El Ejecutivo descarta que estas medidas obedezcan a la necesidad de ejecutar el 100% del presupuesto:

El Sence reeditó los cursos de 8 horas que fueron eliminados por el gobierno anterior, pero mantuvo los cambios a los cursos de e-learning, cuyo valor se redujo a la mitad.

Por Pablo Obregón Castro.

Este mes, el gobierno decidió revertir gran parte de los cambios que implementó a fines de 2013 la ex ministra del Trabajo Evelyn Matthei al sistema de capacitación con recursos públicos, conocido como franquicia tributaria Sence.

De 8.000 cursos eliminados el año pasado de los registros del Sence por su escaso impacto sobre la empleabilidad y remuneración de los trabajadores, 3.306 fueron reeditados, y ya pueden financiarse con recursos públicos. Entre ellos, algunos llamados actitud positiva, resolución de problemas y desarrollo personal.

Además, los institutos que financian sus actividades con platas públicas podrán volver a impartir cursos de un mínimo de ocho horas, que también habían sido objetados bajo el argumento de que, en tan poco tiempo, difícilmente los trabajadores adquirirían alguna habilidad pertinente para su trabajo.

La idea de la anterior administración era priorizar el financiamiento de cursos extensos y vinculados a un oficio concreto (operador de grúa, por ejemplo), con un mínimo de 16 horas de clases. Asimismo, se buscaba reducir las platas destinadas a programas menos concretos, como liderazgo, y controlar la asistencia. Esto último se hizo implementando un sistema de registro de huella, que si bien tuvo problemas en su puesta en marcha, sigue operando.

En la decisión del gobierno anterior pesaron una serie de antecedentes que se arrastraban desde 2002, cuando el Servicio de Impuestos Internos (SII) comenzó a detectar fórmulas utilizadas por empresas y por algunos institutos para acceder a platas fiscales: cursos cuyo impacto en las habilidades de los trabajadores era difícil de pesquisar, con escaso uso de infraestructura, pocos docentes y la utilización de alumnos que se inscribían, pero no asistían a clases. En 2011, además, una comisión revisora liderada por el economista Osvaldo Larrañaga indicó que el sistema no cumplía con las condiciones mínimas para justificar su financiamiento con recursos públicos.

US$ 300 millones al año para cursos de capacitación

La industria de la capacitación funciona con fuertes sumas de dineros públicos. El Estado dispone de US$ 300 millones al año para financiar cursos de capacitación. Y lo hace mediante un subsidio que permite a las empresas descontar de impuestos todos los gastos que hagan en esta materia -en institutos, centros de formación, universidades, etc.- por un monto de hasta el 1% de la planilla anual de remuneraciones.

El director del Sence, Pedro Goic, defiende la decisión de revertir las medidas adoptadas a fines de 2013 bajo el argumento de que la objeción de esos cursos se hizo con un escaso análisis técnico. Por ejemplo, el primer bloqueo de cursos se hizo básicamente identificando palabras y filtrando los nombres de los cursos según esa palabra: «Por eso la decisión fue liberarlos, lo cual ha sido acompañado de un fortalecimiento de nuestros procesos de fiscalización». (ver entrevista)

Pero la argumentación de Goic no convence a la oposición. «Descongelar cursos que demostramos que no sirven para nada es una vergüenza», opina la ex ministra del Trabajo Evelyn Matthei, quien agrega que cursos de habilidades blandas pueden ser útiles para mejorar el clima laboral en la empresa, pero no para mejorar la remuneración ni la empleabilidad de los trabajadores.

A juicio de la ex secretaria de Estado, esta decisión es una medida desesperada para ejecutar el presupuesto del Sence o para favorecer a institutos vinculados a políticos. Sin embargo, esta afirmación es descartada por Pedro Goic.

De un presupuesto anual de $164 mil millones para transferencias, el Sence había ejecutado $101 mil millones al tercer trimestre de este año.

Nueva revisión en 2015

En los Organismos Técnicos de Capacitación (Otec) ven como un respiro estas medidas, pero no bajan la guardia: «Es una medida de transición oportuna para restaurar el servicio», afirma el presidente de la Federación de Asociaciones Regionales de Otec, Leandro Pommiez, quien afirma que en los próximos meses podrían arreciar nuevos cambios sobre esta industria.

Esto, porque los cursos que se reeditaron en esta oportunidad no pasaron por un proceso de evaluación definitivo y serán revisados durante el primer semestre de 2015 a partir de una nueva metodología de trabajo. La jefa del Departamento de Desarrollo y Regulación de Mercado de Sence, Marcia Pardo, reconoció esta situación en una carta enviada a los Otec a principios de noviembre: «Se inició la revisión curricular de 3.306 cursos; no obstante, a una tasa de 65 cursos diarios, tardaríamos mínimo un mes y medio en concluir ese trabajo, lo que no hace sentido en términos de la eficiencia. Todo lo anterior llevó a proponerle al Director Nacional liberar los códigos de estos 3.306 cursos, condicionando su vigencia a que el Sence haya definido las nuevas políticas de codificación de cursos. Se prevé que el nuevo manual de codificación y plataforma ad-hoc estará listo en el primer semestre de 2015», señala en esa misiva.

Según Bernardo Ramírez, gerente general de la Corporación de Capacitación de la Cámara Chilena de la Construcción, la reedición de cursos de 8 horas tiene luces y sombras. Por un lado, la decisión de establecer cursos con un mínimo de 16 horas obligaba a sacar a los trabajadores dos días de sus funciones, lo que resultaba complejo. Por otro, el mensaje que se había entregado desde el Estado de priorizar las capacitaciones más sustanciales (oficios) queda en entredicho, afirma Ramírez.

E-learning sin cambios

Lo que el gobierno sí mantuvo, son los cambios implementados en la industria de la capacitación a distancia.

El gobierno de Piñera estableció un sistema de control para estos cursos en que el alumno debe registrar el inicio y cierre de cada sesión a través de una clave personal. Si inicia una sesión y no registra movimientos en tres horas, la sesión se cierra y el tiempo no se registra, y el instituto no puede cobrar. Además, el valor hora que paga el Sence bajó de $4.000 a $2.000 por alumno.

Según Carlos Linares, presidente de la Asociación de Otec, esta industria atraviesa por una crisis grave: «lo peor que le puede pasar a un organismo regulador como el Sence es que mate a la industria que está regulando».

Los cambios que hicieron cerrar 797 institutos en un año
Entre agosto de 2013 y enero de 2014, el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence) implementó al menos doce cambios al sistema: eliminó de sus registros 8 mil cursos e implementó un sistema de control de asistencia que reemplazó a la lista de papel por un lector de huellas, que permite que los alumnos acrediten sus horas de ingreso y salida en cada clase.

¿Consecuencias de estos cambios? De los 3.085 institutos inscritos en los registros del Sence, solo 2.189 OTEC han inscrito alumnos en sus aulas durante este año; 797 instituciones cerraron y 1.000 se encuentran en proceso de cierre, según cifras de la Federación de Asociaciones Regionales de OTEC.

«En mi caso, se eliminaron diez cursos de un total de 25. Estos cursos eliminados son todos los asociados a seminarios con temáticas como actitudes positivas en el trabajo; comunicación efectiva, trabajo en equipo, autocuidado, prevención de alcohol y drogas», señala el fundador del instituto R-Yes, Patricio Reyes.

Varios de estos cursos se reeditaron a partir de este mes. Sin embargo, Reyes cree que todavía hay exigencias que deberían mejorarse, como el uso del huellero: «Los alumnos deben certificar su presencia al inicio de la jornada, al término de la mañana, al inicio de la tarde y al finalizar la jornada de capacitación».