Por Marcelo Samur F., Socio Director Segal S.A.

La reforma que prepara el Gobierno se convierte en otro factor de riesgo más para el crecimiento del país. Por eso será necesario llegar a un mayor diálogo y consenso entre empresarios y Gobierno para mejorar este proyecto que tiene fallas claves en su ADN.

Todas las señales que se emiten desde distintos sectores apuntan hacia una misma dirección: Hoy no es un buen momento en Chile para hacer una reforma laboral como la enunciada desde el Gobierno.

Es una reforma que no está enfocada en aumentar la productividad ni a favorecer la contratación de trabajadores y, por ende trae adosado el riesgo de otro factor más de negativo impacto en el crecimiento del país.

Es una propuesta que más bien rigidiza las relaciones laborales, aumenta la inestabilidad y contribuye a perfilar a nivel externo la imagen de un país poco atractivo para atraer inversiones intensivas en mano de obra.

Según las proyecciones del último LatinFocus Consensus Forecast, el deterioro de la inversión se mantendría en el tercer trimestre de este año, con una caída superior al 5% anual, la peor desde la crisis asiática.

En este escenario, el análisis apunta claramente a que una avalancha de reformas estructurales que ambiciosamente se proyecta en apenas un año, conduce al país a un clima de mayor desconfianza e incertidumbre. Las inversiones se retraen, aumenta la cesantía y de pronto una bola de nieve se transforma en un alud.

Prohibir la continuidad operacional de las empresas durante una huelga, obligar a los trabajadores a que sean parte de un sindicato, o impedir a que se organicen como lo estiman conveniente para negociar con sus empleadores, es sin duda alguna una tendencia que da rigidez al mercado laboral y que solo contribuirá a disminuir la creación de empleo.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elabora cada año varios índices que miden el grado de rigidez laboral entre sus países miembros. Y como a los chilenos nos gusta compararnos con este selecto grupo, Chile se destacará con esta reforma por ser uno de los más rígidos, a la altura de Alemania, pero con una estructura de país subdesarrollado.

Bajo este mismo escenario, por primera vez la agencia clasificadora de riesgo Fitch Ratings se pronunció sobre la nota soberana de Chile en el marco de la nueva administración. Si bien nuestro país mantuvo la nota de riesgo en “A+”, proyecta un crecimiento de 1,8% para este año y un promedio de solo 2,7% para el bienio 2015-2016, advirtiendo, además, que los riesgos son a la baja frente a un menor dinamismo que responde a “una combinación de factores externos e internos que han afectado la confianza empresarial y las perspectivas para la inversión.

A pesar de que están las “alarmas encendidas” la autoridad parece estar empeñada en seguir adelante con la reforma laboral, pero será necesario llegar a un mayor diálogo y consenso entre empresarios y Gobierno para mejorar este proyecto que tiene fallas claves en su ADN.