De los próximos cambios en la cúpula de la CPC y otros gremios emergerán los nuevos interlocutores de la actual administración. Los contactos para dar con los candidatos ya comenzaron.

Por Pamela Jimeno Ocares y Marta Sánchez Leiva.

EL 20 de marzo de 2015, Andrés Santa Cruz cumplirá dos años como presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). Según los estatutos de la entidad, el empresario agrícola no puede ser reelecto y, por eso, lo más probable es que la tercera semana de abril próximo los 71 consejeros nacionales de la institución debieran emitir su voto, para elegir a quien guiará la cúpula empresarial por un nuevo período. La decisión, sin embargo, no sólo es relevante para los privados. También lo es para la administración Bachelet, dado que la nueva dirigencia la acompañará el resto de su gobierno y será con ella con la que sus equipos económico y político deberán sortear sus otras reformas estructurales: educacional, constitucional, y también sus agendas laboral, energética y de agua; claves para los privados.

El nuevo liderazgo de la multigremial de igual manera será una variable para quienes, por esas mismas fechas, trazarán las primeras líneas para suceder a la Mandataria en La Moneda.

Definir quién conducirá la casona de Monseñor Sótero Sanz es determinante para las seis ramas productivas de la CPC, pero en especial, para las cuatro que entonces también enfrentarán elecciones internas. Estas podrían cambiar el curso de sus bases, pero en el norte de cada una también está influir en la dinámica grupal de la Confederación y la relación desde ésta con la autoridad, la clase política, las entidades sindicales y hasta las organizaciones sociales, coinciden dirigentes actuales y pasados de algunas de ellas.

Entre abril y mayo de 2015, los titulares de la Asociación de Bancos (Abif), la Sofofa, Cámara Nacional de Comercio (CNC) y la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) cumplirán en sus cargos los plazos estatutarios de cada entidad (ver galería). En privado se comenta, sin embargo, que en los dos primeros casos es probable que sus máximos representantes sean renovados y los sondeos para dar con los candidatos ya comenzaron. En el caso del comercio y agricultura, en tanto, habría inclinación a pedir a sus presidentes que permanezcan en sus cargos.

El tono que pueda tomar la relación entre el empresariado con el gobierno dependerá de cuál será la opción de los integrantes de las ramas y cómo esto se exprese en la CPC para elegir a sus máximos exponentes. Por eso, en el gobierno dicen que siguen de cerca las tratativas iniciales y que la apuesta es establecer puentes de comunicación más directa para lograr mayor fluidez en la relación.

Ahora, las mismas fuentes tampoco descartan que ese acercamiento pueda darse antes de la renovación de dirigentes, pues uno de los objetivos que persigue la agenda público-privada que lanzó el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, es precisamente tender puentes con el empresariado, que se traduzcan en reuniones periódicas y no ocasionales, que se limitan a tratar sólo temas coyunturales.

Tanto en el gobierno como en el sector privado fijan como ideal que las instancias de diálogo de ambas partes vuelvan a tener el carácter de “institucional” que habían logrado en las administraciones anteriores y que fue interrumpido en el gobierno del ex Presidente Sebastián Piñera.

“Antes había una línea directa entre Juan Claro con el ex ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre; los principales dirigentes de la CPC se reunían periódicamente con el ex ministro Osvaldo Puccio (vocero en el gobierno de Lagos), y Hernán Somerville, cuando era presidente de la CPC en el anterior gobierno de Bachelet, tenía un canal directo con el entonces vocero y ahora senador Ricardo Lagos Weber”, afirma un consejero nacional de la confederación.

PUENTES NUEVOS

Si bien la Presidenta Bachelet y el ministro Arenas se reunieron con los seis dirigentes de la CPC durante la campaña y tras resultar electa, existe coincidencia en que el mayor acercamiento se dio a propósito de la tramitación en el Congreso de la reforma tributaria. Es más, varios dirigentes afirman que gracias a ello, “las cosas hoy están considerablemente mejores que en los primeros meses de este gobierno”.

Aunque en el comité ejecutivo de la CPC reconocen que la Sofofa logró meter una cuña importante en el proceso de negociaciones que se abrió tras el protocolo de acuerdo en el Senado y las indicaciones posteriores al proyecto, destacan que Santa Cruz estableció un canal de diálogo más directo con el gabinete económico y, en particular, con el ministro de Hacienda.

El presidente de la CNC, Ricardo Mewes, afirma que “la experiencia de trato respetuoso, pero claro, de haber tendido los puentes en el momento propicio, de haber evitado que una muy mala reforma se aprobara en el Congreso y haber contribuido a mejorar significativamente el proyecto, es lo que lo ha granjeado en estas circunstancias como presidente de la CPC”.

Pero el timonel de la SNA, Patricio Crespo, subraya un hecho que no ha pasado inadvertido para el empresariado: Santa Cruz pudo afiatar un canal de comunicación con la Presidenta Bachelet para aquellas cuestiones en que el equipo económico no puede resolver: la política de trinchera.

“La Presidenta tiene gente de confianza, pero ella se dio cuenta de que en la caída de la inversión el problema era político, de confianza, cuando nosotros le dijimos en una audiencia -que pidió Andrés- que eso ocurría porque había partidarios de su gobierno que habían llevado las cosas a una posición tal, que ponían en entredicho el modelo y sus cimientos. En una audiencia con el ministro Arenas, Andrés le dijo con claridad que esto era un problema político y que por eso pediríamos la reunión, para pedirle que fuera la Presidenta la que pusiera orden”, señala el dirigente.

En los círculos políticos y empresariales se comenta que tras ese episodio se inició una suerte de relación entre Bachelet y la dirigencia empresarial. “Para que todo vaya bien hay que conocerse bien y, obviamente, tener disposición para conversar y buscar acuerdos”, opina Mewes.

Crespo es más lapidario: “La sensibilidad del mundo empresarial no se cambia con la intervención de un ministro, sino con la señal que da la Presidencia. Andrés fue muy claro en eso y bueno, después la Presidenta nos invitó a la gira en Estados Unidos, dimos varias señales en conjunto y los puentes se tendieron con más claridad”.

EN LA VIEJA CASONA

La convención de junio de 1934 que dio origen a la CPC aspiraba a “agrupar las fuerzas productivas para obtener una participación a nivel de gobierno en todas aquellas materias vinculadas a la actividad económica”, señala la entidad.

Dos artículos de sus estatutos, el 23 y 24, indican cómo se debe elegir al timonel: “De entre sus miembros, el consejo nacional elegirá al presidente de la Confederación, que durará dos años en sus funciones, sin posibilidad de reelección”, dice el primero. “La elección del presidente se hará por simple mayoría en votación secreta y por cédula, en una reunión del Consejo Nacional, citada al efecto dentro del mes siguiente a aquel en que se complete el período de dos años. Mientras no se realice esta reunión continuará en funciones el titular”, aclara el segundo.

“En los estatutos efectivamente se señala que la presidencia de la CPC es de dos años, sin reelección. La rotación o de turnos para presidir la confederación es leído más bien como una convención entre los gremios, una situación que se ha dado, pero lo relevante es otra cosa: que el candidato sea de consenso y que tenga ciertas características profesionales y personales para un liderazgo de esa naturaleza. Hay que tener el debido resguardo para que el sentir mayoritario sea lo suficientemente considerado. Es la norma en la CPC”, dice Crespo.

Aunque hablar del perfil del candidato es un tema que arriesga a caer en los clichés tradicionales, comenta el dirigente, la búsqueda de nombres para la máxima representación empresarial es compleja, porque se da una dualidad difícil de resolver: el presidente de la CPC debe estar asociado a una de las ramas, como dirigente actual o haber sido presidente o vicepresidente de alguna. “Eso plantea el desafío de encontrar a alguien con verdadero sentido de servicio público para que tenga la ecuanimidad para ponderar, para representar intereses generales y no individuales y para buscar espacios de diálogo, no sólo con el gobierno, la autoridad o el mundo político. El presidente también tiende puentes internos y genera confianzas internas. Ese liderazgo tenemos en la CPC y buscamos mantenerlo. Por eso encontrar candidatos no es fácil”, añade el timonel de la SNA.

Mewes y el presidente de la Sofofa, Hermann von Mühlenbrock, aseguran que al menos en el comité ejecutivo de la CPC la sucesión de Santa Cruz no se ha conversado aún.

¿La razón? Al menos dos: la tensión que enfrentaron las relaciones entre el empresariado y el gobierno con motivo de la reforma tributaria, y el fuerte deterioro de las expectativas, lo que agudizó la desaceleración económica. Eso ha motivado que la dirigencia esté más bien concentrada en apuntalar el crecimiento y enviar señales de unidad, que en mostrar diferencias o esbozar hacia dónde quieren llevar la dirección de la cúpula empresarial.

“La reelección no está en los estatutos, es posible una modificación, pero a nivel del comité ejecutivo no se ha conversado y creo que no es posible hacerlo al menos antes de noviembre o diciembre próximos”, aclara Mewes.

Afirma que hoy la CPC tiene muchas cosas que resolver, como por ejemplo, asentar una buena agenda público-privada antes de lanzarse en esa búsqueda. “Estamos en un momento bien decisivo, de reformas importantes y nuestra labor es intentar que esas reformas no tengan efectos perjudiciales. En eso está el presidente de la CPC, en eso estamos todos y en eso debe continuar quien lidere desde el próximo año”, sostiene.

“Hay mucho que hacer. La reelección, los estatutos, eso no es el tema por ahora. Lo que debemos hacer es seguir trabajando juntos”, añade Von Mühlenbrock.

BAJO ESTRICTA RESERVA

La búsqueda de candidatos para dirigir la CPC, sin embargo, ya es tema de conversación en los círculos empresariales. Altos dirigentes de la Sofofa, por ejemplo, coinciden en que la reelección no es posible y que modificar los estatutos abriría un flanco innecesario.

De hecho, recuerdan que eso ni siquiera sucedió cuando, entre 2002 y 2004, la CPC fue presidida por el entonces también timonel de la Sofofa, Juan Claro, y éste junto al fallecido Andrés Concha -por esos años, secretario general de la entidad fabril- condujeron la confederación.

Así y todo, una parte de los dirigentes de la Sofofa ya habría sondeado con el actual segundo vicepresidente de la Sofofa, Rafael Guilisasti, su vuelta a liderar la confederación. El empresario presidió la CPC en 2008-2010. En su entorno, sin embargo, aseguran que éste rechazó la oferta.

Otra opción, pero que también requiere cambio de los estatutos de la CPC, es la que han planteado algunos consejeros nacionales: la reelección de Santa Cruz por dos años más. Alternativa que cobró fuerza tras el desenlace que tuvo la reforma tributaria. De hecho, en el comité ejecutivo se valora mucho el esfuerzo personal que hizo Santa Cruz para lograr, primero, que el empresariado se abriera a contratar a un grupo transversal de expertos tributarios, encabezado por Ricardo Escobar, el ex director del SII del gobierno anterior de Bachelet, y luego, que el Ejecutivo se allanara a repensar el proyecto tributario.

Los contactos también se han extendido, aunque sin éxito, con el director de Banco Santander, Mauricio Larraín. Fuentes allegadas al tema aseguran que la opción le parecía interesante, pero tras su nombramiento como nuevo miembro del Consejo de Superintendencia del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el banco vaticano, desistió de avanzar en esa idea.

Así, otro alto ejecutivo que conoció de ambos sondeos asegura que también hay empresarios que comienzan a nombrar a Juan Claro como una posibilidad, aunque en paralelo un sector más duro del empresariado habría instalado la moción de que la figura del presidente de Grupo Security, Francisco Silva, sería una buena carta para el segundo tiempo de Bachelet y sus reformas más estructurales.