Publicado por Francisco Parra.

300 trabajadores de la Clínica San Carlos de Apoquindo pararon durante un mes sus actividades acusando prácticas antisindicales. Anoche se firmó una tregua pero el conflicto no para ahí, pues el sindicato se dispone demandar a la red de Salud UC. Una vez más se pone en entredicho el rol de la Universidad Católica, que ante el conflicto prefirió guardar silencio.

El término del conflicto entre el sindicato de la Inmobiliaria Clínica San Carlos de Apoquindo y la Red Salud UC Christus -firmado ayer por la noche- no estuvo exento de polémicas. Durante un mes los trabajadores denunciaron una serie de prácticas antisindicales, mientras que la PUC ve cuestionada, una vez más, su carácter público.

Un mes duró la huelga legal de los trabajadores de la Clínica San Carlos de Apoquindo. Ayer por la noche el sindicato se reunió con la Dirección Nacional del Trabajo y firmó el acuerdo de reincorporación para este jueves 7. Finalmente, al enterarse de que más temprano se había reunido en el lugar la empresa Christus sin ofrecer nada nuevo, se optó por aceptar el contrato de la penúltima negociación colectiva, por plazo de dos años. Esto significa un aumento salarial de solo 20 mil pesos, más 95 mil por término de conflicto, muy alejado de las pretensiones iniciales de aumento de 70 mil pesos de sueldo.

Según cuentan los dirigentes, la principal desventaja de la última oferta, con respecto a la que se aceptó finalmente, es que ésta comprometía a los trabajadores a la firma de una carta de acuerdo en que debían desistir de las acciones legales que sostienen actualmente contra la Red Salud UC – Christus por prácticas antisindicales. “Cualquier propuesta de la empresa era a condición de la firma de esta carta, además de que era negociación a cuatro años. Nos rehusamos y optamos por el contrato colectivo anterior”, señaló Julio Cabrera, tesorero del Sindicato Inmobiliaria Clínica UC San Carlos.

Así, se finalizó el conflicto que tuvo a cerca de 300 trabajadores de la Clínica San Carlos de Apoquindo paralizados durante un mes. Pero lejos de terminar en buen puerto, el sindicato se dispone a continuar con la demanda por práctica antisindical que mantiene contra la Red Salud, poniendo en entredicho a la Universidad Católica, que se mantuvo en silencio durante todo este tiempo y avaló, según los trabajadores, el actuar de la empresa.

Trabajadores de segunda categoría
La principal demanda del sindicato de la Clínica San Carlos -que agrupa a cerca 300 trabajadores técnicos de enfermería, guardias, administrativos y cajeros- era dejar de ser considerados como trabajadores de segunda categoría por la Red Salud UC – Christus y por la Universidad Católica. Exigían un aumento de remuneraciones de 70 mil pesos (rebajado de los originales 100 mil de cuando empezó la huelga) que homologara el pago que se les da por la misma faena a quienes son parte de la Red Salud UC. La diferencia salarial con el resto de los centros de la Red Salud UC (Hospital Clínico y Centro Médico de San Joaquín principalmente) alcanza incluso los 200 mil pesos. Además exigían recibir los mismos beneficios médicos que el resto de la Red. Es decir, que ellos y sus familiares puedan atenderse en el lugar donde trabajan o en otros centros de la Red. Actualmente no pueden hacerlo porque la mayoría de los trabajadores -dado su bajo sueldo- pertenecen a Fonasa y la Clínica San Carlos de Apoquindo, ubicada en uno de los barrios más elitistas de la capital, no es prestador del servicio público. El Dínamo se contactó con la Clínica para consultar si reciben a pacientes con Fonasa, a lo que respondieron que atendían “solo isapres y privados”.

Por ejemplo, uno de los casos más notorios es el de uno de los técnicos más antiguos en la clínica, quien padece desde hace un tiempo un tumor cancerígeno que necesita tratamiento urgente. Como tiene Fonasa, no puede atenderse donde trabaja y se ha sometido a las largas listas de espera de la salud pública. Hace unos días, les llevó de regalo panes amasados a modo de ánimo al resto de los huelguistas.

Desde el sindicato Salud UC, que agrupa a los trabajadores del Hospital Clínico ubicado en la calle Marcoleta, detrás de la Casa Central de la Universidad, confirman la diferencia en cuanto a remuneraciones y atención de salud entre ambos centros médicos. “Por ejemplo, si una cuenta sale más de 2 millones de pesos, nosotros tenemos que pagar solo un sueldo del trabajador en cuotas, independiente de la cuenta que sea. Si hay trabajador que gana 290 mil pesos, lo máximo que puede pagar son 290 en cuotas y nos podemos atender en toda la red. Los de la clínica San Carlos no tienen esos beneficios, no se pueden atender acá, tienen que ir a hospitales públicos”, afirma Francisco Catalán, tercer director del sindicato Salud UC.

El acuerdo que firmó el sindicato finalmente no contempla ningún beneficio en salud, por lo que por los próximos dos años no podrán atenderse en el lugar donde trabajan. Durante el mes que duró el conflicto, las partes estuvieron bastante lejos de acercarse. A los ocho días de paralización, la empresa ofreció un aumento cero en remuneraciones y descuento de 100% de los días trabajados, además de la contratación de un seguro externo para los trabajadores, del cual ellos debían costear el 40%. Recién a los 22 días de huelga hubo otra oferta, aunque aún lejos de las aspiraciones de los trabajadores: aumento de 22 mil pesos el primer año, cero pesos el segundo, 7 el tercero y 30 al cuarto. Es decir, recién en 4 años más los trabajadores tendrían un sueldo de 60 mil pesos mayor al actual, a pesar de que ellos mismos dudan que para ese entonces sigan en la clínica.

Las últimas ofertas de la empresa tenían la condición de de firmar la polémica carta que terminó marcando el acuerdo final. Un compromiso a desistir de recursos legales contra Red Salud UC – Christus. Para el asesor jurídico del sindicato Luis Arias, la situación es discutible, pues si bien estrictamente no se puede renunciar a un derecho irrenunciable, existen casos en que tribunales han aceptado este tipo de acciones. “La situación es compleja y materia de discusión interna. Hay muchas cosas por revisar todavía, pero la primera aproximación es que esto tiene indicios de una práctica antisindical y desleal”, señala.

El pasado 24 de julio se ingresó una denuncia por práctica antisindical ante la Inmobiliaria Clínica San Carlos de Apoquindo S.A. Como se ve en la página del Poder Judicial, el sindicato acusa una serie de situaciones desleales por parte de la empresa, como el envío de taxis al hogar de los trabajadores el día de inicio de la huelga para que se presenten a trabajar y registren su ingreso. También resaltan un ofrecimiento de aumento de sueldo de 100 mil pesos a enfermeras con la condición de que no se afilien al sindicato y toma de fotografías a los trabajadores que entraron en negociación colectiva. La demanda se puede revisar por completo acá.

Las denuncias del sindicato tienen como antecedente otra demanda hecha el año 2013, donde el sindicato acusó el uso de cámaras de seguridad en los lugares de descanso de los trabajadores, que incluso operaban de forma oculta y no reglamentada. Según Julio Cabrera, resulta “incongruente que una empresa que trabajo bajo el alero de la Universidad Católica cometa prácticas antisindicales tan descaradas”.

Christus Health
La Red Salud UC – Christus es la red de salud privada más grande del país. Atiende a cerca de 25 mil hospitalizados al año, cuenta con nueve centros médicos, un hospital y dos clínicas. Alrededor de 5 mil personas trabajan en la red. El año 2013 la Pontificia Universidad Católica de Chile se asoció con Christus Health, una de las corporaciones de salud más grandes de Estados Unidos, perteneciente a la Orden de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, en una transacción que bordeó los 140 millones de dólares según La Tercera.

Así, Christus se quedó con el 40% de la Red Salud UC. Según su página web, la renombrada Red Salud UC – Christus busca entregar medicina de clase mundial, siendo “respetuosos de la dignidad de las personas y de una moral basada en los principios cristianos, como servicio a Chile y a la Iglesia”.

Por su parte, la Clínica San Carlos de Apoquindo UC fue creada por la Universidad en el año 2001, con el objeto de llegar al sector oriente de la capital. El 2005 la isapre Colmena pasó a tener el 50% de la propiedad de Clínica. Luego de la compra del grupo Bethia, finalmente Christus se hizo con ese porcentaje del recinto de San Carlos. Sin embargo, los trabajadores señalan que la situación para ellos nunca cambió: “El discurso de que nosotros no somos parte de la Red UC es heredado desde los tiempos de Colmena. Nos dicen que nuestras demandas deben ser circunscritas en la gestión interna de la clínica y no en la red. Si la Clínica no tiene números azules, no podemos aspirar a ningún beneficio”, señala Cabrera.

Estrictamente, los trabajadores del recinto prestan servicios a dos razones sociales distintas: la Inmobiliaria Clínica San Carlos de Apoquindo S.A. y Servicios Clínicos San Carlos de Apoquindo S.A. Pese a la existencia de dos sindicatos distintos, la Dirección del Trabajo ha determinado que para efectos laborales se considera como una única unidad económica, lo que significa que cualquiera de los dos sindicatos puede agrupar a la totalidad de los trabajadores. El conflicto que vivió el sindicato de la Inmobiliaria tiene su origen en esta separación.

Según cuentan los trabajadores, la existencia de dos sindicatos ha sido aprovechado por la empresa para atentar contra la negociación colectiva. Primero mediante la firma de un convenio colectivo con el sindicato más chico, de servicios clínicos, para luego ofrecer esas condiciones a trabajadores del otro sindicato y evitar la negociación colectiva. Esta última, a diferencia del convenio, incluye la posibilidad de huelga. “El conflicto se inició así, cuando un sindicato asume una conducción que se la ha llamado más confrontacional, pero que tiene que ver con hacer cumplir los derechos laborales”, cuenta Luis Arias.

Luego, como se puede ver en la demanda interpuesta en la Corte de Apelaciones de Santiago, la empresa le habría señalado algunos trabajadores que como su vínculo contractual era con Servicios Clínicos, no podían adherirse al sindicato de Inmobiliaria, siendo que se trata de una misma administración, mismo lugar, mismos jefes, mismo uniforme y que la Dirección del Trabajo había determinado en el pasado que dicha separación no existía.

El silencio de la PUC
Los 31 días de huelga estuvieron marcados por el silencio de la Universidad Católica, que pese a ser socio mayoritario de la Red Salud UC – Christus y propietario de la mitad de la Clínica San Carlos, no se hizo parte de la mesa negociadora ni se refirió oficialmente al tema. El Dínamo contactó a la Facultad de Medicina, rectoría e intentó comunicarse con el vicerrector económico Patricio Donoso, quien forma parte del directorio de Christus en Chile. La única respuesta fue una derivación hacia la propia Red Salud UC – Christus, quienes se negaron a emitir declaraciones sobre el tema.

Desde que empezó el conflicto tanto la Feuc como otras organizaciones estudiantiles y de profesores apoyaron a los trabajadores en huelga. “Uno espera que en la comunidad hayan beneficios similares a todos los trabajadores. Si efectivamente hay un trato distinto a los trabajadores, tienen que igualarse las condiciones en beneficios de salud. No tiene sentido que no sea así si todos trabajan en la red”, señala María Ignacia Pinto, secretaria ejecutiva de la Feuc.

Uno de los episodios más polémicos de la huelga se vivió el pasado viernes 1 de agosto, cuando la PUC celebraba su “día del funcionario” con una ceremonia en el campus San Joaquín. El acto se suspendió luego que el sindicato irrumpiera para emplazar al rector Ignacio Sánchez y el resto de las autoridades.

Y no es lo único. Desde el día 12, los trabajadores trasladaron la huelga a la intersección de Marcoleta con Lira, donde se ubican las oficinas de Christus y la Casa Central de la Universidad Católica. Estuvieron días con batucadas, pancartas, lienzos e incluso huevos que lanzaban de vez en cuando al ventanal que da al Hospital Clínico de la UC. “Es lamentable que el diálogo haya sido tan poco fructífero que tengan que tomarse estas medidas desesperadas”, afirma Pinto.

El tema no dejó indiferente a los profesores de la Universidad. Mike van Treek, académico de la Facultad de Teología y miembro de Académicos UC -que agrupa a cerca de 200 docentes- critica la poca influencia de la universidad en el conflicto: “Es grave porque dentro de los principios inspiradores de la UC está el magisterio social de la Iglesia Católica, que pretende estimular la organización sindical y la lucha por mejores derechos laborales. La universidad debería tener atención a este tema, más allá de la relación contractual que pueda tener o no con los trabajadores”.

Van Treek va más allá y critica que la Universidad mantenga trabajadores de primera y segunda categoría. “Hay varias situaciones al interior de la universidad que son injustas, que pareciera que los trabajadores van quedando en diversas categorías. No solo los que tenemos afiliación contractual con la universidad sino también los subcontratados, que prestan un servicio, tienen trabajo al interior y son parte de la comunidad. Por ejemplo el personal de aseo, hay varias empresas al interior donde se da precarización laboral, no tienen condiciones higiénicas suficientes, están sometidos a dobles turnos y a un cambio de trabajo constante”.

Por su parte, Nicolás Uribe, consejero territorial por Crecer UC, cuestiona el supuesto carácter público que pregona el rector Ignacio Sánchez, que ya había sido puesto en entredicho este año con sus dichos sobre el aborto y con el financiamiento de grandes grupos económicos a la universidad: “Vemos como en la prensa el rector Sánchez nos dice que esta universidad es pública, pero eso pareciera ser un elemento más de marketing que una práctica concreta. Vemos un conflicto de 31 días donde las autoridades se hicieron los sordos y ciegos, donde la opción preferencial por los pobres y desfavorecidos que dice tener el catolicismo no se reflejó en nada. Las demandas de los trabajadores en huelga no eran una locura, era lo justo: igualarse a sus pares”.

El estudiante de Trabajo Social señala que lo que hizo la universidad en el conflicto de la Clínica es lo que ha hecho cuando se les cuestiona por la situación precaria de los subcontratados: “No hacerse cargo de sus trabajadores y tirar la pelota mientras las injusticias se producen en nuestra propia casa de estudios”.

Incluso el sacerdote Felipe Berríos apoyó directamente al sindicato vía mail, que lo contactó después de su dura crítica a la Universidad Católica por construir Clínicas como la San Carlos de Apoquindo.

Lo que queda para los trabajadores ahora es volver a su rutina diaria, mientras continúan con sus iniciativas legales en contra de la empresa.