Empresas cuentan cómo viven los episodios de emergencias ambientales y la detención de faenas:

Hornos panaderos y hasta la tostadora del Café Haití se detienen cuando se decretan episodios de alto esmog. Son las llamadas «fuentes fijas», quienes alertan de varios flancos no resueltos de un sistema que estiman engorroso y difícil de entender y cumplir.

Por Bernardita Aguirre Pascal.

Como hace años no se veía en la capital, la falta total de lluvias ha hecho que junio se haya transformado en un mes en que los santiaguinos vivimos bajo una constante nube de humo. Varios episodios de preemergencia y emergencia ambiental han acompañado no solo a los automovilistas -que deben restringir el uso de sus vehículos-, sino que también a las empresas. Porque hay actividades productivas que deben detener funcionamiento de equipos y maquinarias, las llamadas «fuentes fijas» en jerga técnica.

Se trata de 1.347 equipos durante las preemergencias -maquinarias que tienen mediciones vencidas, no declaradas o bien vigentes que superan la norma de 32 miligramos de concentraciones de material particulado por metro cúbico-, a las que se agregan otras 1.425 fuentes durante las emergencias, y que corresponden a equipos que tienen mediciones vigentes que superan la norma de 28 miligramos de material por metro cúbico.

Unas y otras aparecen en un listado que elabora la Seremi de Salud de la Región Metropolitana.

¿Pero qué hay detrás de estos listados? ¿Quiénes son y cómo viven las empresas afectadas por estas paralizaciones? Entre ellas hay de todo, desde equipos de grandes empresas como Elecmetal o CIC hasta la tostadora del Café Haití, hornos de panaderías, grupos electrógenos de bancos, clínicas, centros comerciales e incluso hornos de automotoras para pintar vehículos.

El problema es que este registro deja varios flancos no resueltos: el listado está desactualizado, por lo que aparecen maquinarias que cuentan con sus mediciones vigentes y bajo la norma -que no deben paralizar- y también otras en desuso, por lo que en la práctica para ellos no es una paralización real.

Además, las empresas que sí tienen máquinas que deben detener sus operaciones dicen que a veces paralizan sus equipos sin tener que hacerlo, pues este mes se creó un nuevo sistema de turnos y, como no tienen claro cuándo les toca, paralizan por precaución, ocasionándose pérdidas innecesarias.

En una industria es complejo apagar un equipo. Hacerlo, puede llegar a significar parar completamente sus procesos productivos; se deterioran los aparatos al encenderlos y apagarlos; deben funcionar con stocks de productos de emergencia y destinan su personal a ordenar y hacer aseo.

No tienen claro cuándo parar

Hasta el año pasado solo existía la preemergencia y emergencia para controlar las concentraciones del material particulado grueso, el llamado MP 10. Pero este mes la autoridad comenzó a declarar preemergencias y emergencias para otro tipo de partículas: el material particulado fino, MP 2,5.

El problema es que este último no cuenta con un plan de descontaminación para estas partículas menores y por el momento se decidió que las empresas paralizaran en estos casos en tres turnos por orden alfabético, tomando la misma lista vigente para el MP 10.

«Sabemos que sí emiten, pero no cuánto, qué rango. Entonces lo más sano era que todas participaran un poco», explica el jefe del Subdepartamento de Control de Emisiones de la Seremi de Salud de la Región Metropolitana, Roberto Condori. Dice que a futuro se debería medir y regular la emisión de partículas finas para paralizar solo a las empresas que las producen. «Eso debiera venir en un nuevo plan de descontaminación de Santiago», señala.

Esta decisión de la autoridad es calificada como «intempestiva, improvisada y sin evaluación conocida de las medidas y su efectividad» por la Sofofa. Según la entidad, lo correcto hubiese sido respetar el proceso formal de discusión del Plan de Descontaminación para el MP 2,5 actualmente en curso, antes de aplicar una restricción general. Dicen que se hizo presente al Ministerio del Medio Ambiente la necesidad de una evaluación adecuada de las medidas, pero solo se acogieron parcialmente algunas propuestas.

«La empresa genera como sector menos del 15% de las emisiones de MP 2,5. El resto lo genera maquinaria, transporte, todo lo que tiene que ver con combustión. Por eso se llegó a este acuerdo de parar por tercios para aportar a la descontaminación», explica Juan Agustín Vargas, jefe de medio ambiente de Elecmetal.

Además, las empresas reclaman por lo difícil que es saber si deben o no apagar sus equipos, pues en un mismo día se dan preemergencias o emergencias por superar MP 10 y MP 2,5. Esto hace que muchas empresas no sepan si rige la lista completa o un turno.

Condori explica que siempre se usará el criterio que proteja más a la población, es decir, la paralización de la mayor cantidad de fuentes. Reconoce que a algunas empresas les ha costado entender el mecanismo, pero destaca que en su fiscalización han visto que las empresas igual paran por precaución. El problema es que están dejando de producir en días que a lo mejor no les correspondía.

Otro reclamo es el horario. Como la autoridad informa recién entre 20:30 y 21:00 horas la decisión de aplicar alguna medida, las empresas que realizan labores continuas (con turnos de noche) disponen de solo tres horas para entender si les corresponde parar un equipo y decidir cómo seguir su producción. Esto, porque, a diferencia de la restricción vehicular, la medida para las industrias rige desde la medianoche y por 24 horas. «Apenas tienes tres horas para averiguar primero si te toca o no y a esa hora no funcionan los teléfonos de la Seremi. Además de tener que reorganizar todas las labores si decides parar», reclama un alto ejecutivo.

Listas no están actualizadas

La desactualización de las listas con que trabaja la Seremi de Salud también es foco de reclamos.

El listado vigente de fuentes que deben paralizar es del 31 de marzo, pese a que debe ser actualizado cada dos meses, reconoce la Seremi. Según Condori, en las próximas dos o tres semanas lo harán. Pero aclara que si la empresa tiene sus equipos en regla, no serán multadas ante fiscalizaciones.

«Son muy, muy atrasados en dos y hasta tres meses, y es frecuente que aparezcan empresas que no corresponde», explica Javier Petit, que está a cargo de las emisiones de Comercial Alameda.

En Elecmetal hay 17 fuentes que deben declarar emisiones. Una de ellas, el centro de terminación lado norte, que tuvo mediciones sobre la norma el año pasado, midió sus emisiones y el 12 de junio regularizó su situación. Pese a eso, sigue en el listado de la prohibición, explica Juan Agustín Vargas.

Carozzi tiene cinco hornos y una caldera en su planta de San Bernardo y, según el listado, estos equipos aparecen con emisiones no acreditadas o vencidas. Pero en la compañía aclaran que ellos no contaminan, que tienen todos sus certificados al día para todas sus líneas de producción y que algunos de estos equipos no deben declarar emisiones porque son eléctricos.

Lo mismo sucede en Clínica Santa María, que aparece en el listado con dos calderas vencidas, pero en este centro dicen que están autorizadas para funcionar hasta fin de mes y en proceso de la nueva medición.

Para CMPC la información tampoco está actualizada. En la empresa destacan que no han tenido que parar nunca sus máquinas de pañales. Reconocen que una secadora debió hacerlo un día, hasta que se actualizó su medición.

En Molinera San Cristóbal, que tiene cinco fuentes en el listado, explican que «se encuentran con sus mediciones de emisión de particulado vigentes y libres para operar sin restricciones». También en Daily Fresh señalan que actualizaron sus mediciones en marzo.

En la empresa de productos aromáticos Cramer dicen que los equipos que aparecen en el listado están en desuso porque los cambiaron por nuevos que cumplen con las normas de emisión.

Falsa ilusión de paralización

Otra deficiencia es que parte del listado en realidad no paraliza. Esto ocurre porque un tercio de las fuentes que allí aparecen son grupos electrógenos de respaldo que, según empresas consultadas, son equipos de emergencia que funcionan solo cuando se corta la luz, por lo que ya están apagados.

Walmart tiene catastrados por la Seremi nueve grupos electrógenos de respaldo en sus supermercados, equipos que funcionan solo si se corta la luz.

Clínica Las Condes tiene un equipo en el listado que es un respaldo eléctrico de segundo nivel «que prácticamente no se usa durante el año, solo en condición extrema en una falla eléctrica de la ciudad y de nuestro sistema principal, que son otros generadores con registros en norma», afirman.

En Aguas Andinas tienen siete grupos electrógenos y explican la misma situación: los usan solo ante cortes del suministro eléctrico y no están afectos a paralización. Lo mismo en BancoEstado, donde aclaran que si se les cortara la luz en preemergencia, no los usarían.

En la Seremi dicen que si estos equipos funcionan solo en emergencia, deberían ser declarados como tales y no como respaldo, pues así quedarían fuera de los listados.

Los altos costos de las mediciones los complican

El 67% de los equipos que deben parar en las preemergencias lo hacen porque tienen sus mediciones vencidas y el 23% no las acredita (ver infografía). Es decir, estas empresas no están verificando si sus emisiones están bajo la norma de contaminación, como lo exige la ley para funcionar. Las industrias tienen la obligación de contratar y hacer una vez al año la medición de sus fuentes, con una empresa externa acreditada ante la Seremi de Salud. El problema es doble: deben pagar por el servicio y hay sobredemanda por los mismos.

En la Sofofa explican que cada vez cuesta más programar una medición, debido a la demanda asociada a una mayor regulación del sector industrial, como la nueva normativa para centrales térmicas, para fundiciones y cementeras, y las nuevas exigencias de mediciones del sistema de evaluación de impacto ambiental. Esto ha hecho que una medición que se programaba en una semana ahora demore meses.

El alto valor del servicio también influye. Los laboratorios que efectúan estas mediciones son 14 y el precio va entre los $350 mil y $800 mil por cada fuente medida. «Nosotros por costo no hemos hecho mediciones. Ahora yo tengo que medir tres fuentes y eso me sale $1,7 millones», explica Ángela Quiroz, de laboratorio Acme.

Ver los problemas de la fiscalización en D 10

LAS EMPRESAS que no respetan la paralización de sus equipos arriesgan multas que pueden llegar a los $43,7 millones.

Menor producción y daño en equipos
Ciento cuarenta toneladas de silicato en siete días dejó de producir Austral Chemicals al tener que parar su horno de fusión de silicato, producto que se utiliza en la fabricación de detergentes en polvo y es un aditivo para la construcción y la minería. «Lo que se dejó de producir no se puede recuperar, simplemente baja el stock de seguridad que tenemos, ya que el horno tiene un límite por día que es de 20 toneladas», explica Moisés Muller, gerente general de la compañía, quien advierte que de prolongarse esta situación podría afectar sus despachos.

Muller aclara que el perjuicio económico es mayor que las toneladas perdidas. «Debemos apagar un horno diseñado para funcionar de manera continua, por lo que, en cada paralización, el horno al enfriar su estructura se contrae y fractura, lo que disminuye su vida útil y aumenta su mantención anual». Agrega que el horno se debe prender de a poco para no dañarlo más y se gasta medio día de gas en hacerlo, sin producir nada.

Arriesgan no poder responder a sus clientes

Hay algunas empresas, como por ejemplo, Agroquímica, que tiene un secador que no puede funcionar en episodios de preemergencia, lo que según ellos no influye en su productividad, pues este no se usa de manera continua. Lo mismo dicen en AngloAmerican, que detiene en episodios de alta contaminación el secador eléctrico de concentrado de molibdeno de su planta Las Tórtolas, en Colina. «Dado el corto período de paralización y por no tratarse de un equipo crítico, esto no tuvo impactos en producción», señalan desde la compañía.

Pero otras sí sufren. En Acme Analytical Laboratories, una empresa que hace análisis de minerales, cuentan que este mes han debido parar su línea de chancado, la línea de copelación y la de fusión en los días hábiles que ha habido preemergencia o emergencia ambiental, lo que significa pérdidas para la empresa. «Nosotros trabajamos con tiempos de respuesta con los clientes, que son empresas mineras y la empresa paga multas millonarias si no responde», explica Ángela Quiroz, a cargo de las políticas de medio ambiente y seguridad de la empresa.

El horno de alambres es lo que deben apagar en la planta CIC de Maipú. Este se usa para templar las estructuras metálicas que van dentro de los colchones. «Nos afecta completamente, intentamos tener stock suficiente de esas estructuras para que en el caso de que nos hagan parar un día no nos afecte, pero si nos hiciesen parar dos veces seguidas, el daño sería muy grande porque tendríamos que parar un día completo de producción», sostiene el gerente de la planta, Iván Navarro.

Cuando paran las máquinas en CIC, el personal que las maneja se dedica a ordenar o limpiar lo que se necesita, pero no es muy productivo, dicen.

Por otra parte, las empresas consumen sus stocks de emergencia. Yasna Moya, jefa de la planta de Café Haití, cuenta que tuvo que parar cuatro días seguidos su tostadora de café. «Para esos eventos tenemos un stock rojo y podemos seguir trabajando normal. Paraliza la máquina, pero no la producción», afirma.