Alberto Arenas destacó que el valor agregado del trabajo de Thomas Piketty, ‘está en que nos llama a hacer el balance no sólo con los números, sino también con los efectos en las personas’. El titular de la cartera dijo que ‘Chile dio en 2014 un paso decisivo en la dirección de reducir las desigualdades’ con la aprobación de la Reforma Tributaria.

«El análisis de Piketty nos llama a reparar en que una economía de mercado contiene fuerzas de convergencia que debemos fortalecer; y de divergencia, que debemos intentar acotar, por el impacto negativo que pueden tener en el desarrollo y la cohesión social», aseguró esta tarde el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, al intervenir en la ceremonia de entrega de la Medalla Rectoral de la Universidad de Chile al economista francés Thomas Piketty.

Junto con valorar la visita del autor del reconocido libro «El capital en el siglo XXI”, el secretario de Estado destacó el aporte del economista galo «a resituar el debate económico global sobre la desigualdad en otras coordenadas». Enfatizó en que Piketty «resituó también la antigua controversia sobre la distribución de la riqueza en nuestro tiempo».

Arenas planteó que » el debate económico de los primeros 15 años de este nuevo siglo es muy distinto al debate de los primeros 15 años del siglo pasado, a pesar de que tengan elementos comunes. Las ideas que nos plantea su libro han atizado controversias. Entre otras cosas por los aspectos normativos de su trabajo; por ejemplo, por el papel que le asigna a los impuestos en la corrección de las desigualdades».

Agregó que «para algunos sectores de la sociedad no es recomendable ni viable la estrategia de mejorar la distribución del ingreso mediante el aumento de impuestos. Ven en ella una amenaza para para el modelo de mercado, cuando debieran sacar la conclusión contraria: ponerle coto a la desigualdad y nivelar hacia arriba los ingresos dinamiza al mercado».

El titular de Hacienda subrayó que «Piketty destaca que una de las mayores innovaciones del siglo XX en el ámbito de las finanzas públicas fue el impuesto progresivo sobre el ingreso. De hecho, muestra que la progresividad impositiva jugó un rol central en la reducción de las desigualdades; y no sólo por el hecho de haber permitido que con esa recaudación fiscal el Estado financiara bienes públicos que permitieron elevar los niveles de bienestar de la sociedad en áreas como la salud y la educación, sino porque representa de algún modo la intersección entre justicia social y libertad individual».

El caso de Chile

El jefe de las finanzas públicas comentó que «Chile dio en 2014 un paso decisivo en la dirección de reducir las desigualdades con una reforma tributaria estructural que elevó en 3 puntos del PIB la carga tributaria –disminuyendo la brecha con el promedio de los países de la OCDE-, para financiar la reforma educacional y otras áreas de la protección social y las políticas prioritarias para elevar el bienestar de la ciudadanía».

Destacó que «hicimos esta Reforma Tributaria para cumplir los compromisos del programa de la Presidenta Michelle Bachelet, que fue construido en torno a una gran idea fuerza: enfrentar la desigualdad en todas las dimensiones y sentar las bases para un crecimiento inclusivo, objetivo que en épica de campaña resumimos en la frase “Construir un Chile de todos”.

Planteó que que Chile camina a convertirse en país desarrollado en 2020 por ingreso per cápita, según los estándares de la OCDE. No obstante, manifestó que «si desde las políticas públicas seguíamos haciendo más de lo mismo ese salto sería una mera ficción estadística, un promedio que no le haría justicia –como tampoco lo hace hoy- a la situación de varios millones de chilenos de clase media y baja. Y por lo tanto, la mayoría de nuestra gente no se sentiría parte de esta realidad».

Sostuvo que «el diagnóstico es que el ritmo con que estábamos acortando las brechas de equidad no se condice con las expectativas de la ciudadanía, ni con el nivel de desarrollo alcanzado. En los 80 y los 90 los pobres no podían esperar; hoy la clase media tampoco puede esperar. Nuestras reformas apuntan a un desarrollo inclusivo que le dé gobernabilidad al crecimiento. Por lo mismo postulamos que el quid está en enfrentar la desigualdad con soluciones que legitimen y perfeccionen la institucionalidad de nuestra democracia».

De esta manera, insistió en que «ese es el camino más adecuado para enfrentar la paradoja del crecimiento, ese malestar que surge del bienestar cuando unos ven el vaso medio lleno al mismo tiempo que otros lo ven medio vacío. Es decir, ese descontento que emerge de la desigual repartición de la creciente prosperidad, que para muchos habitantes de este país se queda enredada en las cifras gruesas de la macroeconomía, en los rankings internacionales, en la segregación que en los distintos planos del diario vivir limita el acceso a las oportunidades y frena las aspiraciones de calidad de vida, educación, trabajo, salud».

Hizo hincapié en que «podemos y debemos hacer más en materia de equidad. La tarea no es fácil, pues pasa por abatir arraigados prejuicios que se resisten a la evidencia de que es posible crecer sostenidamente y avanzar en inclusión social. Soy un convencido de que mejorar la distribución del ingreso vigoriza el crecimiento en el mediano y largo plazo. En otras palabras, enfrentar la desigualdad es un activo para el desarrollo sustentable de Chile».

A juicio de Arenas, el valor agregado del trabajo de Piketty, «está en que nos llama a hacer el balance no sólo con los números, sino también con los efectos en las personas, a humanizar el impacto de los modelos teóricos; como también en que con sus series de datos nos muestra que en la distribución más equitativa del ingreso no basta con la inercia del mercado, se requiere de una institucionalidad de política económica».