Gremios cifran en tres mil los puestos de trabajo perdidos, sólo en el último trimestre, en relación a igual período de 2014.

Por Ximena Bertin.

“Con nuestros propios medios estamos buscando soluciones con expertos norteamericanos en pozos profundos, incluso escribiéndole a la FAO por la crisis alimentaria que vivimos, y pidiendo ayuda al gobierno de Israel y a EE.UU, pero ese es un rol que tiene que asumir el Estado, no nosotros. Necesitamos urgente recursos para intervenir pozos comunitarios, pero el Estado parece dormido”. Así expresa Fidel Salinas, presidente de la Asociación de Pequeños Productores Agrícolas de El Palqui, en Monte Patria, la desesperada situación que vive junto a sus colegas en la Región de Coquimbo, añadiendo que, si bien antes podían autoabastecerse y vender el resto de sus hortalizas en ferias libres, hoy no están produciendo nada, ni siquiera para su sobrevivencia.

“Nos estamos quedando sin empresarios, cada día sabemos de alguien en quiebra. Y entre la gente más humilde, muchos están sacando a sus hijos del colegio en Ovalle, porque no tienen los dos mil pesos que cuesta el pasaje de ida y vuelta. Para qué hablar de quienes tienen hijos en la universidad y tienen que pagar pensión”, lamenta el alcalde de Monte Patria, Juan Carlos Castillo.

Su comuna es uno de los puntos más críticos por la desertificación, que ha dejado atrás el verde recuerdo de valles productivos, hoy reemplazados por una triste postal de cultivos arrancados y dados por perdidos ante la falta de agua.

De acuerdo a cifras de la industria, las pérdidas de empleo alcanza entre el 18% y 20%, lo que sitúa a esta zona en el último lugar del índice económico del país. En los últimos siete años se han perdido 14 mil empleos en el sector agrícola y sólo este último trimestre la cifra alcanzó tres mil puestos menos de trabajo, en comparación con igual período de 2014.

A ello, se suma que la capacidad de almacenamiento de los embalses llego a un mínimo histórico de 3,7% de la capacidad total en Coquimbo. La Paloma, el más importante de la región y del país, embalsa hoy sólo 13 millones de metros cúbicos y su capacidad total es de 750 millones m3.

“En la IV Región la sequía ya es un tema estructural, no tan estacional como lo que pasó en el verano en el sur”, agrega Juan Pablo Matte, secretario general de la Sociedad Nacional de Agricultura.

Según Fidel Salinas, muchos de los pequeños agricultores están “sin nada que hacer” y sin recursos como para pagar las cuentas de los servicios básicos. Otros han emigrado de Monte Patria hacia el norte- se calcula que al menos cuatro mil personas- y muy pocos, los con más suerte, tienen trabajo en los frigoríficos de los packings de limones, temporada que acaba de terminar y que fue mucho más corta que otros años, por que requirió menos mano de obra. “Este año la cosecha de limones duró algo más de un mes. Antes empezaba en marzo y terminaba en julio. Como hay tan poca agua, varios campos dejaron de producir y otros no están contratando a nadie por la incertidumbre”, afirma Salinas.

Según los datos de la Sociedad Agrícola del Norte, si en la temporada pasada se produjeron 18 mil kilos de limones- producto donde la IV Región es líder a nivel nacional- este año sólo se cosecharon cuatro mil kilos. “El nivel de endeudamiento se ve complicado, porque al haber poca agua, hubo poca cosecha y lo poco que hubo fue de un calibre muy chico, por lo tanto los ingresos no han sido lo suficiente para cancelar nuestros compromisos”, dice María Inés Figari, presidenta de Sociedad Agrícola del Norte, con asiento en La Serena.

La crítica situación tiene a muchos medianos y grandes productores -que a su vez son fuentes laborales para los trabajadores agrícolas- al borde de la quiebra, y otros ya han perdido sus tierras. Por eso, como gremio han solicitado en La Moneda la reprogramación de los pasivos (disminución de montos de las cuotas a la banca), financiamiento para capital de trabajo, y apoyo para reinversión-cultivos que requieran menos agua- y emprendimiento para generar nuevas fuentes laborales en turismo rural o gastronómico.

“Cuando un paking cierra, son 800 personas en promedio que quedan sin trabajo y hace dos años que empezaron a cerrar, uno a uno. Mucha gente está negociando sus finiquitos porque hay varios campos a punto de quebrar. Sabemos que la cesantía acá es mucho mayor que las cifras oficiales”, comenta Paula Véliz, presidenta de la Asociación de Temporeras de Monte Patria.