Los permisos duran un promedio de 11 días en el ámbito privado y 9 en el estatal:
Estudio de la UDD concluye que, en segmentos y ocupaciones de mayor ingreso, la opción de licencias extensas es menor.
Por Cecilia Arroyo A.
Los trabajadores públicos tienen una menor probabilidad de tomar licencias médicas largas que en otras ocupaciones.
Así lo señala un estudio sobre las variables que determinan la duración de estos permisos en el sistema público de salud, Fonasa, elaborado por académicos de la Universidad del Desarrollo. El análisis consideró una base de datos de 10.188.362 de observaciones, que corresponden al total de licencias médicas otorgadas y procesadas entre enero del 2010 y diciembre de 2012, excluyendo aquellas asociadas a la maternidad.
Según el informe, las licencias médicas de los trabajadores públicos duran en promedio 9,3 días, mientras que la media de estos permisos en el sector privado es de 12,2 días. Esto podría deberse a que los trabajadores públicos no están afectos a deducible y disponen de al menos 5 días de permiso administrativo, según explica uno de los académicos detrás del estudio, Rodrigo Castro. Pero, aclara que «no existe forma de saber si el cotizante que trabaja en el sector público (y también en el privado) no pide varias licencias cortas».
El estudio concluye, además, que la probabilidad de tener licencias largas es menor el año 2012 en relación con 2010 y 2011. Aquí hay varias hipótesis, según Castro. «Una de ellas es que la probabilidad de desempleo cae fuertemente en este período. Pero, además, en dicha época aumentan fuertemente las remuneraciones reales, lo que aumenta el costo de oportunidad de solicitar licencias», explica.
Esto, porque como lo plantean las conclusiones del estudio, en sectores y ocupaciones de mayor ingreso la probabilidad de licencias largas es menor. Asimismo, se evidencia que a mayores tasas de desempleo, mayor es la probabilidad de tener permisos duraderos. Sin embargo, si se cruza la variable desempleo con el indicador de enfermedades del sistema nervioso, el análisis muestra que cuando aumenta la tasa de desempleo, las licencias por enfermedades como estrés tienen una menor probabilidad de extenderse en el tiempo, es decir, tienden a ser más cortas que en períodos de bajo desempleo. Una hipótesis respecto de la causa de esto, es que en períodos de alta cesantía la gente teme perder su trabajo y, por lo tanto, evita la licencia por estrés, dice Castro.
Entre otros aspectos, los resultados muestran que la posibilidad de que una licencia se extienda en el tiempo es menor para trabajadores de la Región Metropolitana para lapsos cercanos a los 10 días y hasta los 30 días. A su vez, los trabajadores de la Región del Biobío tienen más posibilidades de pedir licencias más largas, debido al desempleo que ha afectado a la zona entre 2010 y 2012. También, señala que las mujeres tienen licencias médicas con una probabilidad de menor duración.
Las propuestas
Según los expertos que participaron del estudio, el actual marco regulatorio para el otorgamiento de licencias médicas ha generado incentivos perversos, haciendo a estos permisos de salud permeables a los fraudes, lo que encarece la operación del sistema de subsidios por incapacidad laboral.
De acuerdo con Castro, la separación del financiamiento del Subsidio de Incapacidad Laboral o licencia médica (SIL) de la cotización para salud y una baja de la cobertura permitirían un mejor uso de los recursos para ambos objetivos. «Los cotizantes tomarían en cuenta el efecto de sus decisiones sobre la prima que pagarían para SIL y para salud. Además, este cambio permitiría hacer más eficiente el uso de los recursos en salud, tal como lo demuestran varios países que han realizado este tipo de reformas», afirma.
Otra medida propuesta es que el deducible de los tres primeros días que afecta a las licencias de menos de 11 días de duración, debiera aplicarse a todo evento, independiente del lapso del permiso. De esta manera, se evitaría la distorsión actual que lleva a extender artificialmente las licencias en el margen.
Asimismo, plantea que el monto del subsidio corresponda solo a un porcentaje del ingreso imponible del cotizante, aumentando escalonadamente esa porción en función de la duración y gravedad de la enfermedad. «En este sentido, la experiencia internacional muestra que una caída en el porcentaje de reembolso se traduce en una reducción del número de licencias solicitadas».