En España las pymes han entablado demandas contra la banca y hasta ahora han ganado juicios:
Tentados por tasas más bajas y por las promesas de terminarlos en cualquier momento, las pymes toman créditos asociados a derivados. Pero quienes han intentado prepagarlos se enfrentan a cifras millonarias que lo hacen imposible.
Por Bernardita Aguirre y Valeria Ibarra.
Hoy solo una de cada tres pymes puede acceder a un crédito bancario. «Para el sistema financiero la gran mayoría de las pymes no son sujetos de créditos y las que acceden al sistema representan un riesgo crediticio mucho más alto respecto a grandes empresas que generalmente muestran una situación financiera sólida», explica el presidente de Asech, Juan Pablo Swett, quien ejemplifica con empresas que se financian con tasas del 30% al 35%.
Pero existen alternativas aunque complejas. La banca les está ofreciendo instrumentos más sofisticados, con menores tasas pero de mayor riesgo, entre ellos los créditos con derivados como los cross currency swaps (Ver recuadro).
Este producto existe en el mundo hace 40 años y comenzó a ser usado en Chile para hacer transacciones entre bancos, luego entre estos y las grandes empresas y de ahí pasaron a las pymes, donde se han enfrentado con dificultades.
Demandas en España
Un ejemplo de estas dificultades es España, donde pequeñas, medianas y grandes empresas han llevado a los bancos a arbitrajes y juicios por haberles otorgado créditos con swaps que les han significado elevados costos y problemas al intentar prepagarlos o renegociarlos. Los tribunales están fallando a favor de las compañías.
En España los tribunales le han dado la razón a las empresas, explica en conversación telefónica desde Barcelona, Jordi Ruiz de Villa, abogado socio de litigación bancaria del estudio Jausas, firma que logró que el Tribunal Supremo de Justicia de Madrid fallara a favor de una pyme que quiso renovar un crédito y el BBVA le ofreció suscribir un swap . La empresa esgrimió que creyó que estaba contratando un seguro, que podría cancelar con libertad, que no entendió la permuta y que el BBVA no le dio información completa. El tribunal falló a favor de la empresa.
Como este hay miles de casos en los tribunales de España y más de veinte ya han sido fallados a favor de las pymes en el Tribunal Supremo de ese país.
¿Qué está pasando en Chile?
Las cifras del Banco Central muestran un incremento de las transacciones con derivados ( forwards , swaps y opciones). Entre marzo de 2012 y el mismo mes del año siguiente subieron 104,1%, totalizando US$ 13.891 millones en marzo de 2013. Desde entonces han ido bajando, aunque no bruscamente.
Según explica el ex ministro de Economía, Alejandro Ferreiro, los cross currency swap (CCS) los usan principalmente las AFP, compañías de seguros y las empresas exportadoras.
Pero hoy también son comunes entre las pymes. En 2010, amparados en una política gubernamental que buscaba cubrir a las firmas más pequeñas de los vaivenes del mercado, los bancos comenzaron a ofrecer swaps a las pymes como un mecanismo de cobertura cambiaria y de tasas de interés.
«En términos de volúmenes los derivados más grandes están con las empresas más grandes. Pero en términos de spread (ganancias), donde hay más utilidades es entre las empresas chicas porque hay más asimetría de información. En general los bancos se ven incentivados a hacer esto porque obviamente ganan más plata, que cuando prestan solamente plata», dice un ejecutivo del sector financiero.
¿Por qué los swaps tientan a las empresas?
Hoy los swaps se están ofreciendo a las empresas como un «mecanismo reductor de tasas».
«A mí me ofrecían un derivado reductor de tasa y me decían: «Si tomas un crédito directo en pesos es con una tasa de 4,9%, pero si lo tomas en UF con el derivado vas a pagar 4,4%», cuenta un empresario que tomó el crédito con un cross currency swap (CCS).
La rebaja de tasas sonaba tentadora para el crédito pero el problema viene si éste se pretende prepagar, porque hacerlo implica no solo pagar el crédito sino que además deshacer el CCS, instrumento que corre paralelamente al crédito. El precio es tan alto que es prácticamente imposible.
«Cuando intenté pagarlo el año pasado el costo era altísimo y cuando intenté este año hacerlo nuevamente, a pesar de que había cumplido mes a mes con los pagos, el costo era 50% mayor que el año pasado. Solo por el swap «, reclama un empresario.
El problema es que los bancos venden el producto diciendo que es posible su «terminación anticipada en cualquier momento», así lo dice en su página web una de los más grandes bancos del país. Sin embargo, luego aclaran a este diario que «este producto efectivamente debe ser contratado y honrado por el plazo definido entre el banco y el cliente, pues de no hacerlo y finiquitarlo antes de tiempo supone exponer al cliente al riesgo que se quiere proteger».
Esta situación ilustra lo delicado que es usar algunos instrumentos financieros derivados.
«Son productos que bien utilizados ayudan a mitigar fluctuaciones en tipos de cambio, tasas de interes y precio de commodities. Pero en el caso de derivados utilizados para cubrir créditos hay que estar atentos a la posibilidad de prepago porque ahí la cobertura asociada podría restar flexibilidad», explica el gerente general de Netgociando.com, Fernando Ostornol, firma que ha ayudado a las compañías a analizar los créditos de la banca.
Añade que para prepagar hay que romper el derivado y eso genera un impacto en caja que a priori no se conoce y que en una empresa pequeña puede ser muy significativo.
Un ejecutivo de un banco ejemplifica: «Hoy hemos visto que quienes tienen un cross currency swap con UF/peso y lo tomaron hace dos o tres años atrás, dada la evolución de la inflación lo más probable es que quieran renegociar ahora sus créditos, pero como tienen derivados asociados se ven enfrentados a un valor negativo importante y no lo pueden hacer».
En Bci admiten estos problemas. «Algunos clientes han sufrido pérdidas con estos contratos y se han acercado a discutir sus términos y valorizaciones, pero en la gran mayoría de los casos terminan entendiendo las razones del resultado negativo. Por ello, nunca hemos tenido que llegar a resolver por medio de un juicio una diferencia con un cliente insatisfecho», explica un ejecutivo del banco.
En la SBIF en lo que va del año, se han recibido tres reclamos respecto de los cross currency swap, los clientes alegan información equívoca o incompleta de parte del banco.
Empresas no pueden prepagar sus créditos
«Empresas medianas y pequeñas son las más expuestas a tener problemas con los CCS porque lo entienden menos, de repente por apuros de plata toman deuda y no se dan cuenta que tiene un derivado debajo y yo te diría que es común en empresas pequeñas y medianas», advierte un ex operador de una mesa de dinero.
En la banca señalan que es imposible que un empresario «no se dé cuenta» de que tomó un crédito con un derivado porque se toman precauciones.
Antes de entrar al mercado de los derivados, es decir, antes de que el cliente comience a operar con estos instrumentos, debe firmar un Contrato de Condiciones Generales, reconocido por el Banco Central. Luego un contrato particular por cada crédito con CCS.
En el banco Santander dicen que los clientes que quieran acceder a la contratación de este producto deben cumplir previamente requisitos mínimos exigidos por las políticas de riesgo y comerciales. Agregan que los cross currency swap no son de comercialización masiva y no los tienen disponibles para personas naturales ni empresas pequeñas. Además de exigir la firma del Contrato de Condiciones Generales «cada vez que el cliente contrate este producto -siempre como cobertura asociada a una operación crediticia-, está obligado a firmar un contrato específico para tal operación, en el cual se detallan las características y condiciones financieras del producto. Adicionalmente el cliente debe suscribir un anexo de entendimiento, en el cual se detallan en forma exhaustiva las condiciones, efectos y resultados que pueden conllevar la terminación anticipada de un contrato», detallan en el banco.
En el Banco de Chile usan además otro texto interno, que lo firma el ejecutivo que ofreció y vendió este producto al cliente, el que señala que el profesional le propuso al usuario el producto más adecuado para sus necesidades y que el cliente entendió las condiciones en que se le otorgó.
En el Bci dicen que son muy rigurosos al ofrecer contratos de derivados a sus clientes. «Normalmente, solo se ofrecen a personas jurídicas (empresas) luego de que un operador, especialista en estos temas, ha analizado la conveniencia del producto para el cliente y en la medida que, entre otras cosas, exista un claro entendimiento de los riesgos asociados».
En esta entidad agregan que incluso visitan a los clientes, les hacen presentaciones y que esta clase de instrumentos es de los pocos que, por protocolo, ofrece una información continua y periódica a los clientes, aun sin ser solicitadas.
Asimetría de información
El abogado español, Jordi Ruiz de Villa que asesora a pymes en conflicto con los bancos explica que si bien en España se firman, al igual que en Chile, documentos que explican las condiciones y riesgos de este tipo de productos y los clientes dicen entender el producto contratado y que además se les aplica un test de idoneidad antes de recibirlo, los empresarios entienden solo lo que dice el papel, pero no los riesgos asociados a lo que están contratando y por eso los tribunales han fallado a su favor en los juicios contra la banca.
«Lo que se entiende es lo que ve el ojo humano, que solo ve lo que dice el papel. El ojo financiero, que es el que tiene el banco, es el que analiza las subyacentes, en el contexto financiero, con las variables que hay en el mercado y a raíz de eso puede determinar si esa operación es idónea para el cliente, si es arriesgada, si es especulativa y cuáles son las escenarios de pérdidas máximos», advierte Ruiz de Villa.
LAS CIFRAS DEL BANCO CENTRAL muestran un incremento de las transacciones con derivados (forwards, swaps y opciones). Entre marzo de 2012 y el mismo mes del año siguiente subieron 104,1%, totalizando US$ 13.891 millones en marzo de 2013. Desde entonces han ido bajando, aunque no bruscamente.
¿Qué es un cross currency swap ?
Según explica el ex ministro de Economía, Alejandro Ferreiro, el cross currency swap (CCS) es un derivado que se usa para transformar una obligación -un crédito o un contrato- de una moneda a otra.
Estos se toman junto a créditos para protegerse de los vaivenes de la moneda en que este se originó. Por ejemplo, si el crédito se tomó en dólares porque la tasa era más conveniente en la moneda estadounidense, pero el cliente necesita pesos, se hace el CCS de dólar a peso y se suscribe una nueva obligación que corre paralelamente al crédito.
También existen los CCS para protegerse de la inflación, que son de UF a peso.
Los cross currency swap se llaman así porque hay un cruce de flujos: se intercambia un flujo de capital e intereses en una divisa por otro flujo de capital e intereses en otra divisa a un tipo de cambio prefijado al vencimiento.
Según información de la industria, del total de los cross que se suscriben en el sector bancario, entre 3% y 10% se efectúan en pequeñas y medianas empresas.