Consecuencias de haber optado por continuar con el horario de verano:

Aunque es posible acostumbrarse, mañanas más oscuras suponen menos rendimiento y más riesgo de accidentes. Especialistas comentan beneficios y perjuicios de este horario constante.

Por M. Cordano.

Fueron truenos los que ayer iluminaron el despertar de la capital. Sin su aparición ocasional, se trató de una mañana oscura para los miles de trabajadores y escolares que comenzaron su rutina antes de las 7:48 am, hora en la que se estima que amaneció en Santiago.

El fenómeno de empezar el día cuando todavía está oscuro no será uno esporádico. Tras la decisión de dejar el área continental del país con el huso horario -3 (lo que antes llamábamos horario de verano), en invierno será común que la luz natural aparezca más tarde de lo acostumbrado, sintiéndose de mayor forma 15 días antes y después del solsticio de invierno, el 21 de junio.

«A medida que nos adentremos más en el invierno, es probable que termine amaneciendo tipo 9 am. Y eso va a tener un efecto notable en la productividad de los trabajadores, escolares y en todas las personas en general», comenta Gustavo Díaz, economista del Instituto Libertad. «Es probable que empiecen a aparecer distintos síndromes, entre ellos, la fatiga y el estrés. Eso afecta la productividad, porque aumenta el número de licencias, y por ende, el ausentismo laboral. Las empresas que trabajan con sistemas de turno, seguramente van a verse obligadas a aumentar su número, porque van a existir problemas de retención».

Aunque hay un amplio espectro de cifras y variables a considerar, Díaz se atreve a pronosticar que en un año «vamos a perder del orden de medio punto a un punto de productividad solo por efecto del cambio de hora». Esto, según aproximaciones teóricas que consideran rendimiento en intervalos con más o menos luz y datos de asistencia laboral de distintas asociaciones.

Para John Ewer, investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, la idea de mantener un horario es buena, pero le parece poco correcta la opción de haber escogido el horario de verano por sobre el de invierno, en el que, a diferencia de lo que se espera actualmente, amanecería más temprano y oscurecería antes.

«Para nosotros, que somos animales diurnos, la luz natural es súper importante para organizar el día. Y eso se va a ver poco en invierno: las personas van a estar levantándose completamente a oscuras».

En casos extremos, el efecto puede ser muy perjudicial para quienes sufren de depresión estacional, plantea el especialista, quien en el último tiempo se ha dedicado a estudiar en torno al reloj biológico de los seres vivos.

Asimismo, dice sentirse preocupado por los efectos que esto puede tener en la seguridad: menos luz en las mañanas supone más accidentes de tránsito. Aunque a esa hora circula cerca de la mitad de los vehículos que lo hacen en el resto del día, según un estudio de la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito, hasta el 2013, más del 40% de los accidentes viales ocurrieron en la noche o madrugada.

Aprovechar tardes

Leonardo Serra, especialista del Centro del Sueño de la Clínica Alemana, concuerda con la idea de mantener horario, pero a diferencia de Díaz, no ve mayores problemas con el horario actual.

«Hay que considerar que es una gran ventaja tener luz cuando se está en la casa. De esta forma, la gente se motiva a hacer más cosas al aire libre, y se gana en el sentido anímico; no sientes que se te acabó el día cuando llegas de vuelta del trabajo. Es una sensación psicológica agradable», indica el neurólogo.

«Si uno sigue con su vida normal, es probable que no se dé ni cuenta. Desde el punto de vista físico y orgánico, con el tiempo no es difícil adaptarse», dice. «En Chile no estamos muy acostumbrados a aprovechar la mañana, es poca la gente que madruga. En cambio, la gente sí sale en las tardes. Son cada vez más los que hacen deportes y aprovechan ese horario».

Productivos de noche
«El consumo chileno de energía se asocia con levantarse no muy temprano, con quedarse con la luz prendida hasta tarde y con un máximo de consumo en la noche. A media tarde no es demasiado lo que se hace; al contrario de los países más desarrollados, donde la gente se acuesta temprano para levantarse antes», comenta -respecto a las costumbres del país- David Watts, académico del grupo de Energía de la Universidad Católica, parte de la Facultad de Ingeniería.