Número de licencias se ha duplicado en últimos 10 años, llegando a 4,5 millones anuales:

Según el estudio a septiembre de 2015 de la empresa Inmune, un 65,4% califica como «muy frecuente» o «frecuente» este hecho , e incluso un 4% «felicita y reconoce su ingenio» al trabajador que lo hace.

Por Andrés Venegas.

En medio de las turbulencias financieras internacionales, la brusca caída de las materias primas y de los ingresos, las principales economías desarrolladas y emergentes -Chile entre ellas- han puesto en marcha esfuerzos para «quemar grasa» y lograr mejoras en productividad y competitividad. Ser más eficientes.
La creación de comisiones de productividad ha sido, al menos este año, pan de cada día.
Pero, enfrentados a la realidad, hay una serie de lomos de toro » made in Chile «, como el elevado ausentismo laboral, por sobre el promedio, y el fuerte aumento de las licencias médicas falsas, fraudulentas o injustificadas.
Al año se presentan en Chile 4,5 millones de licencias médicas (3,2 millones en Fonasa y 1,3 millones en isapres), cifra que se ha duplicado en los últimos 10 años. Se estima que, de ellas, entre un 25% y un 30% son falsas, fraudulentas o injustificadas, esto es entre 1,1 millones y 1,4 millones, según estadísticas del propio Ministerio de Salud. Esto provoca, anualmente, un impacto al sistema de US$ 300 millones. Dicho de otra forma, los sectores público y privado gastan cada año esta suma pagando lo que también se conoce como «licencias médicas brujas».
El «ingenio» del chileno
Un estudio a septiembre de este año de la empresa Inmune, filial del Grupo Alto, reveló un antecedente adicional: la percepción mayoritaria de que quienes incurren en este tipo de prácticas cometen solo una falta y no un delito, como en realidad lo es.
El estudio, construido sobre la base de una encuesta telefónica hecha por GeoResearch a 400 personas de la Región Metropolitana, arrojó que un 55% de los entrevistados lo considera «un delito grave» y un 9% como «un delito». En la otra vereda, un 20% lo califica solo como «una falta», y un 2% cree que presentar una licencia fraudulenta a su empleador es «un acto legítimo», donde priman criterios desde deficiencias en los beneficios o permisos laborales de las empresas, hasta «incentivar» el despido del trabajador.
Un 65,4% de los consultados define como «muy frecuente» o «frecuente» la presentación de licencias falsas. E incluso un 4% de los compañeros de trabajo «felicitan y reconocen su ingenio» al trabajador que lo hace, otro 9,8% afirma no sentir «nada de remordimiento» si llegase a hacerlo.
Los entrevistados opinan que el uso de licencias médicas fraudulentas es un delito «menos grave» que el robo con violencia, que adulterar medidores de la luz o el agua, o el «robo hormiga». Sí es considerado un delito «más grave» que «compartir» el TV cable con un vecino sin pagar a la compañía cableoperadora, que usar las autopistas urbanas pagadas sin cancelar el TAG y que subirse al transporte público sin pagar el pasaje.
«Hay personas que no se ponen ni coloradas para presentar una licencia médica falsa. Lamentablemente no tienen conciencia de la gravedad que representa esta situación y terminan cometiendo un delito o siendo cómplices de él», afirma Juan Cristóbal Palacios, gerente general de Inmune, que promueve el correcto uso de las licencias y combate estas malas prácticas.
«Esto afecta gravemente la armonía y productividad de los equipos de trabajo, de las propias empresas y, en definitiva, del país», agrega el ejecutivo.
De hecho, un 60,8% cree «verdadero» que por culpa de quienes usan licencias fraudulentas, hay personas que tienen que cumplir horarios más extensos y mayor carga laboral. Asimismo, un alto porcentaje (75,3%) califica también como «verdadero» que por la irresponsabilidad de estas personas, el sistema en general termina siendo mucho más estricto con quienes sí en realidad necesitan hacer uso de ellas.
Responsables y castigos
De acuerdo con la encuesta, la gran mayoría de las personas (40,7%) percibe que tanto «el médico» como «el paciente» son responsables de este ilícito.
Lo anterior se condice con lo que establece el Código Penal, en su artículo 202, que sanciona a ambos por igual: «El que incurra en las falsedades… en el otorgamiento, obtención o tramitación de licencias médicas, será sancionado con las penas de reclusión menor en sus grados mínimo a medio y multa de 25 a 250 UTM… En caso de reincidencia, la pena privativa de libertad aumentará en un grado». Es decir, penas privativas de libertad que van desde los 541 días a tres años de cárcel, y multas que pueden llegar hasta los $11.138.250.
Curiosamente, el 58% de los encuestados declaró conocer la normativa de 2012 (Ley 20.585), que sanciona tanto a quienes otorgan como a quienes usan licencias médicas fraudulentas.
US$ 300 millones
es el costo anual para el sistema de la presentación de licencias injustificadas y, por ende, de menor productividad y competitividad para las empresas y el país.
16,8 días
al año faltan, en promedio, los chilenos a sus trabajos , un 53% más que el promedio de los países de la OCDE (11 días).
»Lamentablemente, las personas no tienen conciencia de la gravedad que representa esta situación, y terminan cometiendo un delito o siendo cómplices de él».
»Esto afecta no solo la armonía de los equipos de trabajo, sino especialmente la productividad de las propias empresas y, en definitiva, del país».