Juan Sutil, Juan Carlos Martínez y Jorge Mackay analizan las consecuencias de esta iniciativa en semana clave.

El ex líder de la CPC Andrés Santa Cruz advierte que la respuesta al eslogan de «realismo sin renuncia» se plasmará en esta iniciativa.

Por Silvana Celedón y Camila Miranda.

La reforma laboral es hoy el proyecto que más preocupa al empresariado. Dos lecturas no existen al respecto.

Si bien hace un año se planteaba que la reforma tributaria ocupaba este «sitial», el escenario cambió. El 29 de diciembre de 2014, el Gobierno ingresó su propuesta para potenciar la negociación colectiva y con el correr de las semanas esta iniciativa comenzó a encender las luces de alerta del mundo privado, preocupación que se agudizó con el ingreso de las indicaciones en abril de este año.

Y es que el proyecto lejos de flexibilizarse en sus puntos más complejos se endureció. Un botón de muestra: la primera versión del Ejecutivo hacía referencia a la «huelga pacífica», que es como se conceptualiza este derecho por la OIT. Sin embargo, luego de las críticas del PC y de parlamentarios oficialistas, como por ejemplo el diputado PS Osvaldo Andrade, en los ajustes al proyecto realizados se eliminó este concepto y se suprimieron las sanciones a conductas violentas por parte de los directores sindicales.

Estos aspectos fueron abordados este jueves por el ex presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) Andrés Santa Cruz, en el encuentro anual del ESE, Centro de Estudios Superiores de la Empresa de la Universidad de los Andes.

En la oportunidad, Santa Cruz, actual presidente de la Comisión Laboral de la CPC, criticó en duros términos el proyecto del Ejecutivo e incluso hizo un llamado a «ponerse los pantalones» en materia de sanciones a los actos de violencia. Esta postura fue compartida por varios de los presentes y abrió una acalorada discusión sobre los efectos concretos de este proyecto en distintas esferas del mundo privado en los últimos días.

El crítico análisis de Andrés Santa Cruz

De acuerdo con el ex presidente de la CPC es necesario que el país cuente con sindicatos que presenten en forma «decidida, honesta y directa» los intereses de sus afiliados y que negocien «en igualdades de condiciones» con la empresa.

Sin embargo, a su juicio, la reforma ingresada al Congreso en diciembre no aborda los reales desafíos que tiene la economía chilena.

«El centro debería ser la capacitación, esa es la manera de ir adelantándonos a los efectos de una reforma educacional», sostuvo Santa Cruz.

Acto seguido, el empresario fue punto por punto calibrando las consecuencias de esta iniciativa que está ad portas de ser votada en la Sala del Senado.

Sobre las indemnizaciones por año de servicio, dijo que se debería avanzar hacia un efectivo seguro de cesantía a todo evento. «Eso es lo que un mundo moderno debería preferir. Pero este tema está ausente del proyecto», advirtió.

En relación con la titularidad sindical, que establece que el único facultado para negociar condiciones laborales es el sindicato, sostuvo que esto significa un monopolio y que la medida restringe la posibilidad para que otros mejoren sus condiciones.

Respecto de la extensión de los beneficios, Santa Cruz criticó que estos no puedan ampliarse al resto de los trabajadores si no existe la autorización explícita de los sindicatos. «Se coarta esa libertad. Además, el empleador tampoco podrá conversar con sus trabajadores para mejorar sus condiciones económicas, porque eso podría derivar en acusaciones de prácticas antisindicales. Entonces, el poder del empleador para administrar su empresa o para poder negociar beneficios en forma individual con trabajadores que lo tienen más que merecido por sus capacidades queda completamente eliminado», indicó Santa Cruz.

«El desempleo es la mejor herramienta para que no haya reemplazo en huelga»
El reemplazo de los trabajadores durante la huelga es uno de los temas que más se han debatido en las últimas semanas y también fue analizado.

«El desempleo es la mejor herramienta para que no haya reemplazo en huelga. En segundo término, cuando se habla de prohibir los reemplazos, incluso de prohibir el reemplazo interno, ¿qué se hace en un hogar de ancianos? ¿Qué pasa en el metro? ¿Qué pasa cuando los bancos no puedan reemplazar y haya que pagarles las pensiones a los jubilados?», señaló.

Agregó que en países como Irlanda, Suecia, Alemania y Noruega se permite el reemplazo con trabajadores internos. «Aquí se está llegando al absurdo de prohibir el reemplazo interno y se está conversando sobre una provisión de servicios mínimos acordada entre el sindicato y el empleador, pero no queda clara cómo y no está garantizado el éxito de esta fórmula», dijo.

Sobre la adaptabilidad laboral, Santa Cruz recordó que el proyecto exige a lo menos un 30% de sindicalización para avanzar en este mecanismo y acto seguido planteó: «¿Qué hacen las mujeres o los jóvenes que quieren trabajar con horarios diferidos? El mundo moderno está transitando hacia la adaptabilidad, porque permite horarios más flexibles y más competitividad», sostuvo.

Sobre el descuelgue de trabajadores en caso de huelga, dijo que con el proyecto tal como está redactado, restringe la libertad de los trabajadores.

Las sanciones para quienes ejercen fuerza durante las huelgas fue el tema más cuestionado por Santa Cruz. «Hablemos en castellano. Cuando yo doy como señal al país que, en materia laboral, no estoy dispuesto a sancionar los hechos de violencia contra las personas, ¿qué señales les estoy dando a los delincuentes? Porque las señales se las doy a todo el mundo», alertó.
«El Mercurio» consultó a tres empresarios sobre su postura respecto de la reforma laboral y en varios puntos estos coincidieron con Santa Cruz.

«La reforma considera medidas coercitivas y eso provocará muchos conflictos para las empresas»Juan Carlos Martínez, director de Maestranza Jemo:

-¿Qué análisis hace de las señales entregadas por el Gobierno en las últimas semanas, que por un lado dice que habrá más gradualidad en las reformas, pero luego la Presidenta Bachelet ratifica su programa?

«Existe una gran duda respecto del rumbo por el cual quiere avanzar el Gobierno. Solo a modo de ejemplo, la reforma laboral atenta contra la subsistencia de las empresas. Y si bien hoy se están negociando en el Congreso temas bien específicos, como el reemplazo en huelga, la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿hacia dónde va el país con este tipo de proyectos?».

-¿Qué lectura hace usted del eslogan de «realismo sin renuncia»?

«El eslogan en sí es simplemente retórica. Hasta ahora no veo hechos concretos que muestren una conducción realista del país».

«Además, de las palabras de la Presidenta Bachelet uno infiere que ella seguirá adelante con su programa y que para ella el crecimiento del país es secundario, eso por lo menos es lo que se desprende de sus señales», agrega el director de Maestranza Jemo y presidente de Asimet.

-Usted dice que la reforma laboral «atenta contra la subsistencia de las empresas». ¿Qué dirección espera que tome el debate de este proyecto en el Senado?

«Yo soy de los que piensan que la reforma laboral no tendrá grandes cambios. Hay que ser realistas y sinceramente no veo espacios para enfocar bien este proyecto».

«En nuestro sector tenemos muy buenas relaciones laborales, pero ahora tendremos que acercarnos aún más y buscar formas para proteger la sobrevivencia de las empresas».

-¿Tan crítica es la situación?

«Lo que pasa es que la reforma, tal como está ahora, considera medidas coercitivas y eso provocará muchos conflictos para las empresas. Hay elementos, como la huelga sin reemplazo, ni externo ni interno, que en la práctica pone entre la espada y la pared a la empresa, la liquida».

-En concreto, ¿qué es lo que más le preocupa de la Reforma Laboral tal como está?

«El no reemplazo en huelga y la titularidad sindical en definitiva son medidas que atentan contra la libertad de los mismos trabajadores y son sumamente arbitrarias, por ende, son los dos aspectos más preocupantes».

-¿Qué sería a su juicio una reforma laboral de verdad?

«Un aspecto central en toda reforma es considerar a la empresa como una institución social de la mayor importancia, motor de la economía, fuente de creación de empleos, que fomenta la competitividad y genera espíritu empresarial e innovación. Dicho eso, cualquier reforma laboral debe hacerse cargo de la capacitación y este tema es un gran ausente en la propuesta del Gobierno».

«El no reemplazo en huelga y la titularidad sindical atentan contra la libertad de los trabajadores».»El proyecto del Gobierno parte del supuesto de que existe una batalla entre las empresas y sus trabajadores, lo que es absolutamente falso»Jorge Mackay, socio fundador y gerente general de La Fête Chocolat:

-¿Cómo interpreta el eslogan «de realismo sin renuncia» fijado por la Presidenta Michelle Bachelet hace prácticamente un mes?

«Esa es una frase inventada por el equipo comunicacional del Gobierno y que fue lanzada al aire para dejar contentos a moros y cristianos, lo que generalmente es imposible».

«Estamos literalmente en ‘campo de dos fuegos’. Por un lado, un equipo muy ideologizado, encabezado por la Presidenta Bachelet, y por otro, el país y su realidad que imploran para que nuestros dirigentes bajen al mundo y entiendan que las realidades y preocupaciones de los chilenos están lejos de esas ideologías trasnochadas», cuenta el creador de La Fête Chocolat, Jorge Mackay.

-¿Es a su juicio la reforma laboral un punto de inflexión en la recuperación de la confianza en el país?

«Es solo uno de los varios aliños negativos que tiene el plato. La reforma laboral tal como está planteada no es laboral, sino que sindical y está totalmente alejada de la realidad y de las necesidades de las empresas y de nuestros trabajadores. Es un proyecto retrógrado y no cumple para nada con los requisitos mínimos de una reforma que nos potencie para enfrentar bien, trabajando todos juntos, este siglo 21 en el ámbito laboral».

-¿Qué es lo que más le preocupa de la reforma laboral tal como está y cuál será el principal efecto en su empresa y en el país?

«El efecto será sin duda muy negativo sobre el potencial de crecimiento del empleo, la modernización de nuestras industrias y sobre el ambiente laboral en general. Lo que más me preocupa es que el proyecto del Gobierno parte del supuesto de que existe una batalla entre las empresas y sus trabajadores, lo que es absolutamente falso. Las relaciones modernas y correctas que llevan a que las empresas de hoy sean exitosas, parten de la base de relaciones crecientemente enriquecedoras entre los trabajadores y sus empleadores. El que no entiende eso, no entiende nada».

-¿Cuáles son los aspectos más preocupantes?

«Lo peor, a mi juicio, es lo que deja de hacer esta reforma, más que lo que intenta implementar. ¡Esta reforma es un paso atrás! En lo específico, la titularidad sindical, la disminución drástica que se quiere aplicar a las libertades de negociación de los trabajadores no sindicalizados y el pretendido no reemplazo en huelga, ni siquiera con trabajadores propios, me parecen lo más grave».

-¿Cuál es su propuesta de reforma laboral?

«Necesitamos una reforma que tenga relación con la realidad actual y no con las odiosidades ideológicas de los años 60».
-¿Eso implicaría abordar qué tipo de temáticas?
«Para mí, algunos elementos importantes de una reforma moderna, y que este proyecto del Gobierno prácticamente no considera, son potenciar al máximo el aumento de la productividad y su relación con el crecimiento de las rentas y los beneficios; facilitar lo más posible la capacitación y que el trabajador pueda optar más directamente a ella; modernizar la Dirección del Trabajo, alejándola de los gobiernos de turno; desarrollar un Código del Trabajo con acápites específicos para distintas industrias que faciliten el buen trabajo y la mayor productividad según las realidades de cada una de ellas; aumentar la protección de la mujer que trabaja, especialmente de la madre, aportando soluciones reales a sus problemas; fomentar el desarrollo de herramientas efectivas de crecimiento laboral, como las evaluaciones de desempeño y otras similares; reforzar el seguro de cesantía e implementar junto con eso un formato de indemnización consensuada; enriquecer el espectro laboral con buena flexibilización y crear un banco de horas, entre otras materias».

Los aspectos que más preocupan a las empresas

1. Reemplazo de trabajadores en huelga:

El proyecto prohíbe esta herramienta tanto con trabajadores internos como externos.

2. Definición de los servicios mínimos:

En este aspecto, lo que se está estudiando es elaborar un listado, pero aún no se determina en qué etapa de la negociación colectiva se realizará.

3. Descuelgue de trabajadores en huelga:

La reforma lo prohíbe, a pesar de que hoy sí está previsto en el artículo 381 del Código del Trabajo, siempre y cuando el empleador cumpla con algunas condiciones como, por ejemplo, pagar un bono por trabajador reemplazado al sindicato. En definitiva, el descuelgue de ese trabajador equivale a un reemplazo interno.

4. Huelga pacífica:

El proyecto original del Gobierno hacía referencia a la huelga pacífica, que es como se conceptualiza este derecho por la OIT; pero en las indicaciones de abril se eliminó este punto de la iniciativa y se suprimieron las sanciones por conductas violentas de parte de los directores sindicales.

5. Titularidad sindical:

El proyecto les entrega la titularidad de la negociación colectiva a los sindicatos. En el caso de los grupos negociadores, se dispone que solo operen en aquellas empresas en que no exista un sindicato con derecho a negociar, pero conforme a las reglas de la negociación semirreglada.

6. Extensión de beneficios:

La iniciativa pone fin a la extensión de beneficios a los trabajadores no sindicalizado por parte de los empleadores. El argumento del Gobierno es que esta herramienta desincentiva la afiliación sindical.

7. Pactos de adaptabilidad:

La reforma considera que en el contexto de una negociación colectiva, las empresas que tengan una afiliación sindical igual o superior al 30% del total de sus trabajadores podrán acordar con el empleador temas como distribución de jornada y descansos, horas extraordinarias y jornada pasiva.