Durante la semana pasada, cuando el llamado a incorporarse a la inmunización fue para adultos de 48 y 49 años, el promedio de primeras dosis administradas fue de 70 mil, muy por debajo de las 243 mil diarias de la segunda semana de febrero, cuando la convocatoria apuntaba a adultos mayores entre 71 y 84 años.

«Hemos mantenido el ritmo de vacunación», aseguró el ministro de Salud, Enrique Paris, este lunes. Sus palabras respondían a la preocupación que surge al mirar las cifras de inmunización de las últimas semanas: a medida que baja la edad convocada para recibir la inyección, baja también la cantidad de personas que llegan a los vacunatorios. Según cifras del DEIS, aunque el viernes 16 de marzo se administraron 185 mil dosis de vacunas contra el covid-19, solamente el 31% de ellas correspondió a primeras dosis.

Según el titular de Salud, lo que han descubierto al analizar los números es que «mucha gente ya se vacunó por otras razones: siendo bomberos, profesionales de la Salud, porque tenían trabajos calificados como esenciales». «Tenemos que hacer una revisión para saber con exactitud cuántas de esas personas de las edades asignadas ya están vacunadas». El dato, en efecto, no existe como tal: si bien hay una sección del informe del DEIS donde se comunica el avance de la campaña de vacunación según criterios, el universo de «población sana» corresponde al grupo objetivo de la población general de dichos grupos etarios, pero «puede contener personas pertenecientes a todos los otros subgrupos que se han vacunado en la etapa 2».

En la práctica, la población entre 51 y 60 años susceptible a vacunarse alcanza los 2.3 millones de personas, de las cuales se han vacunado 1.8 millones. No se conoce, en detalle, cuántos de ellos se vacunaron por otras convocatorias y cuántos fueron llamados como población sana en las últimas semanas. Lo mismo pasa con los adultos entre 41 y 50 años: de los 2.6 millones habilitados para vacunarse, 1.1 millones ha recibido la primera dosis.

Por ello es que existe la noción de que el proceso estaría sufriendo una especie de estancamiento: durante la semana pasada, cuando el llamado para nuevas inoculaciones apuntó a adultos de 48 y 49 años, la administración de primeras dosis fue en promedio de 70 mil inyecciones diarias. En contraste, la segunda semana de febrero se administraron 243 mil dosis diarias para adultos entre 71 y 84 años. La semana posterior a esa, cuando se empezó a inocular a personas entre 65 y 70 años, se pusieron en promedio 194 mil dosis al día.

Además surge la incógnita sobre la disponibilidad de vacunas para los grupos etarios venideros, que el ministerio ha admitido que son más numerosos. En el balance de este lunes, al momento de descartar la idea de abrir la vacunación para inyectar velocidad al proceso, el ministro apuntó a que «tenemos que mantener el calendario en relación a lo que va llegando a Chile, no podemos asegurar vacunar si no contamos con las dosis adecuadas, y tenemos que guardar». Las preguntas que surgen, entonces, son dos: ¿Existe capacidad para vacunar con más velocidad a los grupos más jóvenes? ¿Cuáles son las razones detrás de la menor adhesión a la vacunación de estas poblaciones?

Impedimentos laborales e influencia de fake news

«Lo primero que tiene que hacer la autoridad es reconocer que hay un problema de velocidad en la vacunación, porque si no se reconoce entonces pareciera que uno estuviese inventando eso y lo que indican los datos es que ha habido es un enlentecimiento», menciona de entrada a Emol el vicerrector de Investigación y Desarrollo de la U. de Chile, Flavio Salazar. «Después hay que preguntarse por qué pasa esto».

Para el investigador, «las explicaciones facilistas de voluntad no siempre son las más adecuadas». «No creo que de los 50 para arriba se quieran vacunar y de los 50 para abajo sean reticentes: creo que hay elementos prácticos que tienen que ver con que esa población es la que está más activa trabajando. Hay que ver si hoy día están las facilidades, la información y las posibilidades de que la que está trabajando pueda postergar sus labores para ir a vacunarse. A lo mejor hay que vacunar los fines de semana a esa población, es una posibilidad real», plantea.

Para la ex subsecretaria de Salud y actual consejera de la OMS, Jeanette Vega, no se trata de un problema de stock. «Creo que dosis suficientes hay y lo que dice el ministerio es que tienen los contratos para que sigan llegando», dijo a EmolTV. «Los equipos de salud están todos en su sitio, pero las personas no están llegando y el problema de eso es que yo no sé si las personas que no están llegando tienen claridad de que, en este momento, la gente que está en la UTI y en la UCI son fundamentalmente (de sus grupos etarios)».

Para la doctora el comportamiento «es muy raro porque llevamos un año de esta enfermedad tremenda que nos ha afectado y la verdad es que uno esperaría que todo el mundo estuviera agolpado esperando la vacuna». «Creo que parte de eso tiene que ver con que hay mucha fake news que está circulando y a veces las personas escuchan más bien a estas noticias, que son falsas, y no a las que se están dando. Hay un tema de falta de credibilidad ahí, pero en este tema —y quiero ser muy enfática—, en el tema de la vacuna, no hay ninguna discrepancia», dijo.

El investigador de la UC y director del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia, Alexis Kalergis, considera que se trata de un fenómeno «entendible» que se explica porque «la percepción de riesgo es distinta para las personas más jóvenes». «Creo que es importante informarse de fuentes fidedignas sobre que la necesidad de hospitalización o de camas UCI para personas más jóvenes ha aumentado, y eso es algo que ha sido muy visible y evidente como parte de esta segunda gran ola que estamos viviendo», mencionó en EmolTV.

«Lamentablemente durante el primer año de pandemia se generó esta percepción equívoca de que era una enfermedad que no afectaba tan fuertemente a los jóvenes», reflexionó Kalergis. También señaló que «Históricamente en las campañas de vacunación esto no es inusual, pueden partir con mucho entusiasmo y mucha fuerza y lentamente, en la medida en que las personas se van vacunando, puede ocurrir un enlentecimiento del proceso. Lo importante es alcanzar la meta y seguir comunicando la importancia de vacunarse».

Fuente: Emol.com