Publicado por: Recaredo Gálvez.

Hablar de un sistema de reparto no significa en absoluto volver al antiguo sistema de cajas previsionales, tampoco significa que el Estado asuma una responsabilidad total dentro del sistema de pensiones. A lo que apuntaría el sistema de reparto es realmente a otorgar pensiones suficientes, con los aportes de los diferentes actores que participan del proceso productivo, pero por sobre todo, bajo la lógica de solidaridad.

El cambio de lógica del actual sistema de AFP, es decir, abandonar una lógica de mercado centrada en el individuo, para pasar a una lógica de reparto con una base asegurada por el Estado, es uno de los temas que ni Gobierno ni empresarios han tocado. No obstante, desde hace un par de años, hay voces que no temen tratar estos asuntos y que han comenzado a robustecerse, son las voces de quienes trabajan y se organizan en el Movimiento por la Seguridad Social y Previsión: NO+AFP. Este movimiento ha impulsado una campaña por un cambio profundo. Este fin de semana dará un nuevo avance en su congreso en Valdivia.

El sistema de AFP surge en periodo de dictadura con una fuerte influencia de la política elaborada por los “Chicago Boys”, influenciados por tendencias orientadas a disminuir el rol del Estado en los asuntos sociales, propiciar el libre mercado y las libertades individuales. La capitalización individual es una de las bases de este sistema, pues apunta a detallar una contribución definida por parte de los cotizantes (actualmente 10% del sueldo imponible).

Esta contribución es de carácter obligatorio y se descuenta directamente del sueldo imponible de cada trabajador dependiente con un tope de 72,3 UF (correspondiente a $1.718.818 al 2014), es decir, aquellos gerentes de una empresa que reciben salarios por sobre este monto no cotizarán en relación al total de su salario sino a una suma más baja, lo cual demuestra que esta cotización individual es en primera instancia discriminadora, pues entrega un “relajo” salarial a los segmentos sociales con ingresos por sobre las 72,3 UF.

La filosofía detrás de la capitalización individual apunta principalmente a que el trabajador obtendrá, al final de su vida laboral, una suma de dinero (pensión) conforme a su sacrificio y ahorro mientras se encontraba laboralmente activo. Por tanto, no existe un aporte a esta capitalización por parte del empleador ni tampoco por parte del Estado.

El dinero de trabajadores y trabajadoras, recaudado por la cotización del 10% de su sueldo imponible, ingresa a uno de los fondos de inversión de la AFP, el trabajador puede seleccionar cual, pero hay un filtro por edad y tramo de riesgo. Un aspecto relevante es el reconocimiento del “riesgo” en la inversión, distinguiéndose 5 fondos que van desde el Fondo A (más riesgoso) hasta el Fondo E (más conservador). Curiosamente, casi tres millones de cotizantes (56% del total) se encuentran solamente entre el fondo A y B, los de mayor riesgo de inversión, y poco menos de 650 mil están en los Fondos D y E, los de menor riesgo (12% del total), el 32% restante se encuentra en el fondo C de riesgo intermedio.

No obstante lo anterior, el asunto medular es la existencia de riesgo en la inversión del capital individual acumulado por los trabajadores y el alto número de trabajadores que se encuentran en los fondos más riesgosos. Este riesgo deriva principalmente de la relación que existe entre las pensiones y la acumulación flexible de capital mediante la inversión, especialmente en la Banca y el Retail.

Según uno de los creadores del sistema de AFP, el economista José Piñera, este sistema ha sido la base del desarrollo económico del país en las últimas décadas, desarrollo que se ha concentrado solo en unas pocas manos. Según el último informe Society at a glance 2014 de la OCDE, Chile es el país con mayor desigualdad de ingresos y consistentemente, uno de los países con mayor pobreza “relativa” (18%), lejos del promedio de los países OCDE, donde llega a 11,3%. Igualmente, según este informe, en Chile el porcentaje de personas que reporta no poder comprar los alimentos suficientes dado sus bajos ingresos, es de 27,8%, superando por lejos el promedio de la Unión Europea y de la OCDE.

Si observamos las inversiones de los Fondos de AFP a diciembre del 2013, podemos identificar a los 10 Bancos que operan en Chile, donde las AFP invierten el mayor porcentaje de fondos. De estos, son 3 Bancos los que reciben el mayor porcentaje de inversión: Banco de Chile (5.695 millones de dólares), Banco Santander (3.746 millones de dólares) y Banco de Estado con 5.460 millones de dólares. En total, los 10 bancos que obtienen el mayor aporte de los Fondos de Pensiones reciben más de 28.000 millones de dólares, correspondientes a un 17,2% del porcentaje total de los fondos de pensión.

El Retail no se queda atrás, el holding de Horst Paulmann, CENCOSUD (Jumbo, Santa Isabel, Easy, Paris, entre otros) recibe más de 1.586 millones de dólares, que constituye prácticamente un 17% de la propiedad accionaria de la compañía. En conjunto con otras 9 empresas, reciben la no despreciable suma de 10.514 millones de dólares.

El sistema de AFP ha pasado por correcciones desde que fue instaurado, una de ellas ha ido en contra incluso de su propia idea original: la creación de un pilar solidario no contributivo con dineros aportados por el Estado. Este pilar ha venido a demostrar un problema de cobertura del Sistema de AFP y ha implicado una fuerte inversión Estatal. A marzo de este año se han pagado más de 82 mil millones de pesos, entre los diferentes tipos de pensión que este pilar otorga actualmente, llegando a 1.238.520 chilenos y chilenas. De ellos, el 47% recibe una Pensión Básica Solidaria (es decir, no tiene derecho a pensión en el sistema de AFP) y equivale a un 54% del dinero invertido por el Estado en el total del pilar solidario.

En síntesis, se han revisado elementos necesarios de considerar y que han estado ausentes de la discusión de fondo, siendo camuflados por propuestas que representan un mediano acuerdo entre los bloques empresariales. Un ejemplo de ello son las propuestas de aumentar la edad de jubilación y el aporte gradual de los empleadores en la cotización individual. Ambos son temas que siguen sosteniendo la capitalización individual, la inversión de los fondos de AFP en los capitales de la Banca y el Retail y el aporte del Estado en grandes proporciones, manteniendo un pilar solidario y dándole un salvavidas al sistema de AFP. Inclusive la propuesta del gobierno de crear una AFP estatal con comisión de 0% se ha visto en jaque, puesto que con la pasada licitación de carteras, la AFP que se adjudicó dicho proceso bajó el cobro de comisión a menos del 0,5%. Además si la AFP estatal actúa en la misma lógica de las demás AFP, ¿invertirá también los fondos de pensión para alimentar a la Banca y el Retail?

Hablar de un sistema de reparto no significa en absoluto volver al antiguo sistema de cajas previsionales, tampoco significa que el Estado asuma una responsabilidad total dentro del sistema de pensiones. A lo que apuntaría el sistema de reparto es realmente a otorgar pensiones suficientes, con los aportes de los diferentes actores que participan del proceso productivo, pero por sobre todo, bajo la lógica de solidaridad. En un sistema bajo esta lógica no existan topes de contribución; se aporta un porcentaje del total del salario imponible y no hasta una cantidad determinada y los trabajadores activos financian a pasivos. Se trata de un compromiso intergeneracional a nivel de sociedad, sin tener además que generar fondos de ahorro que sean riesgosos y sirvan para nutrir la acumulación flexible de capital financiero.

Estos temas no se han planteado, desde los círculos empresariales, pero sin duda se debatirán e impulsarán con fuerza en los espacios de trabajadores, un ejemplo es el Congreso nacional de las Coordinadoras NO+AFP que se realizará este viernes 16 y sábado 17 de mayo en Valdivia. Instancia que sin duda seguirá abriendo nuevos debates y nuevos horizontes para defender y transformar nuestros derechos.