Santiago fue sede de una cumbre latinoamericana sobre el tema:

Para lograrlo, además de las normativas para reducir el consumo de sal, aumentar el ejercicio y así disminuir la obesidad, se debe dar mayor acceso a los sistemas de salud y a los medicamentos.

Por Sebastián Urbina.

Desde el año 2008, los ataques cerebrales pasaron a ser la primera causa de muerte en Chile, desplazando de ese lugar a los infartos al corazón. En la actualidad, estos ataques cobran la vida de más de 9 mil chilenos al año.

Y eso es una fracción menor de lo que en verdad sucede, porque los casos fatales son solo un 20% del total. O sea, el 80% de los afectados sobrevive, muchos de ellos con un daño cerebral y, por esto, con una importante carga de discapacidad, que requiere de una adecuada recuperación.

El problema es que el tratamiento y la rehabilitación de estos pacientes son de alto costo. Por esto, lo más económico es prevenir que se produzcan estos ataques, algo que promueve la Organización Mundial de la Salud (OMS), con lo cual busca reducir en un 25% estos casos al año 2025.

Para analizar cómo se puede lograr esa meta, se realizó el fin de semana en Santiago la cumbre «Reduciendo el impacto del ataque cerebral en Latinoamérica», que fue organizada por la American Heart Association (AHA) y la American Stroke Association (ASA), las principales instituciones estadounidenses dedicadas a investigar este tema.

«En esta cumbre veremos qué puede hacer la autoridad de salud de cada país, como por ejemplo en políticas antitabaco, reducción del consumo de sal y en aumentar la actividad física para prevenir los infartos y derrames cerebrales», dice a «El Mercurio» el doctor Salvador Cruz-Flores, presidente de la cumbre y miembro de AHA y ASA.

Más prestaciones

Según el experto estadounidense, además de las medidas de salud pública que se pueden tomar, «las personas deben tener buen acceso a los sistemas de salud y a los medicamentos necesarios». En Chile, este objetivo lo intenta cumplir el plan AUGE. Porque tener bien controlado el colesterol, la diabetes y la hipertensión también es un factor importante para prevenir ataques cerebrales.

Cuando lo anterior se logra, como sucede en los países desarrollados, la mortalidad de esta enfermedad cae al cuarto o quinto lugar entre las causas de muerte.

Pero al comparar los sistemas de salud, hay diferencias. «En la clínica se nos muere un 6% de los pacientes que nos llegan, mientras que en los hospitales públicos esta cifra es 15%», explica el doctor Pablo Lavados, jefe de Neurología Vascular de Clínica Alemana.

¿Las razones? Aunque existe un plan nacional para el manejo de esta patología que está bien hecho, hay que implementarlo de forma eficiente. «Falta financiamiento, ya que Fonasa tiene que valorar mejor las prestaciones que existen, como exámenes y cirugías que se hacen en estos casos, así como incluir más prestaciones», dice el doctor Lavados, quien también es académico de la U. del Desarrollo y la U. de Chile.

Además, se debe tener en cuenta que el 35 al 40% de estos pacientes quedan discapacitados, por lo que necesitan una rehabilitación que requiere de numerosos profesionales, algo que también es caro.

Para hacer frente a estos desafíos se llegó a un acuerdo de prioridades y compromisos de América Latina, documento conocido como la Carta de Santiago, que busca mejorar las cifras de salud de la región y reducir la amenaza de los ataques cerebrales.