El año 2015 ha sido económicamente complejo para Chile, marcado por una contracción que ha llevado a muchas industrias a ajustarse a los nuevos tiempos. Un ejemplo de esto ha sido la minería, que –a pesar de los esfuerzos– ha llegado a registrar bajas en sus utilidades de hasta un 50%. En este escenario, se ha dicho que 2016 será el año de la productividad, y que traerá grandes desafíos a las empresas en términos de eficiencia en sus procesos. Para muchos, se trata de reducir costos y conseguir resultados en el corto plazo, pero lo cierto es que también se trata de invertir.

En este sentido, un gran tema es la seguridad laboral, ya que no solo debe seguir siendo un pilar fundamental que debemos mejorar día a día, sino que también se convierte en una herramienta altamente eficaz para la mejora de la productividad y, por ende, del negocio mismo.

Y aunque parece obvio, las cifras aún ofrecen amplios márgenes de mejora, sobre todo en industrias que – a priori– parecen ajenas a este tipo de realidad. Por ejemplo, se pudiese pensar que el sector minero, la construcción y la industria pesada son los que presentan más riesgos y, por ende, mayores tasas de accidentabilidad, pero lo cierto es que los incidentes con tiempo perdido son incluso más frecuentes en otros sectores.

Una simple caída, un golpe o un corte en un trabajador pueden afectar rápidamente a la salud de una plantilla y con ello a su rendimiento. En este sentido, la tendencia muestra que muchas empresas internacionales ya han apostado parte relevante de su inversión en la seguridad.

Los tiempos de desaceleración presentan desafíos complejos y grandes oportunidades para ser más eficientes y productivos, pero siempre en sintonía con la preocupación por los trabajadores y su bienestar.

 

Carta de Javier Núñez, Gerente HSEQ Aramark Latinoamérica

Fuente: Estrategia