Un verdadero shock positivo, dice, debe considerar la corrección de la reforma tributaria, un sumo cuidado de cómo se lleve el proceso constituyente y una verdadera agenda pro crecimiento. Todavía cifra esperanzas en que Burgos y Valdés moderen el programa y a la Presidenta.

Por Olga Bustamante.

El diagnóstico de Klaus Schmidt-Hebbel sobre la situación actual de la economía chilena es duro: estamos con una velocidad de crecimiento nula y cuánto va a durar eso no se sabe. “Es la pregunta del millón”, advierte. El profesor titular de la Facultad de Economía de la Universidad Católica desgrana lo que hay detrás de este comportamiento y evalúa las posibilidades de que los nuevos ministros de Interior y Hacienda modifiquen el rumbo del programa del Gobierno.

¿Cuál es el estado actual de la economía: hay visos de mejoría o estamos en un enfriamiento crónico?

Enfriamiento crónico significa algo así como crecimiento cero y por un período largo. No creo que sea crónico, pero sí es probable que sea más allá de los últimos 5 meses. Si uno mira el Imacec desestacionalizado para auscultar a qué velocidad se viene expandiendo la actividad en tiempo real, ve que desde diciembre hasta abril, 5 meses consecutivos, la economía está con crecimiento cero. Estadísticamente cero, numéricamente negativo. Entre el Imacec de diciembre y el de abril, la economía se ha contraído a una velocidad de 0,4% a tasa anualizada. En buen chileno, el nivel del Imacec de abril es un poquito más bajo, desestacionalizado y por tanto comparable, que el de diciembre de 2014. Eso quiere decir que hemos pasado de un crecimiento del orden de 4,8% anual desde fines de 2010 hasta mediados de 2013, a algo así como 1,8% anual desde mediados de 2013 -últimos nueve meses del Gobierno de Piñera- hasta diciembre de 2014. Y de ese diciembre hasta abril de 2015, -0,4%. Estamos realmente en un enfriamiento polar de la economía chilena, estamos ahora en crecimiento cero. Cuánto va a durar eso, no lo sabemos. Es la pregunta del millón. Acaba de darse a conocer que el pronóstico de los analistas que encuesta el BC para el PIB de este año es 2,6%. Para llegar a ese número tenemos que crecer de mayo a diciembre en términos desestacionalizados, algo así como 2%.

Y eso ya es bastante difícil…

Exactamente. No es nada de obvio, sino que muy desafiante. Claramente la economía chilena estaría en recesión hoy día, si no fuese por dos factores y medio: una política monetaria expansiva, la fuerte caída del precio del petróleo y la enorme expansividad del gasto fiscal.

¿Qué nos tiene sumidos en esta situación?

A priori cuando existe una desviación del crecimiento y del nivel tendencial del PIB, es por factores externos e internos. No puede haber otro, no es Martes ni la Luna. Por lo tanto, la primera pregunta es cuánto son los factores internacionales. Para eso revisé estrictamente los factores externos que están en cada IPoM del BC y en resumen, las condiciones internacionales son comparables o me atrevería a decir que marginalmente mejores en 2015-2016 que en 2013-2014. Por tanto, no son factores internacionales. El 100% del debilitamiento del crecimiento chileno desde 4,8% a 0% se debe a factores internos.

¿Se trata de las reformas y de las malas expectativas que ellas han generado?

Hay un factor interno de arrastre que no tiene nada que ver con este Gobierno, y es el hecho que el boom minero se acabó por ahí por 2012-2013. Eso en parte tiene que ver con la caída del precio del cobre. En cuánto a cuantificar eso, no lo sé, pero tiene un efecto negativo. Ahora, en parte es causa externa, pero también interna, porque por supuesto que la inversión minera no se ve particularmente favorecida si es que se anuncia una reforma tributaria que eleva la tasa de impuesto o si se anuncia una reforma laboral que fortalece los sindicatos.

¿El resto son las reformas?

Así es y se trata de dos factores. Uno, la incertidumbre sobre reformas futuras y dos, la certidumbre de reformas ya pasadas que son malas. Malas para la inversión, malas para el ahorro, malas para el incentivo de emprender y armar nuevos negocios. Eso ha pegado muy fuerte en la economía chilena. Ahora, en este cuadro el responsable único no es el Gobierno, sino también la seguidilla de escándalos, actos delictivos, evasiones tributarias, transacciones financieras con inside information que se han destapado desde la SEC en EEUU, hasta la Fiscalía del Ministerio Público chileno, hasta el SII, el financiamiento ilegal o al menos ilegítimo y poco ético de la política. Todo eso genera un cuadro de incertidumbre y de desilusión ciudadana que por supuesto que afecta proyectos de inversión de empresas y adquisición de bienes de consumo durable.

¿Estamos ante una crisis más general?

La crisis chilena tiene tres dimensiones: primero es una crisis económica-política, porque un Gobierno que ha sido elegido por una gran mayoría entró dispuesto a aplicar sus reformas en un versión sin mayor negociación con la oposición y esas reformas tienen implicancias económicas que son costosas y afectan negatvamente a la inversión, ahorro y emprendimiento. La segunda dimensión es la de crisis política por el destape de casos que muestran cómo se ha financiado la política en forma ilegal, implicando evasión tributaria y eventualmente con consencuencias delictuales. La tercera dimensión de la crisis hay que encontrarla en el comportamiento del sector privado. Me refiero al actuar de algunas empresas grandes del sector privado, que desde el caso La Polar, pasando por caso Enersis, Cascada-SQM, Juan Bilbao, farmacias y pollos, han mostrado un comportamiento reñido con la ética, con la legislación, con el código legal y eso genera una gran desconfianza del público, una gran incertidumbre política-económica que se ha agregado a los otros dos componentes.

Hace un mes cambió el gabinete y generó favorables expectativas la dupla Burgos-Valdés.

Sobre la dupla per se, me parece magnífica. Lo mejor de la Nueva Mayoría y de la vieja Concertación está representado en los actuales ministros de Interior y Hacienda. Espero no equivocarme. Son personal, tributaria y profesionalmente intachables y segundo, porque además implican un viraje muy fuerte hacia el centro político que es muy bien bienvenido después del peor ministro de Hacienda que tuvo Chile en las últimas décadas, Alberto Arenas.

¿Se están cumpliendo las buenas expectativas sobre ellos o aún les falta?

He visto de dulce y de agraz. De lo agraz cito una frase del ministro Valdés que fue muy infeliz cuando tildó a los empresarios de que veían fantasmas. Ver fantasmas significa que los empresarios se dejan arrastrar en forma irrealista por sus expectativas negativas respecto a las reformas y, por tanto, dejan de invertir eventualmente. Esa visión fue totalmente desmentida por el último IPoM del BC, que identifica cuantitativamente la relación que hay entre expectativas e inversión. Pero han sido muy felices muchas otras intervenciones verbales del ministro de Hacienda, donde insiste fuertemente en que toda reforma estructural propuesta por el Gobierno tiene que pasar el test de compatibilidad con una senda de crecimiento y productividad aceptable, buena o alta para el país. El ministro Burgos igual.

Creo que un mes todavía es muy poco, pero por supuesto después de las palabras del ministro de Hacienda y de la Presidenta Bachelet, que insistió en su discurso del 21 de mayo en una senda de crecimiento y de mayor productividad, tienen que venir acciones.

¿Está a la espera entonces?

Veo las obvias dificultades que tienen ambos ministros, del Interior y de Hacienda, que por una parte son convencidos que no han sido gratis ni los anuncios ni las reformas en sí mismas, y por tanto tienen que dar alguna señal de confianza y/o de enmienda de malas reformas al sector privado y hacia el centro y centroderecha del país, y segundo, por supuesto que tienen que responder a una coalición amplia que incluye desde el PC a la DC, sin que se genere un resquebrajo de dicho conglomerado. Es un poco temprano todavía. Sigo cifrando esperanzas en que ellos moderen el programa y moderen a la Presidenta. Le doy una probabilidad de 50%.

En concreto, ¿con qué tipo de medidas se podría generar de verdad un shock positivo?

Primero, anunciar una reforma a la reforma tributaria. Además, tener el cuidado adecuado de lo que llamó la Presidenta el proceso constitucional, que eso sea acorde con la estabilidad institucional del país. En la reforma laboral, creo que se llegó muy tarde. Pero también se requiere una agenda pro crecimiento que vaya mucho más allá de las 19 medidas que anunció Valdés. Que considere un Presupuesto fiscal para el próximo año que contemple una recomposición del gasto hacia un crecimiento muy fuerte de proyectos de infraestructura. Luego, un empuje a dos fuentes energéticas que están básicamente descartadas por el Gobierno actual: gran hidroelectricidad de Aysén y energía nuclear. Y tercero, dar un impulso muy fuerte a concesiones privadas en infraestructura, del estilo de los gobiernos de Eduardo Frei y Ricardo Lagos.