Superintendente de Seguridad Social advierte que ante este escenario se debe invertir más en rehabilitación:

Hoy, los trabajadores accidentados requieren procedimientos más complejos o tratamientos más largos para males mentales. Esto ha hecho que el gasto en subsidios crezca más de $28 mil millones desde 2010.

Por Nadia Cabello.

Durante el año pasado se registraron las cifras más bajas de accidentes laborales, de trayecto y de enfermedades profesionales de la última década (ver infografía). En total, en 2014 hubo 240.088 trabajadores afectados por alguno de esos males, lo que equivale casi a un 5% menos que el año anterior.

Pero esa tendencia a la baja no se condice con el aumento progresivo de los días de licencia médica asociados a esas patologías. Así se aprecia en los datos de la Superintendencia de Seguridad Social, que reúne la información de la Asociación Chilena de Seguridad, la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción y del Instituto de Seguridad del Trabajo.

No se trata de una casualidad estadística, sino de un cambio en la naturaleza de las enfermedades y accidentes que están afectando a los trabajadores y que tiene en alerta a las autoridades.

Hoy, si bien los problemas osteomusculares siguen liderando entre las complicaciones de salud más comunes que tienen los trabajadores, cuando estos sufren uno de ellos, se trata de males de mayor magnitud que los que sufrían hace una década.

«Puede haber menos accidentes, pero cuando los hay, son más complejos», advierte el subsecretario de Salud Pública, Jaime Burrows.

Con ello concuerda el superintendente de Seguridad Social, Claudio Reyes, quien explica que «se ha avanzado muchísimo en prevención, y el resultado es que ha bajado la fatalidad y hay muchos hechos leves que tienen un alta inmediata. Por ejemplo, en el sector minero hoy se ven menos casos porque la gente usa sus elementos de seguridad. Pero cuando se producen accidentes, es porque un camión se descarrilló, se dio vuelta o atropelló a alguien, y ahí ya estamos hablando de algo mayor».

El jefe de salud preventiva de la Asociación Chilena de Seguridad, Mario Maturana, agrega otro factor al análisis: «Cada vez hay más adultos mayores trabajando, por un tema de envejecimiento de la población del país. Ellos tienen enfermedades de base, y al sufrir un accidente, los trastornos que se les producen adquieren mayor gravedad y el tiempo de tratamiento para recuperarse también es mayor».

Otro punto importante que ha hecho aumentar el número de días perdidos por males de trabajadores tiene que ver con las enfermedades profesionales de origen mental, cuya prevalencia va al alza y los tratamientos utilizados para su recuperación son más largos.

Este es un punto que se debe analizar más en detalle, cree el presidente de la Asociación de Mutuales, Ernesto Evans, porque, a su juicio, no solo tiene que ver con un mayor número de casos detectados por depresiones o estrés laboral, sino también «particularmente, por aquellos trabajadores que han tenido accidentes graves y que además requieren tratamiento psiquiátrico o psicológico después».

Todo esto implica, además, que aunque baje el número de siniestros entre los trabajadores, el gasto en subsidios por accidentes o enfermedades profesionales no disminuya. Así, por ejemplo, si en 2010 se gastaron en total $55.837 millones en estas licencias médicas laborales, en 2014 esa cifra ascendió hasta los $84.119 millones.

Eso, sin considerar los gastos en pensiones para quienes después de sufrir un accidente, o de que se desencadene una enfermedad profesional, no pueden volver a sus labores.

«Aquí tenemos un desafío enorme porque tenemos más accidentes graves y poca inversión en rehabilitación», sostiene el superintendente Reyes. Agrega que «hoy Chile prefiere pagar una pensión de invalidez antes que rehabilitar a un trabajador».

Fatales
Por accidentes laborales, en 2014 fallecieron 392 trabajadores. En 2013 lo hicieron 462. Buscan acotar acción de mutuales e isapres
Los trabajadores están protegidos médica y económicamente frente a los accidentes o enfermedades profesionales a través del seguro laboral, que cubre el 100% de las atenciones y de la licencia médica desde el primer día. Distinto es lo que ocurre con una enfermedad común, que es tratada bajo los criterios establecidos por el plan de isapre o Fonasa en cuanto a copagos y los días de carencia de los subsidios.

Esas diferencias generan una tensión permanente. «La calificación de enfermedad profesional la hacen las aseguradoras, las mutuales, y tenemos muchos problemas relacionados con el ámbito laboral que no son reconocidos como tal, sino que pasan por enfermedad común», explica el subsecretario de Salud Pública, Jaime Burrows.

Haciendo frente a ese problema, distintas instancias en el Gobierno buscan separar la función aseguradora de la calificadora, tanto de las isapres como de las mutuales. Además, el superintendente de Seguridad Social, Claudio Reyes, cuenta que se está avanzando en la creación de protocolos comunes para resolver de mejor manera, por ejemplo, ante males mentales.