Primer perfil de los «adictos» al acelerador elaborado por Automóvil Club:
0Según el estudio, la mayoría son hombres de entre 48 y 58 años. Casi la mitad tuvo un parte en los últimos seis meses.

Por Manuel Valencia
Son hombres de entre 48 y 58 años. Pertenecen a la clase media-alta y su nivel de ingresos les permite darse el gusto de comprar automóviles con motores de alta cilindrada. Son competitivos, incluso arrogantes. Y por ello les causa placer mostrar cuán rápidos se desplazan por las calles de la ciudad.

Según un estudio elaborado por Automóvil Club, esta descripción corresponde a quienes mayoritariamente exceden el límite de velocidad permitido, la infracción que causa la mayor cantidad de accidentes con víctimas fatales en el país: cuatro de cada 10 se deben a esta falta.

Para «dibujar» a estos adictos al acelerador, se entrevistó a 527 conductores de distintas edades y estratos socioeconómicos. Las conclusiones son decidoras: el 92% de los encuestados reconoció que «siempre» o «a veces» sobrepasa los límites de velocidad en el Gran Santiago. Otro 78% lo hace, con la misma regularidad, en carreteras.

También, el 36,4% admite haber sido infraccionado con un parte por conducir sobre el límite permitido en los últimos seis meses.

Según el gerente de asuntos públicos de Automóvil Club, Alberto Escobar, los infractores que en forma más recurrente cometen esta falta solo pueden ser controlados con medios disuasivos, como los fotorradares.

«Esto se relaciona con un personaje agresivo, que siente que puede comprar el privilegio de correr. Para frenarlos se requiere de medios disuasivos. Si se instalaran fotorradares y luego un sistema de licencias con puntos descontables, por ejemplo, estarían obligados a reducir la velocidad», explica.

El estudio también muestra que el 85,4% de los conductores excede la velocidad máxima permitida entre 5 y 20 km/h. Otro 12,8% sobrepasa el límite en hasta 30 km/h.

Para la secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito (Conaset), María Francisca Yáñez, aún no se ha creado una cultura de repudio social masivo ante esta falta, como sí se ha ido logrando con el consumo de alcohol, a partir de la aplicación de la Ley de Tolerancia Cero.

«Antes se celebraba a una persona que bebía y manejaba, y hoy eso ya no ocurre. Ese mismo cambio es el que falta en la velocidad. No se asume como un riesgo para la vida de las personas. De hecho, muchas se jactan de llegar más rápido por superar los límites establecidos. Tenemos el reto de crear conciencia en la ciudadanía», señala.

El «cambio cultural» vendrá, a juicio de Yáñez, con la reinstalación de los fotorradares en las calles. Estos dispositivos serán controlados por un nuevo servicio público: el Centro Automatizado de Tratamientos de Infracciones (Cati). Para ello, el Gobierno enviará un proyecto de ley que se prometió en marzo pasado y hoy solo espera la firma del Presidente Piñera.

«En los países exitosos en materia de seguridad vial, un control correcto del alcohol, un mayor uso del cinturón de seguridad y el control automatizado de la velocidad han logrado reducir la cifra de fallecidos en un 50% y más (…). No queremos cajas recaudadoras en nuestras carreteras, queremos radares que salven vidas», asevera Yáñez.