Actividad física:

Evitar una inflamación, calmar molestias articulares o favorecer la recuperación muscular son algunas de las razones para recurrir a estas técnicas.

Por C. González.

El invierno no es sinónimo de estar sentado frente a la estufa. Las bajas temperaturas no detienen a muchos chilenos y, aunque las cifras de sedentarismo siguen siendo altas, es evidente cómo cada vez son más los chilenos que trotan, andan en bicicleta, hacen trekking o juegan las tradicionales pichangas de fin de semana.

Aunque todo depende del tipo de actividad física, cuando se realiza sin una preparación especial, hay caídas o se aplica una exigencia mayor a la habitual, el riesgo de lesiones y dolor es inevitable.

Entonces viene la duda: ¿cuándo aplicar frío o calor para aliviar estas molestias?

Como regla general, cuando hay una inflamación o una lesión aguda, «en las primeras 48 horas se debe aplicar frío», afirma Milton Beiza, kinesiólogo deportivo de la Clínica MEDS.

Con eso, «uno busca generar una vasoconstricción para disminuir el flujo sanguíneo que llega a la zona afectada y así controlar el proceso inflamatorio», complementa el kinesiólogo José Rubio, del Centro de Medicina del Deporte de la Clínica Las Condes.

En un artículo publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, un grupo de expertos en medicina deportiva concuerda en que aplicar frío puede ser crucial durante las primeras 48 a 72 horas después de producida la lesión, ya que puede reducir el daño del tejido secundario y aliviar el dolor de la zona afectada.

Como medida preventiva, también resulta útil poner frío o hielo después de un entrenamiento, en especial en zonas del cuerpo que reciben más impacto o que fueron sobreexigidas, como talones, tobillos, rodillas u hombros, para prevenir inflamación y dolor.

El doctor José Antonio Alemparte, traumatólogo de la Clínica Santa María, precisa que lo recomendable es aplicar frío por 15 a 20 minutos como máximo, cada una o dos horas, para evitar que se produzca daño en la piel.

Dolor crónico

En ocasiones, explica Milton Beiza, la duda sobre aplicar frío o calor surge porque no se tiene certeza del tipo de lesión. «Si es un desgarro -se manifiesta por un pinchazo fuerte en la zona y dificultad para moverla-, siempre hay que aplicar frío, al igual que en cualquier tipo de lesión articular».

En cambio, si es una contractura -el músculo se siente apretado-, espamos o en la mayoría de las lesiones musculares, lo indicado es el calor. Y por un tiempo similar: no más de 20 minutos, cinco veces al día.

De hecho, aplicar calor es más recomendado para los dolores crónicos. «Se genera vasodilatación, hay mayor flujo de sangre y llegada de oxígeno y nutrientes, lo que estimula y favorece la recuperación del tejido dañado», dice Beiza.

Al permitir una dilatación de los vasos sanguíneos, se reduce la presión sobre las articulaciones y alivia el dolor en los músculos.

Por ello también se ha popularizado el uso de parches que generan calor en la zona donde se colocan y que ayudan a reducir la aparición de espasmos musculares y mejoran la flexibilidad de ligamentos y tendones.

Precisamente porque el calor contribuye a incrementar la flexibilidad de los tendones y los músculos, precisa Rubio, en términos de prevención, realizar un calentamiento es beneficioso antes de hacer una actividad deportiva.

En definitiva, si se trata de una lesión aguda y sobre todo articular, hay que optar por el frío. Si es un malestar recurrente y de tipo muscular, la solución es el calor.

Cualquiera sea el caso, los especialistas enfatizan en que si el dolor, la inflamación o la molestia no cesan, se debe acudir a un centro de salud.

Primeros auxilios
El kinesiólogo José Rubio explica que, en medicina deportiva, uno de los protocolos de primeros auxilios más usados en caso de lesión es el llamado PRICE, acrónimo de Protection (proteger la zona afectada), Rest (detener la actividad y hacer descansar a la persona), Ice (aplicar hielo), Compression (comprimir con vendas si es necesario) y Elevation (elevar la extremidad afectada para que la gravedad ayude a disminuir el flujo sanguíneo).