«Cada uno, desde su rol, tendrá que hacer lo que le compete», explica la dirigente sindical, que este jueves expondrá en Enade. «Hay capacidad de diálogo mucho más allá de lo que a algunos les gustaría», señala sobre la relación con los empresarios.
Por Pablo Obregón Castro

Hace algo más de un año, la profesora de filosofía y militante del Partido Comunista Bárbara Figueroa -casada y un hijo- inscribió su nombre en la historia del sindicalismo chileno: se convirtió en la primera mujer que accede a la presidencia de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) -terminando con la hegemonía de 12 años del dirigente socialista Arturo Martínez- y en la primera mujer que llega al máximo cargo de una multisindical en América Latina.
El principal propósito que se planteó Figueroa para los cuatro años que estará al mando -pueden ser más, si es reelegida- es reposicionar a la CUT como un actor social relevante, despejar las sospechas respecto de la transparencia con que se manejan las cosas al interior de esta organización y empujar reformas que fortalezcan el rol de los sindicatos: fin del mecanismo que permite a los empleadores reemplazar a los trabajadores en huelga y restituir la exclusividad de los sindicatos en los procesos de negociación colectiva.
En la búsqueda de acuerdos, el diálogo entre los trabajadores y los empresarios ha tenido momentos de alta y baja intensidad. Tal vez uno de los momentos más altos se dio en febrero de 2012, cuando la CUT, entonces liderada por Arturo Martínez, y la Confederación de la Producción y del Comercio, bajo la tutela de Lorenzo Constans, lograron un acuerdo para avanzar en una batería de reformas laborales. El documento fue presentado al gobierno, pero al no traducirse en iniciativas legislativas concretas, las confianzas se fracturaron.
Sin embargo, con la renovación de las directivas de ambos gremios, las conversaciones volvieron a estar en buen pie. En marzo, los nuevos presidentes de la CPC, Andrés Santa Cruz, y de la CUT, Bárbara Figueroa, se reunieron por primera vez y expresaron su voluntad de continuar con el diálogo. Y en junio, en el marco de la OIT, decidieron empezar a trabajar con miras a proponer cambios al nuevo gobierno.
Entre el viernes y ayer, de hecho, la CUT realizó en el ex Congreso Nacional el seminario «Próximo Ciclo Político: el rol de los actores laborales», en que participaron representantes de la CPC, de la Oficina Internacional del Trabajo y de la multisindical. ¿Los temas? Sistema previsional, rol del sindicalismo e institucionalidad laboral en las grandes empresas.
Este jueves, además, Bárbara Figueroa será una de las expositoras en la versión número 35 de Enade.
-Hay sectores al interior del sindicalismo que históricamente han visto con recelo los acercamientos a los empresarios. ¿Hay algo de eso todavía?
«Hay sospechas por lo que se ha hecho en el pasado, por ejemplo, cuando se logró avanzar en una declaración de voluntades CPC-CUT (sobre reformas laborales). ¿Qué es lo que hizo el Gobierno a través de la ministra Matthei con esa declaración? Tomó un único punto respecto a flexibilidad laboral como un gran tema que ni siquiera había sido planteado así, pero lo transformó en la gran bandera. Eso genera suspicacias».
-¿Está roto el diálogo con las autoridades de gobierno?
«Este gobierno no se ha caracterizado por tener espacios de diálogo. Hemos tenido que hacer los debates públicamente, porque no hemos tenido espacios de diálogo institucional. Nosotros hemos expresado en todos los tonos que tenemos voluntad de diálogo, que no le tememos al debate porque tenemos propuestas, pero parece ser que hay otros que tienen muchos más temores. Eso se expresó nítidamente en el debate de salario mínimo, donde el espacio de diálogo con la autoridad no existió».
-¿El debate con los empresarios también está congelado?
«Hay capacidad de diálogo mucho más allá de lo que a algunos les gustaría o de lo que creen que es posible. Como nuestras organizaciones no dependen del ciclo electoral, tenemos un margen para construir diálogo, lo que no supone que hay coincidencias plenas. Desde los actores sindicales como desde el mundo empresarial se reconoce que es necesario avanzar en ciertas reformas, y eso no ha sido bien leído por los comandos. En eso han tenido una tremenda debilidad».
-¿Cómo lograrán ser contraparte de un eventual gobierno de Michelle Bachelet si su partido es parte de la Nueva Mayoría?
«Yo entiendo la relación de la multisindical con el Gobierno como una relación de contrapartes, lo que no implica que seamos a priori una oposición. Cada uno desde su rol tendrá que hacer lo que le compete, pero evidentemente nosotros tenemos una voz autorizada para hablar de los temas laborales; no somos los técnicos, no somos los equipos auxiliares; somos una voz representativa de los intereses de los trabajadores. Incluso en el marco del debate presidencial nosotros no nos hemos comprometido ni nos vamos a comprometer con ningún candidato, porque entendemos que nuestro rol pasa por incidir desde nuestras posiciones».
Por qué el debate laboral ha estado ausente de las presidenciales
-El debate sobre temas laborales ha estado ausente de esta elección, a pesar de que la directiva que usted encabeza ha exhortado en varias ocasiones a los candidatos a entregar sus propuestas. ¿Por qué la CUT no ha logrado permear los programas de los candidatos?
«Porque es un debate que tensiona, que tiene que ver no solo con la distribución del ingreso, sino con la distribución del poder. Pese a todo, hoy hemos visto que este tema ha empezado a tener ciertas señales. Sin duda que el tema laboral no se va a discutir con toda la fuerza que nosotros quisiéramos. Es lamentable, pero tampoco nos abruma, porque de todas formas va a ser un tema para los próximos cuatro años».
-¿Ha sido una dificultad adicional para la CUT posicionar su agenda en un escenario en que las demandas de los estudiantes universitarios han monopolizado la agenda pública?
«Al contrario, ha sido un tremendo valor lo que los actores del movimiento estudiantil han logrado. No somos partidarios de la mirada que algunos han querido instalar respecto a que la agenda estudiantil se tomó todos los temas. Esa es una expresión de las voluntades políticas, no es la intención del movimiento estudiantil. Si hay sectores que creen que solo tienen que hablar de las demandas de educación, no es por culpa de los estudiantes».
-Sí, pero en la práctica los temas laborales dejaron de ser centrales para los candidatos.
«Hay políticas públicas en que se está poniendo en tela de juicio el rol del Estado, y una de esas áreas es educación, pero por cierto que salud, las políticas redistributivas y los temas laborales deben estar en ese mismo marco. Eso no solo exige énfasis, sino también que los actores sociales seamos objeto de opinión».
«No puede ser que más allá de las legítimas coincidencias que podamos tener con un sector político se suponga que aquí hay vocerías, que otros pueden representar la voz de las organizaciones. No solo debe ser escuchada la voz de los actores estudiantiles, sino también de los trabajadores».
«No puede ser que se suponga que aquí hay vocerías, que otros pueden representar la voz de las organizaciones sociales».

«El tema laboral no se va a discutir con la fuerza que nosotros quisiéramos. Es lamentable, pero tampoco nos abruma».
«Como nuestras organizaciones no dependen del ciclo electoral, tenemos margen para construir diálogo».
«La AFP estatal no va a garantizar pensiones superiores a las que tenemos hoy»
Una de las banderas de lucha de la CUT durante el período de Arturo Martínez fue la sindicalización automática. Pero ahora la exigencia apunta en otra dirección: que los beneficios obtenidos por los sindicatos en las negociaciones colectivas no puedan hacerse extensivos a los trabajadores no sindicalizados. Con esto, los trabajadores tendrían un incentivo adicional para afiliarse a estas organizaciones.»Nosotros necesitamos que el sindicato sea el único actor negociador en el país y necesitamos la titularidad de los derechos negociados. Si enfrentamos una negociación colectiva y obtenemos un petitorio, que eso no pueda ser entregado arbitrariamente por el empleador como beneficio a todos los trabajadores, sino que el sindicato lo determine».
Otra de las materias que le preocupan es el tema previsional.
-¿Está de acuerdo con una AFP estatal?
«Si la AFP estatal se llega a constituir, no va a garantizar pensiones superiores a las que tenemos hoy. Nosotros creemos en un sistema de reparto y solidario. Además, estamos convencidos de que la experiencia internacional es muy contundente: solo diez países tienen sistemas de capitalización individual».
-Sí, pero los sistemas de reparto están desfinanciados en casi todo el mundo. ¿Cree que pueden convivir el sistema de capitalización individual y el sistema de reparto?
«Hay que abrir el debate. Si miramos lo que ocurre con el seguro de cesantía, es un sistema no solo bipartito, con aportes del trabajador y del empleador, sino que el Estado es un garante. El trabajador no solo tiene una cuenta individual de aportes, sino que también tiene un fondo solidario. Entonces hay posibilidades para mirar incluso dentro de la realidad nacional».