A diez años del quiebre de la CUT que dio origen a la UNT.

El ahora integrante del Consejo de Desarrollo Social y Empresarial de la Usach destaca los cambios experimentados por las cúpulas sindicales durante estos años: «Antes, juntarse con los empresarios de manera transparente y no escondidos era muy mal mirado».

Por Pablo Obregón
Más de treinta años estuvo vinculado a la actividad sindical. En 1983, Diego Olivares (DC) participó en la formación del Comando Nacional de Trabajadores, organización que convocó a las primeras protestas contra el gobierno militar. En 1988 fue parte de la refundación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y en los años noventa participó como encargado de asuntos internacionales de la multisindical en las negociaciones de los acuerdos de libre comercio entre Chile y Estados Unidos.
En 2003, ese vínculo con la Central se quebró. Debido a profundas diferencias políticas con la directiva que entonces lideraba Arturo Martínez (PS), Olivares y un grupo de dirigentes de la época decidieron formar la Unión Nacional de Trabajadores (UNT).
En enero de este año, Olivares dejó su cargo en la UNT y traspasó el mando al dirigente de la Confederación Sindical Campesina, Segundo Steilen. Además, dejó la presidencia del sindicato de trabajadores de Scotiabank, puesto que fue asumido por Santiago Díaz.
De este modo puso fin a su actividad sindical para asumir nuevas tareas: es parte del Consejo de Desarrollo Social Empresarial (Cedes), y de la Universidad de Santiago -donde comparte el directorio con el presidente de la CPC, Lorenzo Constans; el empresario Rafael Guilisasti; el presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Alberto Salas; el presidente de Asexma, Roberto Fantuzzi, y el rector de esa casa de estudios, Juan Manuel Zolezzi-. Además, es miembro del Comité Consultivo de Relaciones Laborales de la Universidad La Araucana y asesor de contenido del Congreso Percade.
Desde este nuevo frente decidió hablar sobre los cambios experimentados por las cúpulas sindicales y sobre las razones que, a su juicio, hicieron que la UNT hubiera perdido presencia en el debate de los temas laborales.
-Cuando ustedes crearon la UNT ampliaron rápidamente su base de trabajadores, ¿qué pasó en el camino?
«Tuvimos un ataque feroz desde el mundo sindical, desde la Concertación y desde los partidos de izquierda que estaban afuera de la Concertación. Eso golpea, quita fuerza, desanima. Hubo una cuestión ideológica en contra de la UNT, incluso motejándola de ser una central de los empresarios por el hecho de defender el diálogo. Como contrapartida, puedo decir: qué bueno que ellos (la CUT) pudieron cambiar. Ellos hoy día están muy abiertos al diálogo y yo espero que sea un diálogo diáfano y sincero».
-A diferencia de lo que ocurrió en otras elecciones, esta vez el diálogo de los candidatos ha sido solo con la CUT. ¿Cómo interpreta eso?
«En Chile hay una cultura muy dogmática respecto a la posibilidad de que existan otras centrales sindicales. No desconocemos nuestras propias debilidades, pero yo esperaría que este gobierno y el que venga, conforme a la realidad, también puedan reconocer que existen otras centrales sindicales en Chile».
-Los empresarios también priorizaron el diálogo con la CUT
» Los empresarios y el Gobierno decidieron dialogar con quien metía más ruido en la calle. El ministro de Hacienda actual me lo dijo en una oportunidad en que hablamos sobre el salario mínimo: ‘viejo, tengo que preocuparme de los que me están haciendo ruido’. Nosotros mismos tuvimos un cierto complejo de inferioridad para defender la UNT como un proyecto que no era contrario a la CUT, que podía ser complementario. En lo personal, estoy convencido de que en algunas cosas hemos fracasado, pero también hemos abierto espacios tremendos en que pudimos hacer muchas cosas».
-¿Por qué no lograron ampliar más la base de afiliados de la UNT?
«Chile es un país muy difícil de abarcar, económicamente es un esfuerzo tremendo y la competencia que nosotros tuvimos, con los recursos que teníamos para poder movernos en el país, fue de uno a diez. Ahí claramente hubo decisiones políticas, incluido este gobierno».
Menos afiliados
En sus primeros años de vida, la UNT llegó a tener 54 mil afiliados y se convirtió en un referente que, por momentos, rivalizó en influencia con la CUT. Con el tiempo, no obstante, ese avance fue diluyéndose. Cifras del Gobierno mostraban que, hacia principios de 2012, la CUT tenía 403 mil afiliados; la UNT, 26 mil, y la Central Autónoma, 19 mil.
-Hoy la UNT sigue existiendo, pero con una influencia menor a la que llegó a tener en algún momento.
«Pero el solo hecho de que nosotros nos hubiéramos levantado como referentes hizo que también la CUT revisara algunas situaciones que estaba sufriendo. Yo en ese sentido me siento satisfecho. Bárbara Figueroa, de hecho, ha sido lo suficientemente inteligente para abordar tareas que antes eran vistas como traición. Esto de juntarse con los empresarios de manera transparente, a la luz del día y no escondidos, era muy mal mirado».
-Los presidentes de la CUT siempre se han juntado con los empresarios, no solo ahora.
«Bueno, pero ya es un cambio que la presidenta de la CUT no tenga ningún inconveniente para ir a Enade y que nadie se escandalice por eso. Antes se hacía a escondidas. En ese cambio, nosotros algún aporte hicimos».
-¿Están dadas las condiciones para que los dirigentes que formaron la UNT puedan volver a la CUT?
«Yo no creo en la unicidad. En el propio movimiento de los estudiantes se expresan distintas tendencias, pero son capaces de ponerse de acuerdo. Eso es lo que el movimiento sindical debe asumir».
«Bárbara Figueroa ha sido lo suficientemente inteligente para abordar tareas que antes eran vistas como traición»