurrente, que incluso tiene nombre: “síndrome del domingo”, una sensación de ansiedad, estrés, angustia o insomnio previo al fin del descanso dominical o vacacional.

Una situación directamente relacionada con un exceso de preocupación y la necesidad de perfección que sienten muchas personas en sus funciones diarias. Frente a ello, los especialistas señalan que uno de los peores errores -vinculado a la tecnología- es mantener conectado el celular al correo de la oficina, seguir revisando los emails o llevarse el computador a las vacaciones.

“Esto es un hábito poco saludable que se debe intentar cambiar para lograr descansar”, sentencia Marcela del Barrio, directora de Gestión de Personas Sodexo B&I. Agrega que tratar de organizar la semana mentalmente, preocuparse por los resultados de cierta reunión, o pensar si se alcanzará a terminar ciertos temas pendientes son acciones que más que aportar al desempeño pueden acarrear repercusiones negativas en la productividad laboral y la calidad de vida. Iniciativas del empleador El “síndrome del domingo” es bastante recurrente, aunque en Chile el tipo de trastorno asociado suele observarse a lo largo de todo el año en gran cantidad de trabajadores. Myriam Aluanlli, partner& consultant de MA Consulting, señala que, en general, en el país se aprecian altos niveles de estrés y trastornos psicológicos asociados al trabajo.

“Según un estudio de la Asociación Chilena de Seguridad Laboral, el 48% de las licencias médicas de sus trabajadores, entre enero y octubre de 2014, correspondieron a permisos por concepto de estrés, depresión y trastornos menores”, acota. Frente a esta realidad las empresas no deberían actuar de forma pasiva; incluso, cuentan con bastante margen para adoptar acciones dirigidas a combatir el problema. Marcela del Barrio dice que una de las primeras acciones que deben adoptar “es incentivar las relaciones interpersonales en los equipos de trabajo, porque de esta forma se consigue una coordinación eficiente de los períodos de vacaciones de cada uno, de manera que no se topen, puedan delegar temas y, en definitiva, confiar en que a nuestro regreso podremos retomar el ritmo laboral con tranquilidad”.

Por su parte, Christian Vuskovic, director de la Unidad de Calidad de Vida de Mutual de Seguridad CChC, señala que las compañías deben entregar lineamientos a los líderes de equipos de trabajo para hacer una asignación de funciones que facilite el proceso de reincorporación a la actividad en plenitud. “No sería adecuado dejar una alta carga a quien viene llegando de vacaciones, aunque se espera que venga “cargado de pilas”, porque se trata más que de energía, de una adecuación a las nuevas exigencias mentales y físicas que se dejaron atrás durante las vacaciones. La organización puede entregar información y lineamientos para la dirección de personal considerando estas circunstancias”. Aluanlli concuerda: “Hay que promover y monitorear una buena asignación de las tareas a cada trabajador (es decir, una planificación de las tareas), y entregar las herramientas de capacitación en caso de que sea necesario”.

Acciones individuales Las personas, en el terreno individual, también pueden adoptar iniciativas para evitar caer en estas situaciones de estrés y ansiedad que les causa la vuelta al trabajo. En tal caso, lo que se debe hacer es aplicar una lógica preventiva e ir adecuando con tiempo los horarios, el régimen de alimentación y nivel de actividad, de modo que en el momento de regresar a la oficina el organismo ya venga en proceso de adecuación y no sea un enfrentamiento sorpresivo.

“Se puede organizar el regreso para mitad de semana, de modo de facilitar espacios de menor carga para retomar las tareas”, recomienda Vuskovic, quien enfatiza la importancia de descartar “esa visión del trabajo como un castigo y que sólo importan los días libres. El trabajo es, además de una fuente de ingresos, un espacio de desarrollo personal, de camaradería y de pertenencia a un proyecto más amplio que sirve al conjunto de la sociedad en diversas materias”. Además, y a priori, la gente debe saber planificar y organizar su semana laboral de manera tal que pueda aprovechar con efectividad su tiempo de descanso. De lo contrario, la tranquilidad mental desaparece.

“Otra recomendación -expresa Marcela del Barrio- es que las personas puedan aprender a priorizar, porque definir el orden de importancia de nuestras actividades nos permite no solamente estar tranquilos previo a nuestro regreso al trabajo, sino que también lograr un equilibrio con las tareas que también cumplimos en el ámbito personal y familiar”.

Agrega que al finalizar las vacaciones, se debe tener especial preocupación en que exista una atmósfera propicia para el descanso, dado que durante este período, por lo general se alteran rápidamente los ritmos de sueño y comida, de manera que es fundamental normalizar estos tiempos para retornar al trabajo con energía. “Comer algo liviano, no muy tarde, y procurar seguir una rutina saludable de sueño también son acciones indispensables, dice”. Myriam Aluanlli, en tanto, afirma que es relevante hacer el esfuerzo de identificar las fuentes de estrés laboral y tratar de reducirlas al mínimo, siempre que sea factible. Y recuerda que hay maneras de liberar tensiones “a través de la realización de deportes u otras actividades de tipo lúdico o recreativo.

 

Fuente: La Tercera