Industria se abre a nuevo nicho que, según expertos, a largo plazo será rentable:

Envejecimiento de la población empuja a isapres a crear planes centrados en la prevención de enfermedades, y a las clínicas a diseñar espacios preparados para hacer frente a sus necesidades.

Por EQUIPO DE SALUD
Atenderse en una clínica privada hoy puede ser prohibitivo para buena parte de la población de adultos mayores, ya que tradicionalmente las isapres han «descremado» sus carteras, subiendo los precios de los planes de aquellos cotizantes de más edad y más enfermos, para quedarse así con los jóvenes y sanos.

Pero está en ciernes una profunda transformación -propiciada por el cambio demográfico del país y por el fallo del Tribunal Constitucional que en 2010 congeló el uso de tablas de factores de riesgo como elemento para subir los precios de los planes- que hará que durante los próximos años la salud privada atraiga cada vez a más adultos mayores, ofreciéndoles no solo una red de clínicas, sino también incentivos económicos que hagan de la prevención un factor clave para mantener los seguros.

Claudio Santander, presidente de Masvida, explica que hoy «todas las clínicas están mirando el tema de la tercera edad para ofrecer el producto a las isapres», las que, a su vez, lo ponen a disposición de la población. En su caso, explica: «En nuestra red estamos estudiando el producto. Así como se hacen ampliaciones para más pabellones, vamos a tener unidades geriátricas, con más luz y sistemas de circulación más amplios».

Según el ejecutivo, «la tercera edad es un tema que se nos viene, pero para aquel entonces vamos a tener una red de clínicas mucho más consolidada que la que tenemos hoy día, con planes dirigidos a la geriatría. Y no me cabe duda de que si tenemos planes preferentes con clínicas preparadas para la tercera edad, los costos van a bajar ostensiblemente».

Además, se trata del único grupo etario que no posee una oferta dedicada en la salud privada. En ese sentido, otros actores de la industria confirman la tendencia, y reconocen que será el grupo que más aumentará durante los próximos años, incluso más que los cotizantes jóvenes, lo que ya ha empezado a notarse (ver infografía).

Si bien la tercera edad usa más el sistema de salud, lo que genera mayores costos, el académico del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, Héctor Sánchez, asegura que el modelo geriátrico puede ser rentable «si logran que los adultos estén sanos y activos». «Para ello -explica-, tienen que diseñar un modelo preciso: identificar el perfil epidemiológico, el tipo de prestaciones que necesitan tantas veces al año y crear un sistema ad hoc con prestadores en convenio a quienes les paguen no por acto médico, sino por programas, y muy preocupado de la prevención. Ya pasa en Europa y hacia donde avanza Chile».

Lo mínimo y distintivo de ese modelo, a juicio de Juan Carlos Molina, past president de la Sociedad Chilena de Geriatría, es la oferta de programas con atenciones psicológicas para enfrentar la demencia senil, convenios con gimnasios, un abordaje temprano de la discapacidad y acompañamiento para los adultos mayores. «Yo hago el paralelo con los autos: hoy, en vez de hacerse las revisiones técnicas, se le lleva al mecánico cuando ya tuvo el choque y quedó destruido. Esa visión tiene que cambiar», dice.

Bajo ese concepto, Victoria Beaumont, de la consultora Altura Management, explica que «es más rentable para el paciente y el seguro invertir en prevención, en manejo de enfermedades crónicas varias veces al año, que tremendos gastos catastróficos de un anciano que llega descompensado».

Pero el presidente de Masvida dice que el mercado está cambiando, y hoy «cada vez hay más personas de la tercera edad con mejores ingresos económicos, y a futuro va a ser un buen negocio tener atención para esos adultos».

Dificultades de acceso
Tener prestaciones pensadas exclusivamente para los adultos mayores no es la única deuda que tiene el sistema con este grupo etario. Algunos servicios que se han presentado como avances para los beneficiarios porque aceleran los trámites, dejan a los adultos «derechamente fuera del sistema», asegura el past president de la Asociación Chilena de Geriatría, Juan Carlos Molina.

Uno de ellos es la realización de reembolsos de las isapres a través de plataformas web , mecanismo que cada vez adoptan más aseguradoras; algunas incluso lo tienen como única opción para hacer la diligencia. «A un joven esto le puede resultar muy fácil, rápido, no se mueve de la oficina y le depositan la plata. Pero hay una población analfabeta digital, que no tiene acceso, no sabe trabajar en internet o simplemente desconfía del sistema», explica Molina.

En un escenario en el cual se piense a los adultos mayores, Molina asegura que errores como estos se debieran corregir. «No que se termine, pero sí pensar en cómo facilitarle temas tan básicos como el reembolso, buscar una forma de ayudarlo y acompañarlo», dice.