Investigación con cerca de 5 mil personas a lo largo de cinco años:

Un estudio demuestra que detrás de un trabajador que ha llegado lejos en su carrera suele haber una pareja que con sus actitudes y conductas ha pavimentado el camino hacia ese éxito.

Por Paula Leighton N.

Dentro de unos meses, Felipe Manuschevich (30 años) partirá a Shanghai junto a Catalina, su pareja, para hacerse cargo de la oficina que tiene en Asia la multitienda para la cual trabaja.

En seis años este ingeniero comercial hizo una carrera ascendente y ampliamente reconocida por sus empleadores. «Me gusta mucho mi pega; yo creo que por eso me es fácil hacerla bien y dedicarle tiempo», dice.

Paola, abogada de 46 años que prefiere no dar su apellido, comenzó a trabajar como procuradora a los 19 años, luego fue profesora ayudante, y tras recibirse, comenzó a trabajar en el staff de oficinas de abogados y como asesora en empresas, hasta convertirse en socia de un prestigioso estudio de abogados.

«Siento que hoy estoy en el peak de mi carrera. Lo he logrado con harto esfuerzo, sacrificios y mucho trabajo», dice.

Si bien ambos son considerados profesionales altamente exitosos y eficientes, el mérito no es solo suyo.

En un estudio que se publicará en la revista Psychological Science, los psicólogos Joshua Jackson y Brittany Solomon, de la U. de Washington en St. Louis (EE.UU.), evaluaron con tests psicológicos a los integrantes de más de 2.200 matrimonios, analizando cinco rasgos de personalidad: extraversión, neuroticismo, amabilidad, apertura a la experiencia y responsabilidad.

Así determinaron que la mayor parte de quienes tenían mayores niveles de satisfacción laboral, ingresos y ascensos en su trabajo tenían una pareja que, independiente de si trabajaba o no, tenía una personalidad marcadamente responsable. Estas personas se caracterizan por un fuerte sentido del deber y la organización, necesidad de logro, autodisciplina y eficiencia, meticulosidad y autocontrol o tendencia a pensar cuidadosamente antes de actuar.

«¡Por supuesto que mi marido tiene todas esas características!», concuerda Paola, casada con un ingeniero y empresario agrícola con quien comenzó a pololear a los 15 años. «Si no, ¿cómo podría haber trabajado algunas veces hasta 15 horas diarias o irme por una semana a negociar un contrato en el extranjero si no hubiera tenido la tranquilidad de que él estaba a cargo de la casa y los niños?».

Si bien otras investigaciones revelan que las personas responsables son más exitosas en el trabajo, «lo novedoso de nuestro estudio es que si tu pareja también es responsable, tienes más probabilidad de tener éxito, independiente de tus propios niveles de responsabilidad», dice Jackson a «El Mercurio».

«La Cata es súper orientada al logro, a hacer bien su trabajo. En eso nos potenciamos y apoyamos harto», reconoce Felipe. «Si ella me hubiera exigido más tiempo en la casa o hubiera cuestionado que viaje tanto, seguramente no me habrían ofrecido este puesto ahora o habríamos tenido problemas como pareja», reflexiona.

En equipo

«Los beneficios de una pareja responsable radican en que crea las condiciones que le permiten a su cónyuge desempeñar su trabajo de forma efectiva», corrobora Jackson.

Esto, según los autores, ocurre a través de tres mecanismos por los cuales una persona altamente responsable ayuda al éxito profesional de su pareja: se hace cargo de más responsabilidades domésticas y de gestión familiar, lo que libera tiempo para que el otro tenga tiempo y energía para trabajar.

Asimismo, la pareja adopta y aplica en su vida laboral algunas de sus conductas responsables, como la necesidad de logro o su laboriosidad. En tercer lugar, un marido o mujer con altos niveles de autocontrol causa menos desacuerdos en casa, contribuyendo así a una relación de pareja armoniosa, lo que permite enfocar recursos y energía en el trabajo.

«Esto demuestra que la personalidad de tu pareja, su forma de pensar, sentimientos y conductas, tienen un impacto que va más allá de la relación, con importantes ramificaciones hacia otros ámbitos, como el laboral», concluye Jackson.

Una mano lava a la otra
«El dicho ‘una mano lava a la otra y las dos la cara’ se aplica perfectamente a estas parejas», dice la psicóloga Diana Rivera, terapeuta de pareja y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica.

Ella destaca que la investigación se enmarca en una línea de estudio que «reconoce que personas en relaciones significativas influyen en lo que el otro siente o piensa y en sus logros. Hay un efecto sumativo más allá de lo que cada uno puede hacer individualmente».

En ese sentido, agrega, todo empleador que esté preocupado por la productividad de sus trabajadores «debería tener absolutamente en cuenta cómo apoyar a la pareja y a la familia de sus trabajadores, porque un sistema conyugal que funciona de buena manera reporta un beneficio directo en el trabajo».