El actual embajador plenipotenciario para el Asia Pacífico llama a mejorar el diálogo en el país. «No podemos estar en una guerrilla permanente», dice.

Por David Lefin L.

Once veces el ex Presidente Eduardo Frei ha visitado China. La primera vez fue en una visita de Estado en 1995. La última fue la semana pasada como embajador plenipotenciario para el Asia Pacífico dice haber sido testigo del fuerte desarrollo de ese país en las últimas dos décadas y cómo llegó a convertirse en la segunda economía mundial.

Frei encabezó la delegación chilena que desarrolló el Chile Week en 2015 en Shanghai y Beijing para promover mayores inversiones e intercambio comercial.

Y aunque dice que prefiere mirar desde fuera el agitado clima político de Chile, también llama a enfrentar las reformas que impulsa el Gobierno con mayor diálogo. En este sentido, señala que «hay dos elementos que el país debe aprender de China: la importancia de la armonía y de la gradualidad».

-¿En su visita a China promoviendo a Chile tuvo comentarios o preguntas respecto de la situación interna del país y el debate por la reformas?

«Desde acá nos siguen respetando. Por la seguridad jurídica y el orden de Chile. No están al tanto del detalle de las cosas que están sucediendo. Y lo importante es que ellos valoran mucho que vengan el sector público y el sector privado juntos. Esa asociatividad ellos la valoran y, por lo mismo, creo que acá debieron haber muchos más empresarios».

-En Chile vemos que las expectativas empresariales y de las personas siguen cayendo. A su juicio, ¿por qué, pese a todos los llamados, no logra repuntar la confianza?

«Son múltiples factores. Solo quiero decir que yo estoy dedicado a trabajar. Estoy acá en China en la delegación, y estoy participando en el consejo de políticas para la infraestructura -convocada por la Cámara Chilena de la Construcción- y en la comisión de la industria de Asimet. Esa es mi forma de colaborar como ex Presidente».

«Pero también quiero señalar que hay dos cosas que para los chinos son fundamentales y nosotros debiéramos seguir como país: armonía y gradualidad. Dos cosas que hoy día no tenemos».

-¿A qué se refiere?

«A que como país no podemos perder la armonía. Chile es un país que en los últimos 25 años ha progresado enormemente, como nunca en su historia, con diálogo, y si hoy hay diferencias tenemos que resolverlas, tenemos que buscar formas de entendimiento. No podemos estar en una guerrilla permanente, porque al final el único que pierde es Chile. Yo no estoy para eso. Yo prefiero seguir trabajando para tirar el carro».

«Durante 25 años tuvimos un sistema para entendernos bien ¿por qué hemos llegado a estos climas? Ahora todos tenemos que cooperar».

-Desde el punto de vista político, ¿cómo se logra hoy mejorar el clima crispado?

«El país y el ciudadano medio esperan que sus líderes políticos, empresariales y sociales estén al nivel de lo que necesita Chile y no estén en esta pelea permanente. Y ahí toda la dirigencia de Chile estamos involucrados».

-Usted también sugiere gradualidad. ¿Fue un error la simultaneidad de las reformas?

«El timing de las reformas lo define la Presidenta y lo que ella dijo en su campaña, pero el tema es que las cosas hay que hacerlas bien. Y claramente cuando el ministro de Hacienda actual dice que va a corregir la ley tributaria, es porque antes se hizo mal, y es bueno reconocerlo a tiempo. Y la laboral hay que hacerla bien o también la vamos a tener que corregir. Por lo tanto, gestión, gradualidad y diálogo son fundamentales para avanzar».

-¿Es partidario de avanzar en una reforma constitucional durante en este gobierno?

«Con las tareas que tenemos por delante y la situación económica en general… al final es una decisión de la Presidenta. Pero no creo que sea muy fácil, porque el próximo año tenemos elecciones y después vienen las presidenciales».

-¿No se va a alcanzar?

«Creo que los plazos se ven muy cortos para enfrentar todos los temas. Lo principal, eso sí, es que no podemos cometer el error de llegar a una asamblea constituyente, porque ha sido una pésima experiencia en América Latina».

«Obviamente la situación de China es preocupante»
-¿Cómo evalúa el primer Chile Week que se desarrolló en China?

«Fue una muy buena idea realizar este Chile Week y así es reconocido por todas la autoridades chinas, como el ministro de comercio. Hay que hacerlo todos los años, porque es una vitrina gigante. Se materializaron dos acuerdos que son fundamentales. El ingreso a la zona de libre comercio de Shanghai con comercio electrónico, lo que abre la puerta a miles de pequeñas y medianas empresas, y el acuerdo con Alibaba, que nos ofrece una plataforma para que las empresas chilenas vendan sus productos».

«También destaco las señales del ministro de comercio en cuanto a que están dispuestos a perfeccionar el Tratado de Libre Comercio (TLC) después de 10 años, en el sentido de aumentar las tecnologías y el e-commerce y que Chile sea la plataforma para que el renminbi llegue a Latinoamérica».

-Justo coincidió la semana de promoción de Chile en China con una fuerte corrección de la bolsa de ese país. ¿Cuánto preocupa lo que está pasando en el mercado?

«Evidentemente que es preocupante. Pero lo que hay que entender es que China hace más o menos 12 años tomó la decisión de traspasar 300 millones de personas del campo a la ciudad, que vivían en situación de subsistencia. Ahora viene el segundo plan. Se calcula que de aquí a 2025 va a haber 300 millones más. Y eso también está generando oportunidades, porque está aumentando el consumo interno de la gente y hay más demanda por esos productos y además por servicios».

«Ahora, la dependencia de China no es solo de Chile, sino a nivel global. ¿Quién está ajeno a esto? Vivimos que cayó la bolsa china y cayó todo el mundo. Por lo tanto, yo creo que es mejor estar acá, conocerlos y ser socios».

-A usted le tocó en su período presidencial la crisis asiática y se le criticó por decir que no iba a llegar a Chile, pero finalmente nos pegó fuerte. Dada esa experiencia, ¿cómo ve la situación actual?

«Primero esa crítica siempre fue un poco injusta, porque yo no dije que no iba pasar nada. Lo que dije es que eso venía producido desde afuera, no en el país. Pero en ese momento la situación era muy distinta. Hace 20 años, China no era la potencia mundial que es hoy. Y, por otra parte, hay que entender que esto también abre oportunidades, para depender menos de los commodities . Dicho eso, obviamente la situación de China es preocupante y hay que estar mirándola constantemente».