Estudio realizado por U. de Talca midió y encuestó a 200 ex alumnos de diferentes carreras para saber sus hábitos dentro y fuera del trabajo.

Por Cecilia Yáñez.

Que los trabajadores obesos le cuestan más dinero a las empresas es una realidad más o menos conocida; pero saber cuánto más caro son respecto de un trabajador de peso normal, es un cálculo que en Chile no se había hecho.

José Tello, docente de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Talca, realizó una investigación entre más de 200 egresados de esta casa de estudio para establecer el costo laboral promedio asumido por una organización cuando cuenta con trabajadores obesos.

Todos ellos tuvieron que contestar una serie de cuestionarios que midieron 26 variables asociadas, que son las que finalmente dan como resultado el costo total de un trabajador obeso versus uno de peso normal. ¿El resultado? Un trabajador obeso es 6,34 veces más caro.

“Nos dimos cuenta que los obesos pierden mucho más tiempo. Son más conversadores, se ausentan más del escritorio, llegan más tarde, faltan más sin justificación, tienen menos motivación”, dice Tello.

Para llegar a este perfil de trabajador, se estimaron las diferencias por ausentismo laboral, productividad y costo laboral de los trabajadores obesos y no obesos según el IMC de cada uno de ellos.

Además, los participantes debieron contestar preguntas relacionadas con la cantidad de veces que ha postulado a un cargo y no lo han llamado, los atrasos, ausencia sin licencia médica, el tiempo que ocupa tomando café, fumando, revisando su correo electrónico personal, conversando, entre otros.

Respecto de sus hábitos alimenticios, se revisó qué comían, a qué hora, si lo hacía trabajando en el escritorio, en la cama cuando estaba en casa o viendo televisión.

A quienes respondían la encuesta, le aplicaron también una fórmula de costos para saber cuánto costaba reemplazarlo, hacer inducción y formar a alguien para que ocupe ese puesto.

También se consideraron preguntas relacionadas con la actividad física y por su puesto con la talla y el peso.

Durante un mes, el grupo de los obesos registró una media de 1,37 días de ausencia, mientras en el grupo no obeso fue de 0,12 días.

En cuanto a los costos laborales, en promedio estos fueron de $53.122 asumidos por la organización, pero al caracterizar por IMC, los obesos tenían un costo de $92.104 versus $14.530, es decir, el primer grupo es 6,34 veces más caro.

La productividad se midió en una escala de 0 a 4 donde 0 es un mayor nivel de productividad y 4, el menor. En promedio, los trabajadores obtuvieron un nivel productividad de 1,27, lo que significa que los participantes no cumplían con 1,27 variables que ayudan a aumentar la productividad. El grupo de los obesos llegó a 1,77 y el de los no obesos a 0,78.

“Lo que nosotros hicimos fue probar una hipótesis que ya rondaba y convertimos en una medición objetiva, por lo que podemos corroborar que las empresas que no se preocupan por la salud de sus funcionarios, tendrán menor productividad y competitividad”, dice Tello.

Costos para todos

Stefanie Chalmers, nutricionista y docente de la carrera de Nutrición y Dietética de la U. del Pacífico dice que “los costos de la obesidad y otras enfermedades crónicas no transmisibles, no solo los paga la persona que las padece, sino también su familia, su empresa, y todos los chilenos”.

A su juicio, toda empresa que considere una política de uso inteligente de los recursos, debe incluir un programa de mejoramiento continuo en alimentación, recreación y actividad física, incentivando la oferta de comidas y colaciones saludables, además de pausas activas, y jornadas de educación en hábitos de autocuidado.

“Si bien, la tendencia actual en Chile, es que las empresas fomenten conductas más saludables en los empleados con incentivos específicos y recompensen a quienes trabajen en disminuir exitosamente su riesgo a la salud, hay que destacar que en países como EE.UU. los programas de bienestar son una práctica común y la ley permite que los empleadores sancionen económicamente, con valores que ascienden a 30% de las primas de cuidado de la salud, a los empleados con comportamientos poco saludables”, cuenta Chalmers.

Las empresas saben que quienes tienen problemas de salud relacionados con nutrición tienen un costo mayor y menos productividad, dice Chalmers. “Por eso se establece una búsqueda constante por invertir en prevención, estrategia que claramente es más conveniente que la tramitación de reemplazos, el ausentismo y los pagos de licencias médicas por enfermedades que no paran, ya que las enfermedades derivadas de la mala alimentación, son crónicas”, dice.

Más accidentes

Gabriela Núñez, coordinadora nacional del Programa Promoción de la Salud de la Asociación Chilena de Seguridad, cuenta que “para las empresas, la obesidad es motivo de preocupación pero no saben cómo abordarla porque no tienen las herramientas necesarias para eso, no saben por dónde empezar”.

Hacen cosas que no son efectivas como “el día de la fruta” pero siguen teniendo máquinas expendedoras de dulces y snacks. “Se trata de cambiar hábitos y para eso tienen que cambiar las condiciones de empleo y trabajo. Como reducir horario laboral para hacer actividad física, quitar los saleros, las máquinas de snacks y hacer cambios nutricionales, entre otros”, explica.

Según un estudio realizado el año pasado, por la Achs y la U. Mayor, las personas que tienen una circunferencia de cintura mayor a la recomendada tienen un 31% más de probabilidades de tener un accidente de trabajo. Si son sedentarios, la probabilidad aumenta un 23% con respecto a las personas que realizan actividad física tres o más veces a la semana.

Según explica Tello, el próximo objetivo es estudiar cuánto cuesta mejorar esta situación y cuánto puede ganar una empresa con actividades de mitigación que mejoren el IMC de los trabajadores obesos.