Ex vicepresidente del Banco Central sobre el bajo Imacec de mayo

Los cambios impulsados por el Gobierno son la «génesis de la desaceleración», ya que deterioraron las expectativas de los empresarios y consumidores, asegura. «El país, en vez de crecer, en estos momentos está, en el margen, decreciendo», sentencia.

Por Lina Castañeda.

Para el ex vicepresidente del Banco Central, Jorge Desormeaux, el bajo crecimiento de mayo de solo 0,8% es otro síntoma más del impacto negativo que han tenido en la economía del país las reformas impulsadas por el actual Gobierno.

«La solución de este problema de desaceleración, de deterioro de las expectativas, está en actuar sobre la génesis del problema, y la génesis es un conjunto de reformas que les han hecho mucho daño a las perspectivas de mediano plazo de este país… (Por eso) Creo que hay que revisar las reformas», asegura.

Explica que no se puede culpar del bajo rendimiento a hechos circunstanciales, como los ocho días de paro en Aduanas de abril, y por ello lo ocurrido en mayo es «debilidad pura de la economía». «El Banco Central nos da muy poquitos datos, pero el único elemento positivo es el valor agregado de los servicios. Todo lo demás es negativo, y servicios claramente está muy determinado por el gasto público», el único elemento de impulso que está quedando, señala.

Incluso, para Desormeaux, «si miramos el crecimiento, no en doce meses, sino respecto de los trimestres inmediatamente adyacentes, la verdad es (que la economía chilena) está cayendo, no está creciendo».

-¿Por qué esta debilidad?

«Hay muchas interpretaciones. El ministro de Hacienda nos ha dicho que es la preocupación por el financiamiento de la política y que eso tiene muy preocupados a los empresarios. Creo que eso puede tener algún rol para algunos, pero el problema de fondo es que las expectativas no sólo de los empresarios, sino también de los consumidores, se han deteriorado en forma muy significativa por el clima al que ha llevado el programa de reformas de este gobierno».

«De manera que la solución a este problema de desaceleración, de deterioro de las expectativas, está en actuar sobre la génesis del problema, y la génesis es un conjunto de reformas que les han hecho mucho daño a las perspectivas de mediano plazo de este país».

-¿Habría que reformar las reformas?

«Creo que hay que revisar las reformas. Entiendo lo complejo que es para las autoridades, porque ellas fueron elegidas sobre la base de una serie de compromisos, y la verdad es que estamos descubriendo ahora que esos compromisos, en la forma en que fueron abordados, con extremado apresuramiento y poco análisis, la verdad es que hoy le están haciendo un grave daño al país, y eso es difícil de aceptar».

«Pero nada sería más reactivador para la economía chilena hoy día que una actitud madura, sensata por parte del gobierno de allanarse a revisar las áreas de las reformas que hoy día generan rechazo. Prácticamente todas ellas generan un rechazo mayoritario en el país, de manera que sería cuestión simplemente de escuchar lo que los chilenos les están transmitiendo a las autoridades. Creo que gente sensata, como son los ministros Valdés y Burgos, también entienden que estas no fueron reformas bien pensadas».

-Con un crecimiento más bajo, ¿ve problemas en el financiamiento de las reformas?

«Sin duda. Es lo más terrible de todo desde el punto de vista de ellos. Están en una situación en la que no hay salida, porque si fuera simplemente una menor recaudación, bien; pero la verdad es que las reformas no están generando lo que se esperaba, porque el país, en vez de crecer, en estos momentos está, en el margen, decreciendo. Y el crecimiento aporta muchos más recursos de los que aportan las reformas».

«El país realmente ha entrado en una etapa perversa en la cual el rechazo e incertidumbre que han generado las reformas, la paralización de decisiones de inversión y de consumo, todo esto está generando en las familias y en las empresas una reacción que diría que ni el más pesimista de los analistas podría haber anticipado».

-¿Tiene un rol que jugar la política monetaria para revertir la debilidad de la economía?

«Las políticas contracíclicas tanto fiscal como monetaria están en un área de rendimiento decreciente en este momento, y no podemos olvidar, en el caso de la política monetaria, que el objetivo primordial es estabilizar la inflación. Y nuestra inflación en doce meses sigue estando en torno a un 4%. De manera que yo siento que el Banco Central ha hecho lo máximo que ha podido, sin sacrificar su objetivo último, que es tener un clima de estabilidad de precios».

«Tengo la impresión de que con el alza de tasa de la Reserva Federal que se avecina vamos a tener nuevas presiones depreciativas sobre el tipo de cambio, en lo cual va a ser muy difícil que el Banco Central pueda realmente aportar. Yo entiendo, hay colegas míos que yo respeto mucho, que tienen una opinión distinta. Ellos creen que se va a abrir en algún momento algún espacio para nuevas bajas de tasa. Yo no sería tan optimista».

«Agregaría un punto adicional, cuando hay un deterioro de expectativas de la magnitud que estamos experimentando nosotros, una baja de 25 a 50 puntos base en la tasa de interés va a tener un efecto mínimo sobre las decisiones de inversión y de gasto. Cuando hay incertidumbre generalizada como la que tenemos hoy día, las tasas de interés tienen un efecto mucho menos significativo sobre la demanda agregada que en condiciones normales».

-¿Va en la línea de la revisión que usted propugna el anuncio de Valdés en torno a normas para simplificar la implementación de la reforma tributaria?

«Tengo mucha confianza en la capacidad técnica de Rodrigo Valdés. Dado eso, confío en que él entiende la gravedad de los problemas que tiene la reforma tributaria en su estado actual. Estos no provienen del monto a recaudar, sino de su impacto perverso sobre los incentivos. Por ello, en mi opinión, la reticencia a aceptar ajustes que vayan más allá de problemas de implementación responde a presiones del mundo político. Yo creo que el peso de las circunstancias -entre ellas, la virtual paralización de la economía- va a ir cambiando el debate en favor de un ajuste más significativo. Si bien ello tendrá un costo político, la alternativa es peor para todos, y especialmente para el gobierno».