Afirma que el gobierno está cambiando las reglas del juego y que hay «un ambiente de incertidumbre que hace muy difícil que la inversión se recupere». Frente a ello su solución es el diálogo. «Si el costo de la estabilidad son 2 o 3 puntos de rentabilidad, los empresarios están dispuestos a pagarlo», pero no si de 20% pasan a 5%, dice.

Por Miriam Leiva P.

Aunque su figura se relacione con los gobiernos de la Concertación, Luis Eduardo Escobar tiene hoy una mirada más que crítica frente al proceso político-económico que vive el país. Desde su oficina privada, el economista asociado de Fundación Chile 21, puede medir la temperatura empresarial y no se muestra confiado del futuro del crecimiento de la economía, pese a estar de acuerdo con el fondo de las reformas que impulsa el Gobierno.

¿Cómo ve la actual evolución económica?

La situación actual es bien complicada porque, como dicen los astrólogos, se da una mala conjugación de los astros. Estamos en un cambio cíclico de largo plazo en el precio del cobre que duró diez años; esto confluye con una leve recuperación de la crisis financiera de Europa y Estados Unidos, lo que significa que el resto de los socios comerciales también se están desacelerando. En las dos cosas nos está yendo mal.

Eso por el lado internacional, ¿e internamente?

Producto del súper ciclo del cobre en nuestra economía el peso se aprecia y se hace menos competitiva la manufactura. Todos los estudios muestran que la gran palanca del crecimiento es la inversión en maquinaria y equipos, infraestructura, edificios, esa es la clave. Si no hay inversión no hay crecimiento, pero es muy difícil invertir cuando hay un tipo de cambio que fluctúa entre $ 450 y $650 en 10 años, porque ese es el horizonte importante de un proyecto. Esto ha llevado a un crecimiento lento de la productividad. Entonces ningún factor nos ayuda, no hay bases para pensar que la economía se va a pegar un tremendo rebote y va a volver a crecer a tasas de 7% ó 5% anual.

¿Cuánto han pesado las discusiones por reformas?

Sin duda que tienen un efecto, porque tal como decía Keynes esto de invertir o no, depende de los animal spirits de la clase capitalista. Entonces, qué ocurre cuando el Gobierno dice vamos a hacer reformas estructurales bien importantes, en lo tributario, educacional, Constitución, y se suman todas las chicas que han salido en el camino como el Sernac, reforma laboral, código de aguas; está anunciando, en verdad, que va a cambiar radicalmente las reglas del juego con las cuales se ha jugado hasta ahora, que va a rayar la cancha de una manera distinta.

¿Y eso ha inmovilizado?

Cuando se anuncia un rayado de cancha de manera distinta y no dice cómo, la gente no sabe a qué atenerse; y cuando se está jugando con plata en serio, es bien difícil ponerse a invertir en proyectos donde no se sabe cuál será la rentabilidad. A esto se suma que en Chile existe una profunda desconfianza mutua, hay mucha gente que dice que esto es una vuelta a la UP, que la reforma tributaria es una expropiación, que la reforma educacional es la ENU, se crea un ambiente de incertidumbre política y de reglas que hacen muy difícil que la inversión repunte.

¿Y cómo se puede resolver esto, porque los anuncios ya están sobre la mesa?

El desafío del Gobierno es resolver rápido qué va cambiar y cómo, y tratar de hacerlo con el máximo acuerdo posible con la gente cuyos intereses se verán afectados, porque estos cambios no son gratis, a alguien le afectan.

¿Y ve al Gobierno entendiendo este punto?

Se han dado cuenta. Pero yo creo que no hay definición política acerca de en qué van a consistir estas reformas.

¿Pero son necesarias todas estas reformas en 4 años?

Todos estos cambios son necesarios. Como dijo una vez Fernando Léniz, ministro de economía de Pinochet: “Uno tiene que decidir si le quiere cortar la cola al perro de una o de pedacitos. Es mejor de una sola vez porque de a pedacitos es hacerlo sufrir innecesariamente”, y no deja de tener razón.

¿Entonces, sugiere seguir con los cambios?

El punto es cómo. Producto de mi experiencia laboral me gustaría ver un diálogo nacional. En Chile no tenemos esa costumbre de diálogos sociales y no lo hemos tratado de poner en práctica. Se genera mucho anticuerpo cuando alguien llega, pone un proyecto arriba de la mesa y dice “señores, aquí no se cambia nada o por lo menos no el corazón”.

A pesar de esas declaraciones, el ministro de Hacienda debió aceptar cambios sustantivos a la reforma tributaria.

Claro, y tuvo que aceptar algo que no habría aceptado ningún ministro en el mundo y es que las empresas puedan escoger entre sistemas tributarios. Al final le charquean el animal porque pierde coherencia.

Retomando lo del diálogo, ¿cree que en Chile será posible generar un acuerdo para las reformas laborales o la educacional, considerando las diferencias de pensamiento tan grandes?

Pero si no conversamos, cómo. ¿Por la razón o la fuerza? No hay otra salida que no sea el diálogo. No puede ser que hoy la Nueva Mayoría imponga su criterio, porque corremos el riesgo que pasado mañana la Alianza tenga mayoría de alguna manera y vuelva a cambiar lo que cambiamos. Eso sí tendría un costo brutal; o sea, uno no puede andar reasignando los derechos de propiedad cada cuatro años, eso va a paralizar el país definitivamente.

¿Sentarse a conversar sería una señal correcta para apuntalar la inversión?

En mi experiencia, funciona, sería una salida razonable. No puede ser que se termine de negociar una reforma yéndose a tomar un tecito a la casa de un representante de los grupos empresariales, ¿es que no hay sala de reuniones en el Ministerio de Hacienda? Juntémonos a conversar en serio, en forma transparente que todo el mundo conozca los intereses que se están defendiendo y discutamos como arreglamos esta cuestión.

¿Tiene capital político el ministro Arenas para encabezar este proceso?

Creo que siempre los ministros de Hacienda tienen capital político y su tarea es jugárselas. El problema es que cuando tú sales por una rama y vas caminando hasta el extremo, corres el riesgo de que la rama se doble. Jugarse por la reactivación me parece correcto y creo que si se logran despejar esos otros temas va a ocurrir; ahora, hay que ver el grado de control que tiene en resolver los temas y de que puede tranquilizar los animal spirits.

Muchos dicen que la reforma tributaria lo dejó debilitado.

Ahí hay dos caras distintas. Efectivamente quedó golpeado por la forma en que terminó, dio una señal de negociar desde una posición de debilidad. Desde el punto de vista interno, sigue siendo el economista de la Presidenta.

¿No pasa la reactivación por un cambio de ministro?

No, pasa por estos otros temas que mencioné. Cuando uno escucha a los empresarios, uno se da cuenta que les preocupa que los negocios se hagan significativamente menos rentables. Incluso aceptan que serán menos rentables porque deben hacerse cargo de los temas ambientales, de comunidad. La única salida es el diálogo, si se legisla desde una sola visión, no se coteja con los demás, existe un conflicto que se traslada a la arena política y cuando hay conflicto político la economía sufre, eso es así en todas partes del mundo.

¿Los empresarios tiene susto de que disminuya en cuánto se rentabilidad? ¿a la mitad?

Se trata de asegurar que no sea así (la mitad). Si el costo de la estabilidad social y política son 2 ó 3 puntos de rentabilidad, creo que los empresarios están dispuestos a pagarlo. Ahora, si se les dice que de 20% pasarán a ganar el 5%, te van a mandar a la punta del cerro.

Bajo crecimiento futuro

¿En cuánto ve la tasa de crecimiento para el próximo año, cree que será 3,6% como dice el ministro Arenas?

No, ni el ministro creía que sería 3,6% cuando lo puso. Como el Presupuesto está construido sobre la base de la regla fiscal, entonces necesitaba inflar los ingresos para poder llegar al nivel de gasto que necesita y por eso puso 3,6%.

¿Será 3% como dice el promedio del mercado?

No, lo veo muy difícil. Creo que 2,5% es un escenario central, entre 1,8 y 2,7%, por ahí. No veo elementos para decir que esto vaya a repuntar pronto.

¿El plan para destrabar inversiones y concesiones ayudará?

Morigera, no ayuda, no es que vaya a despegar. En Chile casi el 85% de la inversión es del sector privado, el ministro está tratando de empujar todo lo que pueda la inversión pública y eso ayuda a morigerar la desaceleración, pero no es una base para generar un rebote en el crecimiento.

¿No tiene efecto multiplicador?

Tiene, pero ¡estamos actuando sobre el 15% con suerte!, porque aquí se incluye hasta la compra de computadores; solo infraestructura es menos del 10%, lo que ayuda a mantener un nivel de actividad un poquito más alto, es como tirar con un cordel.

¿Con estas proyecciones se cumplirá el llegar al crecimiento potencial de 4,3% en 2016?

Difícil, lo veo difícil. Significaría que los problemas de que hemos hablado estarían resueltos, sin esos temas despejados, no.

¿Hay posibilidades de que el potencial descienda más?

Sí claro, porque en la medición el pasado pesa mucho. Con una tasa de crecimiento de 1,7% o 1,8% este año, y 2% el próximo, va a ocurrir que el potencial baje.

¿Es peligroso el nivel de inflación?

No. Para que haya un aumento de precios sostenido y generalizado debe haber exceso de demanda, y estamos diciendo que hay falta de demanda porque ha bajado el consumo y la inversión. Tendremos inflación por arriba de un 5% un rato, pero no se va a sostener.

¿El Banco Central está en un zapato chino con esta subida de precios?

No, creo que ellos lo tienen súper claro. Hay algunos analistas que piensan que podrían subir la tasa de interés, pero yo tengo la esperanza de que no lo hagan, sería una barbaridad. No podemos volver a cometer el mismo error del 2008.

¿Entonces la tasa rectora podría volver a caer de 3% o se quedará ahí por un largo tiempo?

El 5% de inflación los asustó y probablemente se queden parados unos dos meses, y después se va a imponer el hecho de que la desaceleración es más importante que la inflación y se van a mover hacia una baja de tasas en el primer trimestre del próximo año.

¿Cómo ve al Ipom en términos de expectativas? ¿Se va a ajustar el crecimiento 2015 o el BC será condescendiente con el Gobierno para no dejarlo tan desalineado?

El 3,6% no es una carta que esté en el naipe. Debería dejar afuera esa proyección (3,6%). Ahora, el Banco Central fue y ha sido acomodaticio, y no veo que cambie.

“La Presidenta debió haberse ido de esa reunión”

¿Qué le pareció el discurso del presidente de la Sofofa, Hermann von Mühlenbrock, criticando el clima antiempresarial frente a la Presidenta? ¿Tiene razón?

Hay dos cosas. Una es el fondo y la otra, la forma. En el fondo tiene razón cuando dice que esto genera incertidumbre y que no saben que va a pasar; y le dice señora Presidenta resuelva esta cuestión para que sepamos adonde vamos. En eso tiene razón.

Donde no tiene razón es en la forma en que lo plantea. Si yo hubiese sido la Presidenta me paro y me voy. Creo que la Presidenta no se debió haber quedado en esa reunión, se debió haber ido. Nadie tiene derecho a tratar de esa manera al Presidente de la República. Si hubiese estado Lagos jamás le habrían hablado en ese tono.

Ella debió haber golpeado la mesa. Debió haber dicho “una cosa es tener una conversación en serio sobre lo que queremos para el país, y otra esta forma que no es aceptable. No estimula el diálogo”.

“Creo que Eyzaguirre se equivocó, lamentablemente”

¿Cómo evalúa al ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, quien fue su jefe en Hacienda?

Es amigo mío. Creo que se equivocó, lamentablemente. La entrada no era por acá, sino por la educación pública.

¿Debiera dar un paso al costado como propuso Edmundo Pérez-Yoma?

No, no es el momento. Cuando uno está metido con un caballo a mitad del río no se cambia de caballo.

¿Será la persona adecuada, con la flexibilidad suficiente para tomar las riendas del caballo y que no se lo lleve la corriente?

Sí. Todos sabemos que la ida a Finlandia no tiene ningún sentido, sino que era la posibilidad de darse un recreo, de conversar con las 30 personas que llevó. Ese viaje tiene esa finalidad, de tener un diálogo con gente metida en el tema, con quiénes tiene que llegar a acuerdo.

Se ve que le tiene fe.

Lo quiero, eso es.