Estudio detectó alza de hasta 0,4 °C por el hollín generado por tubos de escape y chimeneas.

Por Carlos González Isla.

“El hollín se compone de partículas pequeñas, negras, que por su color absorben la luz solar. Esto calienta las partículas y el aire alrededor de ellas”, explica a La Tercera Sarah Doherty, experta del Departamento de Ciencias de la Atmósfera de la U. de Washington, quien dice que este contaminante, también conocido como carbono negro o black carbon, es el segundo gran colaborador del cambio climático después del CO2.

Para conocer cuál es el impacto del hollín en Santiago, el subsecretario de Medio Ambiente, Marcelo Mena, inició una investigación en 2008, cuyos resultados publicó en agosto en la revista Urban Climate. En este concluye que el carbono negro eleva entre 0,2 °C y 0,4 °C la temperatura en la capital. El estudio también advierte que el viento traslada estas partículas hasta los glaciares de la zona central, lo que podría acelerar su derretimiento.

El impacto del hollín en las masas de hielo, es un problema del cual ya tomaron conciencia en el Hemisferio Norte. Earthjustice, ONG con sede en EE.UU., impulsa una campaña para frenar las emisiones porque aceleran el derretimiento de los hielos del Artico. La abogada ambiental de esta organización, Erika Rosenthal, dice a La Tercera que el tiempo de permanencia en la atmósfera de estas partículas varía “entre unos pocos días y unas pocas semanas, pero su poder de calentamiento es entre 460 y 1.500 veces más potente que el CO2”.

Para Mena, el estudio reafirma la necesidad de disminuir el carbono negro de la atmósfera de la capital. “Si lo reducimos de las micros, autos, camiones, estufas, cocinas, y las quemas forestales, estamos frenando el derretimiento de los glaciares de la zona central, no antártico, ni del Artico, es un beneficio inmediato”, explica.

NUEVO PLAN

El subsecretario asegura que es posible combatir este contaminante y reducir la temperatura local inmediatamente, sin necesidad “que el mundo se ponga de acuerdo para reducir emisiones”.

Doherty, señala que efectivamente se puede reducir el carbono negro en el corto plazo, debido a que se puede capturar, por ejemplo, usando filtros en el caso de los vehículos. El CO2, en cambio, es más complejo de almacenar porque es un gas y solo existen estrategias experimentales y muy costosas de implementar.

El black carbon se produce por la combustión incompleta de combustibles fósiles, biocombustibles y biomasa (leña), principalmente de vehículos motorizados, cocinas domésticas, incendios y fábricas industriales, y representa el 13% del MP 2.5 (material particulado fino) de Santiago.

El MP2.5 ha disminuido sostenidamente desde 1989, sin embargo, sigue 20% por sobre la norma de EE.UU. y 120% sobre la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por esta razón, es el foco de la actualización del Plan de Descontaminación de Santiago, cuyo debut se espera para 2016.

Entre las medidas que se estudian en dicho plan están las regulaciones al uso de leña, a las emisiones de los vehículos diésel, comerciales y de carga, entre otras, las que fueron diseñadas por el Centro Mario Molina Chile, organismo que en julio entregó 32 propuestas al Ministerio de Medio Ambiente (ver nota secundaria).

FUSIÓN

Mena señala que mitigar la contaminación por MP2.5 en Santiago es una medida de adaptación al cambio climático, que permite enfrentar tanto la contaminación local y el calentamiento global, a la vez. Este nuevo enfoque es uno de los motivos por el cual el ministerio, resolvió fusionar la División de Calidad de Aire y la Oficina de Cambio Climático este año.

Luis Cifuentes, ingeniero de la U. Católica y ex miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de 2007, valoró la decisión, porque las principales fuentes de gases efecto invernadero, de contaminantes de clima de corta vida y de contaminantes que afectan la salud son las mismas. “Una estrategia conjunta es mucho mejor. Puede ser mucho más efectiva y de menor costo que tener estrategias separadas, que a veces son hasta contradictorias”, dice.

El experto participó también en la elaboración de un reporte de Naciones Unidas, en 2011, en el que se analizaron medidas para reducir contaminantes como el carbono negro y la contaminación local. “Para el diésel lo más efectivo y de implementación inmediata son los filtros de partículas, pero deben ser inspeccionados regularmente para asegurarse de que funcionen correctamente”, explica. Pero el caso de la leña es más complejo de abordar. “Como es mucho más barata que otros combustibles es imposible prohibirla, y es difícil fiscalizar la prohibición de quema de leña húmeda, que emite mucho más material particulado y carbono negro. La única opción es cambiar las estufas antiguas por las de doble cámara de baja emisión”, dice Cifuentes.