La titularidad sindical es para el experto el corazón del proyecto. En ese contexto, dice que la primera etapa es fortalecer el sindicalismo y su cobertura y después avanzar en temas como negociación ramal.

Por P. Toro y Ó. Galaz.

Fue 8 años director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur de América Latina. En 2010, además fue nombrado como director adjunto de la organización para América Latina y el Caribe. Ambas funciones finalizaron en 2014. Sin embargo, Guillermo Miranda estuvo 12 años relacionado con la OIT siendo director en Cuba, México y Haití. Actualmente realiza asesorías e integra la comisión laboral del Partido Socialista (PS), al cual pertenece desde los ´80. En base a esta experiencia y a su amplio conocimiento en materias laborales, sobre todo en la región, Miranda analiza la reforma impulsada por el Gobierno, la que no duda en calificar como “un avance”. En este sentido, asegura que primero hay que hacer estos cambios y después se podría avanzar en otras modificaciones.

¿Cómo califica el proyecto?

El proyecto de ley es razonable, contempla los temas que han estado presentes en la discusión desde hace 25 años y que no han sido abordados exitosamente, ni resueltos. Es obvio que el mundo empresarial va a poner temas extras como es el de las indemnizaciones; y, los sindicatos la negociación por rama. Eso es normal. Lo importante es que la gente no pierda de vista lo que está en el centro del proyecto, y el Partido Socialista va a poner énfasis en el proyecto del Gobierno. Ahora, si los actores sociales y el mundo político en el Congreso logran conciliar intereses como la indemnización o negociación por rama, es harina de otro costal. Pero lo central tiene que ver con la libertad sindical y el fortalecimiento de la negociación colectiva.

¿Ese es el corazón?

Ese es el corazón. Sobre eso los actores tienen que pronunciarse. El mérito del proyecto es que busca extender la negociación colectiva, bajo el diagnóstico que ésta tiene una baja cobertura. El otro argumento es que en la medida que los trabajadores tengan condiciones para negociar mejor sus salarios y condiciones laborales mejoran el ingreso en un país donde la desigualdad sigue siendo un tema central.

Hay quienes dicen que este proyecto viene a empatar facultades, más que a fortalecer al sindicato…

Nosotros estamos en una discusión en 2015 que es casi del siglo XIX. Discutimos un conjunto de medidas que propone el proyecto y que están destinadas a hacer que el sindicato tenga un cierto valor y reconocimiento. La titularidad de la negociación colectiva tiene que ver con eso. Ahora, por qué ese mecanismo. Esto, es porque si no existiera una cultura en algunos empresarios de perseguir a los sindicatos, no se necesitaría (titularidad). Poner en la agenda la adaptabilidad laboral no es una medida antisindical, porque es permitirle al trabajador y al empresariado concordar de modo equilibrado su horario y modalidades de trabajo.

¿Es un avance entonces?

Para Chile es un avance, porque la gente se olvida que estamos con una legislación laboral que no tiene legitimidad social, porque éste nació de un Plan Laboral surgido en la dictadura. Entonces, cómo el mundo empresarial no va a tomar conciencia que ésta es una oportunidad también para poder legitimar socialmente un sistema de relaciones laboral. La legitimación de las instituciones y de los actores sociales es una tarea urgente y de todos hoy en día.

¿Y cuál es el diagnóstico del PS?

El diagnóstico es que tenemos una situación completamente desequilibrada que estamos tratando de regular, y este proyecto busca poner en el corazón de las cosas la valoración de los sindicatos y sus capacidades para jugar un rol en el mercado laboral lo más al día posible, respecto a otras partes del mundo ( por de pronto en el propio Cono Sur ). Si nos concentramos en eso, probablemente, el resto de las cosas van a venir de manera mucho más natural y con consenso.

¿Cree que esta reforma es totalmente robusta para reemplazar el Plan Laboral?

El corazón es robusto. Si logramos romper esta mirada a priori negativa del rol de los sindicatos y de la negociación colectiva en el funcionamiento del mercado laboral, habremos tenido un corazón sano del mercado, que permitirá abordar el conjunto de cuántas patologías en él existen.

¿Cómo con esta reforma se pretende mejorar la redistribución de ingresos, cuando en el piso mínimo no está la reajustabilidad de sueldos ni IPC?

Lo que pasa es que es muy importante que la legitimidad social y política que alcance esta reforma sea consistente para que permanezca en el tiempo. Y sin lugar a dudas si uno llega a generar un grado de cierto consenso en lo que propone el Gobierno, probablemente las otras cosas van a poder seguir discutiéndose: piso de negociación, IPC o productividad.

¿Es posible avanzar hacia la negociación ramal?

El punto es que después de haber nivelado la cancha en negociación colectiva podemos evaluar con los actores un proyecto de negociación ramal y un cambio en el sistema indemnizatorio por un seguro de desempleo eficaz y de mayor cobertura. Lo que digo es que todos los temas pueden discutirse y llevarse adelante. Mi única preocupación es que el corazón de la propuesta termine perdiéndose en esta arboleda. Generaremos primero los acuerdos necesarios en torno a que hay que tener un sindicato legitimado y fortalecido en el país, con un mecanismo de negociación colectiva a nivel más razonable, y ahí veamos, si en ese contexto, podemos abordar otros elementos. Acá el rol de los actores sociales es clave, pues son los que deberán convivir con la nueva institucionalidad.

¿Cómo evalúa las mayores facultades que tendrá la Dirección del Trabajo?

Tener que tutelar desde la Dirección del Trabajo el cumplimiento de la norma parece todavía necesario para el país; para saber si se paga el salario mínimo, si los conflictos se pueden resolver en la empresa antes de que exploten. Hoy día se requieren mecanismos que más adelante quizás no sean necesarios, pero hoy son garantes. En el fondo la DT es garante para uno u otro del cumplimiento de la normativa.

Respecto a los servicios mínimos, el proyecto los deja como concepto general. ¿Qué recomendaciones hizo la OIT?

Las recomendaciones son siempre muy generales, porque va dirigida a todos los países y con distintos niveles de desarrollo. Los servicios básicos en el mundo varían. En algunos países las policías hacen huelgas o los metros paran. Lo que hay que tener claro es que deben haber mecanismos capaces de asegurar ciertos funcionamientos de las empresas y servicios públicos para que no afecten la vida de la gente. En el caso normal de una empresa, sacando los servicios esenciales, lo que uno debería apuntar como interés compartido entre la empresa y el sindicato es ver qué cosas no pueden parar a fin de no poner en riego la propia fuente laboral.

¿Cree que están bien establecidos en la iniciativa?

Sí, porque nuestro tejido productivo y relaciones laborales es todavía muy frágil. Necesitamos un salto más cualitativo para poder tener esto (servicios mínimos) menos regulado.