El académico de la Universidad de Chile afirmó que “cada vez que uno hace una excepción razonable, a los 5 años los tributaristas lo usan como un mecanismo de elusión, y eso es lo que uno quiere evitar”.

—¿Cómo está viendo la discusión de reforma tributaria en el Senado?

—Se ve una diferencia. En la Cámara de Diputados no se acogía nada. Y finalmente no se cambió nada. En el caso del Senado, al menos, se les está dando el tiempo a los actores para plantear sus puntos. Uno tiene la impresión de que algunos de ellos se van a acoger. Por ejemplo, en incentivos a la inversión. Una cosa es sacar el FUT y otra es dejar sin incentivos, o muy pocos. Otro punto que se analiza es si debería haber un trato más favorable hacia las Pymes. Además, se ha levantado con alguna fuerza el tema del IVA a la vivienda. Al revisar esto, lógicamente el gobierno tiene derecho a decir, “bueno, pero todavía necesitamos recursos. Propónganme qué es menos dañino”.

—¿Qué efectos tiene esta actitud más dialogante en el entorno?

—Es importante que los cambios se den bajo la condición de que las compensaciones recaigan principalmente sobre los más pudientes. Si el gobierno alcanza un 70% de apoyo a la reforma tributaria, eso haría mucho por reducir la incertidumbre en el país, y sobre todo los efectos negativos de ello.

—En este sentido, ¿cómo ve la discusión en torno a la renta atribuida?

—Sería una calamidad que se aprobara el proyecto y que a final de cuentas el Tribunal Constitucional declare que no es constitucional. Entre las alternativas que se han escuchado, tenemos a Andrés Velasco, que propone cobrar un interés del 3% a los recursos que están en el FUT. Eso daría más plata de lo que el gobierno está recogiendo y es una medida bien sencilla. Ahora, si es solo sobre los nuevos fondos que entran al FUT, sería muy insuficiente. Un segundo mecanismo es el que propuso Manuel Marfán, que es desintegrar el sistema. También tiene sus desventajas, el sistema chileno tiene cierta lógica bajo la integración entre el impuesto a las personas y el de las empresas. Por otro lado, uno puede saltarse toda la discusión de renta atribuida si obliga a que las empresas distribuyan un porcentaje elevado de sus utilidades, más del 30% y ahí tu sacas los recursos, sin que sea renta atribuible, sino renta distribuida. Ahí hay 3 mecanismos diferentes. Cada uno tiene sus puntos fuertes o débiles.

— ¿Qué mirada tiene respecto al FUT?

—El FUT tiene enormes agujeros. Que Cencosud invierta en Brasil, y que eso sea libre de impuesto, porque es reinvertido, no me parece. A mí lo que me interesa es la reinversión de Cencosud en Chile. Que yo como sociedad profesional invierta en la bolsa de EE.UU. y esto sea visto como ahorro, tampoco. Esas exenciones no se justifican en lo más mínimo. Entonces claro, los críticos del FUT dicen que son tantos los boquetes que es mejor eliminarlo y dirigir estos incentivos donde más nos interesa. Otros dicen que mantengamos el FUT, pero cerrando los hoyos.

—¿Qué le parece la propuesta que apunta a un tributo diferenciado para las pymes?

—En general uno quisiera beneficiar las Pymes, pero no que se puedan meter los demás. Por ejemplo, la renta presunta se ha abusado tanto por empresas grandes, que canalizan recursos a una firma agrícola o de transporte que tiene otro tipo de tributación, y me puedo imaginar que al poco tiempo se empezará a hacer esto. Cada vez que uno hace una excepción razonable, a los 5 años los tributaristas lo usan como un mecanismo de elusión, y eso es lo que uno quiere evitar. En ese sentido mientras menos excepciones haya, y mientras más simple sean, mejor.