El director Berg Consultores y experto en materia laboral, afirmó que las paralizaciones portuarias tendrán efectos en la credibilidad de Chile como un país serio.

—¿Cómo observa el desarrollo del conflicto portuario?

—Hay dos derechos fundamentales, al trabajo y a la propiedad. El paro portuario da cuenta de un grupo de trabajadores, bastante minoritario, que no deja que el resto trabaje, incluyendo a los dueños. Lo cierto es que nos hemos ido desviando como sociedad, y lo que ha ido pasando termina siendo muy peligroso. Me preocupa más el fondo que la coyuntura.

—¿Qué indica ese fondo?

—Hace muchos años que la ley no se cumple en Chile en materia de paros. En la época de la Concertación no le dieron importancia. En los procesos de negociación colectiva la huelga es una instancia establecida y legítima. Pero en ninguna parte de la ley se dice que si me voy a huelga, tengo derecho a impedir que el resto de las personas que quiere trabajar, lo haga. Eso es absolutamente ilegal.

—¿Por qué se llega a este escenario?

—En la época de la Concertación se tenía bastante la visión de que los empresarios son malos y los trabajadores buenos. Si se desalojaba y permitía que la gente entrara a trabajar, se pensaba que se estaba beneficiando a los empresarios. Y este gobierno no ha tenido el coraje, porque ha tenido temor de que se lo acuse como pro empresario. Y no se trata de eso, es un derecho de todos los chilenos a trabajar, si quieren hacerlo. La autoridad se hace la loca y presiona a las empresas para que lleguen a acuerdos con quienes vulneraron sus derechos.

—¿Cómo debiese negociarse, en este caso?

—Me ha tocado ver muchos procesos de negociaciones colectivas donde los sindicatos ejercen su trabajo, plantean sus posiciones con bastante firmeza, argumentos, y hacer una huelga razonable no significa agarrar a peñascazos a sus compañeros de trabajo. El problema es que esa gente que actúa bien, que en el caso de los sindicatos es la gran mayoría, pasa desapercibida frente a estos grupos pequeños. Y la autoridad le presta ropa. Resulta absurdo que en empresas que han tenido hasta 5 procesos de negociación colectiva, claros y transparentes, aparezca un sindicato con personas bastantes anárquicas, que se toman las empresas y destruyen, y la autoridad empieza a presionar para que se sienten a conversar con esa gente.

—¿Qué consecuencias podrían tener las paralizaciones en la economía?

—Va a tener efectos en la fruta, en una serie de embarques que tienen que salir, y también tendrá efectos en la credibilidad de Chile como un país serio. Queda la duda afuera de quién manda en este país o si hay alguien que haga respetar la ley, o definitivamente cualquiera se para y deja a miles de agricultores angustiados por lo que pueda pasar. Y ese es un daño tremendo para la economía.

—¿Qué le parecen los planteamientos de Michelle Bachelet en términos de negociación colectiva?, ¿podrían ayudar en casos como estos?

—Algunos no. La propuesta de que los únicos que pueden negociar colectivamente son los sindicatos es ir contra la libertad de las personas. En ninguna parte del mundo la negociación colectiva se realiza solo mediante los sindicatos. Si la gente quiere participar en ellos, ¡bienvenido! pero un gobierno no puede decir lo que se puede o no hacer.