Bomba en galería comercial de la estación Escuela Militar:

Luego de este hecho, y pese a la inseguridad que implica, las personas pueden ser más conscientes de su entorno y de quienes las rodean, poniendo atención a situaciones sospechosas.

Por Camila Sandoval C.

El impacto que causó la bomba que detonó en el Subcentro de la estación Escuela Militar del Metro de Santiago y que dejó 14 heridos podría traer consigo consecuencias emocionales no necesariamente negativas para los chilenos.

«En el país estamos acostumbrados a distintos desastres naturales que dejan huellas indelebles en nuestra memoria emocional, pero en este atentado fue una persona la que causó un daño consciente a sus iguales; esta es una situación inédita que trae consigo reacciones nuevas», dice el psiquiatra Rodrigo Gillibrand, jefe de la Unidad de Psicotrauma del Hospital del Trabajador.

Aunque existe una gran diferencia entre un atentado con bomba y las catástrofes naturales, el chileno tiene una personalidad tranquila que le ayudará a enfrentar este nuevo escenario.

Un ejemplo es que el número de personas que usaron ayer el metro no varió mucho respecto de otros días. «Viajamos igual; con recelo, pero continuamos nuestra rutina», dice Gillibrand, que utiliza en forma frecuente el tren subterráneo.

«La gran mayoría de las personas es capaz de reponerse rápidamente del suceso sin presentar ningún síntoma asociado al estrés postraumático», señala Alex Behn, psicólogo y académico de la Facultad de Psicología de la U. Católica.

Atento a lo que pasa

«Hay una sensación de inseguridad, pero no hay miedo, porque este inmoviliza a las personas. El lunes tampoco hubo histeria en el lugar de los hechos», opina Aldo Mascareño, sociólogo de la escuela de gobierno de la U. Adolfo Ibáñez, que estuvo cerca del lugar momentos después del atentado y observó las reacciones de los testigos.

La inseguridad permite a las personas poner atención a su entorno y ser conscientes de la otra persona, lo que despertaría un sentimiento de unidad, dice el académico. «Probablemente ahora los pasajeros y los transeúntes pondrán ojo a bolsos olvidados o paquetes sospechosos», agrega.

Y se atreverán a denunciar, asegura Behn, facilitando el trabajo de las autoridades. Al menos así sucedió ayer, cuando varias estaciones del metro fueron cerradas ante las denuncias de objetos extraños realizadas por los propios pasajeros.

Sin embargo, como la situación es incierta, los especialistas concuerdan con que debe haber una institución o una figura pública, ya sea de la policía o del Gobierno, que sea capaz de manejar el problema con acciones concretas para que las personas puedan sentirse seguras.

«El efecto de esta inseguridad desencadenará que los ciudadanos restrinjan sus propias libertades, comiencen a valorar la tranquilidad de nuestra sociedad y tengan un rechazo total a este tipo de actos terroristas», opina Mascareño.

«Si no hay una solución robusta, quizás la inseguridad aumente. Lo que está claro es que los chilenos no queremos transformarnos en una sociedad con miedo, atemorizada», concluye Gillibrand.