SANTIAGO.- Cada día las empresas están valorando más la capacitación de sus trabajadores con el objetivo de aumentar la productividad, pero también de entregarles un sentido de pertenencia a la compañía. Al respecto, uno de los rubros que más ha crecido es el de los alimentos, en oficios como el de carnicero o maestro de sushi.

Es el caso de Doña Carne. El 100% de sus trabajadores es entrenado al momento de ingresar a la empresa y luego, todos los años se realizan capacitaciones para profundizar en los temas de higiene, manipulación de los alimentos y prevención de riesgos.

«Tenemos 824 empleados, cuyas edades fluctúan entre los 18 y 72 años. No hacemos ningún tipo de discriminación, pues tenemos excelentes cortadores de la tercera edad, quienes cuidan mucho su trabajo, ya que no todas las empresas les dan la oportunidad. Además, hemos incorporado a mujeres, quienes no sólo cumplen labores administrativas, sino que también hay cortadoras, dos subjefas de locales, una jefa de local y una supervisora, entre otras», dice Jorge Escobar, gerente comercial de Doña Carne.

Algo similar ocurre en Niu Sushi, local de comida japonesa que capacita a todos sus trabajadores en las áreas de BPM (Buenas prácticas de manipulación de los alimentos) – que cuenta con un staff de ingenieros en alimentos que verifica, de manera periódica, que las superficies donde se trabaja no tengan un conteo bacteriológico fuera de rango normal. También revisan la calidad de los productos, para que las preparaciones y recetas que se preparan en todos los locales sean las que la empresa desarrolló para su clientela.

«Es muy importante ligar las capacitaciones a bonos que premien el esfuerzo y el cumplimiento de aquellas. Esto nos ha permitido aumentar la productividad por persona en casi un 30%, lo que al final se traduce en una relación win-win entre la empresa y el colaborador», señala Alan Schoihet, gerente de administración y finanzas de Niu Sushi.

La importancia de la integración

Doña Carne posee un plan de carrera en la que cualquier persona que ingrese a trabajar tiene la opción de llegar a puestos de alto nivel, teniendo crecimientos verticales u horizontales.

«El crecimiento horizontal ocurre cuando un jefe de local pasa a ser subjefe o jefe de un local más grande, aumentando su facturación hasta un 500%; mientras que el vertical es para los casos de ascenso interno, como gerente de locales y supervisores que comenzaron como ayudante cortador, cajeros; o cortadores que en un inicio formaron parte del personal de aseo», explica Escobar.

Un ejemplo es Brígida González, quien trabaja hace dos años en esta empresa como cortadora. Cuenta que al principio fue difícil aprender el oficio, pues no tenía experiencia y el rubro es machista, pero que con la ayuda de la empresa y sus compañeros logró el objetivo de desarrollarse en esta área, significándole una estabilidad económica.

«Yo antes era fiambrera y no era llegar y salir a la primera a la carnicería. Todo empezó como prueba y se fueron dando cuenta de mis capacidades y me dejaron aprender; entonces, una se siente valorada inmensamente. Creo que es importante también lo que una puede aportar; en mi caso, las mujeres tenemos más instinto y tino, somos más amables para atender y más flexibles», sostiene.

Isaías Azañero, chef ejecutivo de Niu Sushi, tampoco tenía experiencia en el rubro. «Partí como copero, arrocero y después de un tiempo me dieron la oportunidad de aprender cocina y ser ayudante de cocinero. Me gustó y pedí aprender sushi, por lo que me empecé a perfeccionar en este ámbito y a estudiar. Hoy soy el chef ejecutivo de la empresa», precisa.

Asegura que la empresa lo ha ayudado desde que comenzó a trabajar con cursos de capacitación en buenas prácticas de manipulación de alimentos; cocina en especialidad de sushi; computación y Excel.

«Es un rubro difícil de aprender, pero si uno tiene las ganas y el empuje se puede llegar lejos; esto ha significado un cambio gigante en mi vida, ya que hoy gano 10 veces más de lo que ganaba cuando empecé y esto me permite tener mi familia y mantenerla de la mejor manera. He llegado a tener cosas que jamás soñé», comenta Azañero.

Añade que los oficios en las empresas «son fundamentales, ya que si no la gente sin estudios nunca podría surgir. Hoy me siento importante en mi lugar de trabajo y muy bien valorado, y eso que no tengo los estudios que muchos de los que están debajo mío (más de 100 personas) sí tienen, pero ellos entienden mi trayectoria y me avalan como su jefe y líder».
EMOL