¿Deberían las terapias complementarias ingresar al sistema de salud chileno? Para un 44,4% de los estudiantes de medicina de la U. Católica, la respuesta es sí. Además, un 76% considera que los profesionales de la salud deberían aconsejar a los pacientes sobre las terapias complementarias.

Es lo que detectó un estudio del Departamento de Salud Pública de la U. Católica, que consultó a 613 alumnos sobre sus conocimientos, opiniones y experiencias sobre las terapias complementarias. Los resultados muestran que de 12 terapias, en promedio conocen cuatro (ver infografía). Sólo un 7,3% de los estudiantes las desconoció todas y la más popular es la acupuntura, seguida por la homeopatía y el reiki. ¿La menos conocida? La auriculoterapia.

Las medicinas alternativas son un conjunto de prácticas de atención de salud que no forman parte de la medicina convencional de un país. Entre ellas se encuentran la acupuntura, flores de Bach, el reiki y biomagnetismo. Al no estar totalmente integradas en el sistema de salud, muchas veces son desconocidas para los médicos.

Retraso académico

Paula Bedregal, experta del Departamento de Salud Pública de la U. Católica, y autora del estudio, dice que en Chile existe un retraso en la formación y aproximación del personal de salud en éstas materias. Universidades como Harvard o de California en San Francisco, agrega, cuentan con centros de medicinas y salud integrativas. “El foco es integrar la medicina tradicional de base científica con aquella que viene del área de las terapias complementarias”, dice.

Que los estudiantes de medicina se sientan más cercanos a ellas, indica, es un avance. De ellos, el 49,6% ha sido usuario, (57,1% mujeres y 43,7% hombres).

“La academia ha reaccionado tardíamente. Hoy existe un registro de profesionales que incentiva que sea algo regulado. Eso ha ayudado mucho”, sostiene Bedregal.

El Ministerio de Salud posee un registro voluntario de terapeutas que cuenta a fecha con 4.949 inscritos, de los cuales 2.215 son profesionales de la salud (45%).

En el estudio, dice Bedregal, destaca que algunos alumnos se reconocieran como terapeutas (2,7%). “Hace 10 años ninguno se habría definido como terapeuta, ahora lo dicen, hay aceptación social. En la Encuesta Nacional de Salud, 60% de las personas declara usar este tipo de terapias, y los médicos no pueden quedar fuera de ese fenómeno”.

Los pacientes las usan y los médicos tienen que estar informados. “Las hierbas medicinales, por ejemplo, algunas tienen efectos adversos con medicamentos, y si el médico no sabe se pueden cometer errores por ignorancia”, advierte Bedregal.

La U. Finis Terrae incluye dentro de la malla de medicina la formación en esta materia. Para Ernesto Vega, secretario académico de la Facultad de Medicina de esta universidad, que aún no estén integrada se debe a que la medicina chilena y su educación es muy tradicional. “Se queda en un statu quo mandado por la tradición. Todo se basa por los objetivos de perfil de egreso de los alumnos”.

La formación en terapias complementarias, agrega, ayudaría a recuperar el trato cercano con los pacientes: “En las últimas décadas los profesionales se han alejado de los pacientes. Se ve un perfil médico más técnico que humano”. La medicina complementaria, dice, se enfoca en el ser humano, que permitiría retomar una visión humanitaria de la medicina.

“Nos enfocamos mucho en lo técnico. Nuestra medicina es valorada, pero nos llevó a desenfocarnos en los aspectos de humanos, no se trata de dejar de ser buenos técnicos, sino de recordar lo importante de valorar la humanidad del otro”, dice Vega.

 

Fuente: La Tercera