En Coquimbo están preparando una encuesta de empleo para medir el impacto de la incertidumbre, y los camiones chinos, que son más baratos, multiplican sus ventas.

Mario Riveros M.
Hoy el alza de costos de la minería se ha unido a la incertidumbre del precio de los minerales, una compleja mezcla que ya ha afectado a las grandes compañías del sector y que, con mayor razón, complica a los pequeños y medianos.

Alberto Salas, presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), señala que «los pequeños y medianos (mineros) han disminuido casi 30% desde 2010», lo que se traduce en más de 500 cierres de faenas y en la pérdida aproximada de cinco mil empleos.

Pero ¿qué pasará ahora que el cobre parece estabilizado, pero en realidad nadie sabe si volverá a caer o subirá?

«Prepararse no más, no podemos hacer nada más», dice Juan Carlos Sáez, presidente del Consejo Regional Minero de Coquimbo (Corminco).

Para Sáez, el primer síntoma que se ha visto en su zona es la caída de la actividad de la exploración minera, una señal clara de que hoy todos los flujos que pueden generar los yacimientos se mantienen en la mina, y de ahí no se sale.

«Y eso es lo que se hace siempre, porque sabemos que los veranitos de San Juan en este trabajo son cortos», dice Patricio Céspedes, presidente de la Asociación Minera de Antofagasta.

Los primeros afectados, dice Céspedes, son los «mineros golondrina», que entran al sector cuando los precios suben, y salen cuando bajan; pero los que más sufren son los que se consideran «mineros de corazón», y que son los que más resisten ante las caídas de precios.

Pero el ajuste también tiene que ver con los procesos internos de las minas. Hoy, por ejemplo, no son pocos los empresarios que están empezando a evaluar «cuánta grasa se puede cortar» dentro de sus faenas, dice Carlos Sáez, quien agrega que esta cifra podría ser, por lo que ha visto, muy importante. Señala que son tantos los despidos que esperan, que ya están preparando una encuesta propia para ver el efecto de este frenazo en su región.

«La pequeña y mediana minería representa el 20% del empleo de Coquimbo, pero suma mucho más en encadenamiento productivo», explica.

Según cifras de la Sonami, actualmente la pequeña y la mediana minería aportan US$ 3.500 millones a la economía.

«Aun así no existen sistemas de fomento ni de créditos especializados para el sector, somos los número uno en producción mundial, pero no podemos dar un crédito a un empresario minero», se queja Osvaldo Cuadrado, presidente de la Asociación Minera de Iquique.

«Si aquí la sustentabilidad se define por el apoyo al crédito. Necesitamos que nos reconozcan y valoren como empresa, y no como negocio ocasional. Si uno va al banco en Osorno, con un tractor del año 49, tiene 10 tasadores y le hacen un crédito a su medida. Si un minero va al mismo banco, le dicen ‘mire, nosotros no entendemos del tema’, y al final tenemos que hipotecar la casa, el auto, para conseguir algo de plata, porque con la mina no se puede hacer nada en el banco», dice Cuadrado.

35% se ha reducido la cuota de compra de Enami a los pequeños mineros en Coquimbo, dice Juan Carlos Sáez.

Cambios para los proveedores
Los grandes proveedores, como Finning, ya están viendo una baja en la venta de sus equipos, principalmente por la postergación de nuevas compras de los pequeños y los medianos mineros. Pero hay otras marcas que han visto cómo sus ventas se han disparado.

Es el caso de Faw, una marca de camiones chinos traídos a Chile por Maco. El gerente general de Faw, Marco Salazar, explica que «las mineras que necesitan nuevos camiones hoy buscan la mejor alternativa discriminando, principalmente, por precio», lo que favorece a los chinos, que -dice Salazar- tienen calidad y capacidades similares a los de otras marcas, pero que pueden costar hasta un 70% menos.

En este sector, la demanda se ha disparado, lo que, señala Salazar, los obligó a traer este año camiones para la minería. Y, proyectando las ventas que tienen hasta ahora, Salazar espera que el 60% del total de 2013 provenga de la minería.