Según Superintendencia, 97,4% de contratos dice bonificar 70%, pero sólo en el 20% se hace efectivo. Brecha sería por mal uso de convenios, estrategias comerciales desmedidas y preexistencias en usuarios.
Una brecha considerable entre las coberturas que ofertan los planes de isapre y la que efectivamente entregan a los afiliados, detectó la Superintendencia de Salud, tras analizar los contratos de salud vigentes en el sistema privado.

El análisis comparó las coberturas declaradas por las aseguradoras para los distintos planes, con la bonificación que realmente obtuvieron los titulares de los contratos de salud, tras someterse a prestaciones ambulatorias y hospitalarias.

Para ello se revisaron los contratos de salud que mantienen las siete isapres abiertas -Colmena, Cruz Blanca, Vida Tres, Ferrosalud, Masvida, Banmédica y Consalud-, que en conjunto suman 26.635 planes vigentes. De ese total, 24.469 son catalogados como “antiguos”, porque ya no están a la venta, y otros 2.166 son “nuevos” y aún se comercializan.

“La multiplicidad de planes existentes y esta forma compleja de determinar la cobertura financiera para las diversas prestaciones de salud, plantea asimetrías de información que hacen muy difícil, tanto la elección razonada del plan al momento de la compra, como su utilización eficiente al momento de requerir alguna prestación”, advierte el estudio de la superintendencia.

Así, mediante un cruce de información, el estudio determinó que el 97,4% de los planes individuales declaran entregar coberturas ambulatorias y hospitalarias que superan el 70%. Sin embargo, al llevarlo a la práctica, sólo el 20% de los contratos de salud bonificó acorde a ese porcentaje, lo que evidencia una importante diferencia entre la cobertura ofrecida y la realmente otorgada al afiliado, y que estaría ocurriendo con cuatro de cada cinco planes de salud.

“La brecha entre ambas coberturas es bastante significativa por cuanto supera los 77 puntos porcentuales”, afirma el análisis.

Como causales de esta diferencia, la superintendencia admite tres factores principales y complementarios. Uno de ellos sería la falta de transparencia en las políticas comerciales que aplicarían algunas aseguradoras para atraer clientes y conseguir la venta, “por medio de la generación de expectativas de rendimiento de los planes que se encuentran sobrevaloradas”.

Otra razón serían las restricciones que definen las aseguradoras para el caso de las enfermedades preexistentes que tienen algunos asegurados al momento de afiliarse y que implica obtener una menor cobertura, por un tiempo determinado, para aquella enfermedad.

La tercera causal, en tanto, sería atribuible a los usuarios y al uso ineficiente que dan a su plan de salud, al no obtener la totalidad de beneficios ofrecidos, lo que implica muchas veces pagar de más por una prestación.

“Por desinformación y/o convicción no optimizan el rendimiento de su plan de salud al acudir a prestadores más caros que los definidos para el plan”, dice el estudio.

Al respecto, el director ejecutivo de la Asociación de Isapres, Rafael Caviedes, informó que la diferencia entre la bonificación ofertada y la real radica, principalmente, en el último punto.

“Las personas contratan un plan con determinados prestadores preferentes, donde su plan tiene una mejor bonificación. Sin embargo, al momento de utilizarlo, muchas veces prefieren otro médico, centro o clínica, donde la cobertura es menor y, por ende, deberá pagar más, porque parecieran ser menos sensibles al copago más alto cuando hay satisfacción respecto al prestador”, afirma Caviedes.