Con 90.226 accidentes del trabajo registrados por la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso) en la primera mitad de este año, los niveles de seguridad en Chile son clasificados transversalmente como buenos. «Tenemos indicadores bastante sólidos, comparables, incluso, con los de países desarrollados. En Estados Unidos, por ejemplo, se mide distinto, pero cuando se hace la conversión, quedamos en una posición competitiva», destaca el gerente de prevención de la ACHS, Arturo Cares.

El panorama no era el mismo hace un par de años. En el primer semestre 2012 se llegó a un peak de 115.504 siniestros, pero desde junio de 2013 en adelante la tendencia ha sido sostenidamente a la baja. Distintos expertos señalan que el evento de la mina San José, ocurrido en 2010, fue el puntapié inicial para que las compañías comenzaran a dar más énfasis a la seguridad de sus procesos, esfuerzo que tardó algunos años en manifestarse en resultados tangibles.

Ricardo Vásquez, director de la carrera de prevención de riesgo de Duoc UC, destaca que ha habido un aumento en las fiscalizaciones y en el número de protocolos gubernamentales en la materia. «Existe regulación para la exposición a radiación solar, a ruidos, a sílice. Hoy ya estamos de pantalones largos en el tema de la prevención», indica.

Otro factor que ha influido en el escenario actual son las crecientes exigencias que las grandes compañías imponen a sus empresas proveedoras, comenta Cares. El mismo diagnóstico tiene Emilio Uribe, gerente de la Corporación Chilena de la Madera (Corma) Biobío: «En nuestro sector existe una integración de la labor preventiva de contratistas y subcontratistas, de manera que cumplan con los mismos estándares de seguridad que las empresas asociadas». La actividad forestal, según datos de la ACHS, bajó su tasa de accidentalidad de 5,19% a 4,53% en el último año móvil septiembre 2014-agosto 2015.

Expertos también coinciden en que muchas organizaciones no declaran la ocurrencia de accidentes, lo que también influiría en los actuales buenos números. «Si hay mayor siniestralidad aumenta la prima del seguro y por lo tanto es un incentivo para que la empresa oculte el evento y derive un problema que es de carácter laboral a la medicina común», explica el superintendente de Seguridad Social, Claudio Reyes.

Donde no hay una sola mirada es sobre la influencia que tiene la desaceleración económica en la seguridad laboral. La economista senior del Instituto Libertad y Desarrollo, Cecilia Cifuentes, cree que ese escenario impulsa la accidentabilidad a la baja: «Ante la menor actividad, las firmas antes de ajustar la plantilla han disminuido las horas. Por lo mismo, hay menos gente que trabaja horas extraordinarias, que es donde ocurren muchos eventos».

Reyes tiene una visión distinta: «Ahora hay movilidad laboral. La gente de minería, por ejemplo, se traslada a sectores que tienen más demanda, como la agricultura. El problema es que el trabajador minero no tiene habilidades para cosechar arándanos y ahí es cuando se corta la mano. La accidentabilidad tiende a ser contracíclica».

Acuícola, forestal y minería a la baja

Los tres sectores económicos que presentaron las caídas más importantes en sus tasas de accidentabilidad en el año móvil septiembre-agosto son el acuícola, forestal y minero, según los datos de la ACHS. El caso minero es el más llamativo, pues es la segunda industria con mejor desempeño después de la financiera, y mientras más baja es la cifra de siniestros, más difícil es lograr avances significativos en la reducción de su tasa anual.

Para Cares, el esfuerzo que realizan las compañías mineras se explica por la actual búsqueda de eficiencia en la faena, dada las dificultades que presenta la actividad. Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, destaca: «El trabajo seguro es signo de hacer las cosas bien; los incidentes son interrupciones en el proceso productivo».

Reyes agrega que influye también la propiedad de las organizaciones. «Muchas son empresas extranjeras que están sujetas a estándares internacionales que vienen de sus casas matrices. Lo mismo está pasando en la industria acuícola, donde más de la mitad de las firmas son suecas».

En el sector forestal, los datos de la Corma dan cuenta de una baja del 20% anual en accidentes casi al cierre de 2015; mientras que en la ACHS manejan una disminución de este índice del 5,19% al 4,53% durante el año móvil septiembre-agosto. Uribe, de Corma Biobío, comenta que hay tres puntos clave que propiciaron estos buenos resultados: capacitación constante, certificación de los puestos de trabajo y uso de elementos de protección.

Vásquez destaca que los mejores resultados se dan en tres actividades con una fuerte vocación de faena. «El énfasis está puesto en las personas que justamente trabajan en terreno», señala. En ese contexto, no es de extrañar que el área de servicios sea la con mayor tasa de accidentabilidad, según los datos de la Suseso. Mientras en la primera mitad de 2015 se registraron 12.169 siniestros en servicio, solo hubo 3.084 en construcción, 989 en agricultura y 109 en minería, por ejemplo.

El hecho que se emplee mucha gente joven incidiría en la siniestralidad del sector servicios. «El retail es un gran primer empleador, por lo que entra mucha gente sin experiencia laboral, y eso tiene un costo si no hay sistemas de inducción robustos, para que estas personas entiendan cuáles son los riesgos asociados al negocio», dice Cares. Según datos de la Suseso, el 48% de los accidentes del trabajo les ocurren a personas entre los 25 y 44 años.

 

Fuente: El Mercurio