La dirigenta remarca además que hay temas intransables para la CUT: derecho a huelga y titularidad sindical. Admite que la unión con que ha actuado el empresariado le permitió ganar terreno en el debate.

Por Pía Toro.

El 2 de marzo, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) asistirá a la comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, donde expondrá tanto los aspectos que valora de la reforma laboral, como aquellos reparos acordados en el último consejo directivo ampliado de la multisindical. Ese 16 de enero pasado decidieron poner énfasis en la posibilidad de corregir algunas materias: sanciones al sindicato y sus dirigentes, adaptabilidad laboral, servicios mínimos y facultades de la Dirección del Trabajo, entre otras. Pero para la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, el debate legislativo también presentará otros desafíos para el mundo sindical.

¿Han podido percibir cómo los sindicatos están valorando la reforma laboral?

Algunos pensaban y así lo trataron de hacer ver, sobre todo en la oposición, que la reforma era muy estrecha, muy de la CUT, pero nos estamos encontrando con un debate muy de base sindical. Tengo una visión muy positiva de lo que se está expresando, porque si bien se entiende que se deben hacer perfecciones al proyecto, se parte de la base que hemos logrado instalar un debate y éste es un logro sindical. Por lo tanto, gran parte de lo que pase en el debate parlamentario donde hoy se está jugando la reforma laboral, dependerá mucho de la fuerza sindical y de cómo los sindicatos no sólo asisten a seminarios, sino también van al Parlamento a expresar su posición. Este no es un debate cúpula, ya que está instalado en las bases.

Durante el diseño del proyecto el Gobierno moderó su discurso y pasó de reforma a agenda. ¿Temen que se siga moderando en el Congreso?

Creo que el Gobierno moderó el discurso y el debate como manera de aquietar las aguas sobre todo en el mundo empresarial, que se expresó de manera muy agresiva en algunos planteamientos y muy poco republicana, es decir, asumieron una trinchera más ideológica que un debate de cara al país, pensando en su desarrollo. Creo que la comisión de Trabajo (de la Cámara de Diputados) entiende que puede jugar un rol gravitante en perfeccionar la iniciativa, por eso tengo la impresión de que por más que el Gobierno trate de moderar el lenguaje, no debiera tener un impacto mayor en el debate parlamentario.

¿Ustedes esperan modificar, eliminar o incorporar puntos?

Hay un primer nivel relacionado con el estado de avance del proyecto que compartimos, y vamos a ir a defender, es decir, esperamos que en materias donde se avanza, en el Parlamento no se retroceda. Lo segundo tiene que ver con aquello donde siempre hubo diferencias con el Ejecutivo, por ejemplo, en el piso mínimo más IPC, donde siempre supimos que llevaría el debate al Parlamento, porque no eran partidarios de incluirlo, por lo que es un tema que tenemos que ir a pelear al Congreso. Y tercero, tiene que ver con materias que no fueron debatidas ni con la organización sindical ni con otros actores tampoco, y tiene que ver con incorporaciones de último minuto sobre sanciones a la actividad sindical, la pérdida de fuero, entre otros.

El empresariado se ha mostrado unido ante esta reforma, ¿ustedes van a aunar criterios con las otras centrales?

No hemos tenido hasta ahora reuniones con otros actores sindicales, pero no descartamos llegar a puntos de encuentro con ellos. Entendemos que acá no sólo hay un empresariado que ganó espacio, sino que también se consolida un consenso tras la figura de Alberto Salas, por ejemplo, en el contexto de la elección de la CPC, y parece que se robustece para enfrentar el proceso que viene. Nosotros tenemos que aprender esa lección y mirar cómo la contraparte va a enfrentar, y las estrategias que está construyendo. Pero nosotros contamos con un plus, y es que si bien la reforma no satisface plenamente las expectativas, es claro que apunta hacia lo que demandábamos y donde hemos visto que hay un Parlamento llano a abrirse a perfeccionar el proyecto de ley.

Pero el Gobierno también puede buscar apoyo más allá de sus fronteras. ¿Cómo están viendo un posible acuerdo con la Alianza en esta materia?

A nadie le puede extrañar que un Gobierno intente llegar a acuerdos transversales. Pero sí vamos a estar tremendamente atentos a que ninguna intención de avanzar en acuerdos transversales afecte lo que es el proyecto, es decir, si el Ejecutivo piensa que es necesario buscar más votos, entendemos que es parte de su pega, pero sería un error del Ejecutivo que a costa de generar acuerdos entorno a la reforma laboral, se termine perdiendo la esencia de esta iniciativa. En ese caso, ahí uno apelaría a una Nueva Mayoría más activa, para que sean los protagonistas de lo que estamos debatiendo, y por cierto también en la relación con el mundo sindical, porque a diferencia con lo que ha ocurrido antes, hoy estamos enfrentando un proyecto que tiene un actor social incidente y que no va a dejar de incidir.

¿Cuáles son sus intransables?

El fortalecimiento de la negociación colectiva, que incluye la titularidad, el piso mínimo, la extensión de beneficios, y por cierto el derecho a huelga. Es decir, tiene que ver con el reconocimiento de un actor preponderante que es el sindicato, que debe ir acompañado de libertades sindicales, para que sea una reforma que permita recuperar derechos a los trabajadores, que se le han negado en estos últimos 35 años. Esta es la primera reforma que habla de poder sindical y, en ese marco, evidentemente que es histórica.

Desde afuera se ven algunas diferencias al interior de la CUT frente a la reforma…

El consejo directivo ampliado del 16 de enero reconoció aspectos de valoración y aspectos a corregir. Decir que está todo malo no es decir lo que el consejo mandató. Es evidente que cada dirigente tiene sus sellos, sus formas y énfasis, pero me quedo tranquila, porque lo que ha hecho síntesis en la organización sindical es lo que el consejo señaló.