A junio, las personas sobre 65 años que laboran llegaron a 12.258, según Superintendencia de Pensiones.
Una mayor reticencia al retiro han exhibido los cotizantes en edad de jubilarse en la última década, producto de un aumento en la esperanza de vida y un mercado laboral más dinámico. Desde junio de 2003, a igual mes del presente año, los mayores de 65 años que continúan trabajando y cotizando han aumentado 65%, según cifras de la Superintendencia de Pensiones, comportamiento que establece una tendencia en los últimos 10 años.
Este grupo de trabajadores alcanzó 12.258 personas. En este segmento, las AFP que cuentan con el mayor número de cotizantes son Provida (29%), Habitat (25%) y Capital (21%).
Para Roberto Fuentes, gerente de estudios de la Asociación de AFP, el incremento de estos cotizantes respondería a que “grupos etarios más numerosos llegan a la edad de pensión y cuentan con expectativas de vida mayores que las generaciones anteriores”. Agregó que las características del actual sistema de pensiones respecto del antiguo es otro factor relevante: “El sistema de ahorro y capitalización es flexible, jubilarse no necesariamente significa dejar de trabajar, ya que no hay incompatibilidad en recibir simultáneamente pensión y remuneración. En el antiguo sistema de reparto era incompatible la jubilación y el trabajo en algunas cajas de previsión”.
Para el ejecutivo, la mayor oferta laboral existente, unida a la mejora de las condiciones de salud de la población hacen “que las personas de la tercera edad puedan seguir trabajando sin problemas y reciban oportunidades laborales”.
En la misma línea, el académico de la Universidad Católica Ricardo Paredes destacó los mayores beneficios de seguir en el mercado laboral: “Radica en sentirse útil, sin que se sacrifique pensión. Ello sugiere que cada vez es menos razonable tener edades tan prematuras de jubilación y un desafío enorme para el Estado de generar condiciones de flexibilidad, que ayuden al trabajo de los mayores”. Frente al porqué del importante aumento, Paredes atribuyó, por el lado de la oferta, el poco ahorro para las pensiones y cómo ello determina bajas pensiones. Añadió que “el mercado laboral está tremendamente apretado, con bajísimas tasas de desempleo, lo que ha presionado al alza los salarios y, con ello, el costo alternativo de quedarse en casa”.
Paredes recalcó que el retraso en la jubilación es algo positivo, ya que las personas sobre 60 o 65 años pueden tener capacidades productivas y estar en plena vigencia. “Lo que más positivo me parece, es que ello no sería suficiente si es que el mercado operara con restricciones insalvables. Estas se hacen menores cuando, como en la actualidad, los salarios han crecido”, dijo el académico.
Pablo García, gerente general de Mercer, cree que hay un problema relacionado “con la edad de jubilación que estamos ocupando en Chile. Está totalmente desactualizada de la realidad. El chileno puede seguir trabajando después de los 60 años y eso las cifras lo demuestran”.
Pero, a su juicio, las personas están tomando malas decisiones, porque no hacen el cálculo matemático: “Me preocupa que las personas se estén pensionando y continúen trabajando, porque ello lleva a un mayor pago de impuestos por esos ingresos”.
En la Superintendencia de Pensiones estimaron que el crecimiento del grupo sobre los 65 años va en línea con el alza general del número de cotizantes, que en la última década asciende a 73%. Agregaron que este incremento puede deberse para el grupo de mayor edad al aumento en los requisitos para pensionarse anticipadamente.