El decano de la facultad de economía de la Universidad Católica, -ad portas de dejar su cargo tras 18 años- evaluó parte del marco en el que se desenvuelven estas firmas. Expresó además su mirada frente a la coyuntura económica y política.

—¿Cómo es, a su juicio, ser Pyme en Chile?

— La economía chilena ha avanzado mucho en la última década en configurar una institucionalidad en general bastante eficiente, lo que se enmarca en un contexto de competencia duro para las empresas, lo cual forma también parte de las reglas del juego. Sin embargo, dado que la pyme es una expresión que usualmente refleja innovación, emprendimiento, se plantean la tarea de facilitar la iniciación de negocios, y de reconocer que la regulación en algunos ámbitos puede ser demasiado enemiga de la creatividad o no tan amistosa como debiera, lo que genera un escenario que en términos globales puede señalarse como de oportunidades, pero también con dificultades por resolver.

—¿A qué apunta con una regulación no tan amistosa?

— En términos de la legislación laboral, una parte muy importante del empleo en la economía lo generan las pymes, y con frecuencia cuando se plantean reformas en la legislación al respecto, lo que pareciera estar en la noción de los impulsores es la predominancia de empresas muy intensivas en capital, donde el margen para hacerse cargo de las demandas que suponen esos ajustes es muy distinto a la realidad de empresas pequeñas.

—¿Cuánto afecta la concentración? La percepción sobre el dominio de pocos actores en distintos mercados es alta, según un reciente índice del Foro Económico Mundial…

—Ha habido cambios relevantes en la legislación antimonopolio. Hay reformas en ejecución, que tienen corta historia. La legislación de defensa de la competencia ha tenido sucesivos cambios en los últimos diez años. En los últimos que se plantearon, se incorporan de manera más explícita los mecanismos de delación compensada, aumentos de multas, una serie de instancias que empoderan fuertemente al fiscal nacional económico. Siempre se puede pensar en mejorar esa agenda, pero es evidente que ha habido un cambio radical en los últimos quince años. A mí me tocó ser parte de la comisión resolutiva hacia fines de los 90, cuando ésta era part time, sesionaba una vez a la semana, y la cantidad de herramientas en manos del fiscal era limitada. Hoy tenemos una fiscalía con más poderes, más personal, un tribunal con dedicación bastante exclusiva y eso configura un cuadro muy distinto al del pasado.

Cambios Propuestos por Bachelet

—¿Representan los planteamientos de Michelle Bachelet en cuanto cambios tributarios, o frente a la constitución, riesgos para la economía?

—Desde luego. La dinámica de la discusión no es buena para la economía, donde se postula, no estoy seguro si por parte de ella, pero sí por grupos vinculados a su candidatura, reformas a la constitución que dado lo que pueden involucrar, generan un grado de incertidumbre en el proceso de toma de decisiones productivas. Y en el plano de la discusión tributaria, ha habido un proceso que no es conveniente desde el punto de vista del buen diseño de políticas públicas. Lo primero es discutir qué proyectos tenemos en la agenda, cuál es su rentabilidad social, en qué medida responden a la necesidad del país y una vez establecido eso, se discute cómo lo financiamos.

—¿Cuáles son las grandes carencias de nuestra sociedad?

—Hay muchas. Es evidente que la educación a la que acceden los distintos grupos es de calidades muy distintas y eso en una sociedad que busca la igualdad de oportunidades hay que resolverlo. Pero planteémonos ese objetivo y ahí vemos cuáles son los mejores proyectos. Cuando el objetivo es educación universitaria gratuita, se está suponiendo un análisis que ignora que para llegar a entrar a la universidad hay que haber tenido una educación primaria, secundaria, acorde a resultados. Entonces desde la rentabilidad social, ese no es el camino más eficiente. Probablemente es lo más inequitativo que uno pueda hacer.

—En educación superior, ¿ha permitido nuestro esquema instaurar establecimientos educacionales de dudosa calidad?

—En este caso, debe ser una mezcla de dos cosas. Uno es libertad, que la valoro. No puede haber proyectos que tiendan a uniformar la vida universitaria, parte de una sociedad libre es que estos presenten perspectivas distintas. Pero paralelamente, tiene que haber un nivel de información de los estándares que sea accesible frente a lo que significa cada proyecto, las perspectivas de empleo, el nivel de capacitación de los profesores.

—¿Y eso está ocurriendo?

—No está ocurriendo. Se está avanzando en esa dirección, pero no está ocurriendo. Entonces yo no quisiera un cuestionamiento general por la falla de un aspecto en donde las políticas públicas tenían una responsabilidad muy grande; asegurarse que los procesos de acreditación, y la información al consumidor, llegaran de forma efectiva.

Chile en el Mediano Plazo

—¿Cómo ve el panorama de mediano plazo para nuestra economía?

—Con desafíos importantes. Y existe coincidencia en las tareas que tenemos por hacer, pero ha faltado un amplio acuerdo político para levarlas a cabo. El costo de energía es un shock de productividad negativo. Se requiere más flexibilidad laboral para incorporar a personas aunque sea con esquemas de jornadas más flexibles, porque la fuerza del trabajo, por factores demográficos, va a empezar a crecer más lento.

—El Banco Mundial dijo que nuestro país puede crecer con soltura al 4% en los próximos años, pero que nuestro horizonte debiese ser más cercano al 6%, ¿qué opina de ello?

—En la medida en que no se aborden las tareas rápida y eficientemente, probablemente nuestro mediano plazo va a estar en torno al 4%. A fines de la crisis asiática, cuando todos pensaban que se iba a recuperar el crecimiento previo, se hizo en esta facultad una conferencia y un economista norteamericano, Robert Barro, planteó que era difícil que Chile pudiera sostener tasas a mediano plazo más allá del 3,5% o 4%, dada la calidad de la educación y la tendencia al envejecimiento. Ahora, sí se han hecho cosas, hemos tenido en distintas dosis preocupación por el sistema educacional, pero probablemente no ha habido un cambio tan drástico en ese cuadro que vio Barro.