Los hogares chilenos han empezado a tomar nota de la desaceleración que enfrenta la economía nacional y las distintas señales que dan cuenta de un período más frío ya están afectando sus expectativas.

A mayo, la actividad en el país registra un crecimiento de sólo 4%, con un repliegue importante de la inversión y con un escenario, tanto local como internacional, que presenta riesgos e incertidumbres.

En ese contexto, la confianza de los jefes de hogar sufrió en junio su primera caída en un año, de acuerdo con el sondeo trimestral que realiza el Centro de Encuestas La Tercera y que en esta ocasión se efectuó los primeros días de julio.

El índice de confianza de los hogares en la economía cayó casi cuatro puntos, de 62,2 puntos en el trimestre enero-marzo, a 58,5 puntos en el segundo trimestre, marcando su menor nivel desde mediados de 2012 y su mayor retroceso desde 2011. El deterioro ocurrió tanto en el índice de confianza actual como futura.

Este desmejoramiento en las perspectivas, “refleja el punto de inflexión que ocurrió durante el primer semestre en términos de producto y, en menor medida, también en materia de gasto”, explica Aldo Lema, economista asociado del Grupo Security.

“Resulta coherente con lo que ha estado ocurriendo en la práctica”, complementa el economista Patricio Rojas, de Rojas y Asociados. “Lo que hay que visualizar es que a partir de febrero esta economía se ha desacelerado de modo importante, en particular entre febrero y marzo. Ello continuó en junio y julio, pero a un ritmo menor. En general, la población está viendo ya que la economía no va a crecer este año al ritmo en que lo hizo los años anteriores”, opina.

La baja exhibida por el índice de confianza -que es transversal por sexo y por grupo socioeconómico- está refrendada por la visión que los encuestados manifiestan en la consulta del estado de la economía, de la situación laboral y en su evaluación de la autoridad. Todos estos indicadores traían una tendencia creciente y fueron muy bien evaluados hasta el sondeo de marzo. En el del segundo trimestre, en cambio, la mayoría de ellos exhibe un deterioro, en algunos casos bastante importante.

Así, hoy, sólo el 40% de los encuestados cree que la economía se encuentra bien, mientras en la consulta anterior ese porcentaje alcanzaba al 56%. A su vez, quienes consideran que está regular y mal subieron. En esta pregunta, las mujeres, los jóvenes entre 25 y 29 años y los grupo C3D son los que hacen una evaluación más pesimista.

El sondeo, además, muestra una caída de 22 puntos porcentuales de los jefes de hogar que estiman que hoy la economía está mejor que hace un año (31%), versus quienes así lo creían en marzo (53%).

Incertidumbre futura

“Lo que estamos viendo es que no hay el mismo dinamismo de los últimos tres años en la economía. Es difícil decir que haya mucho de eso asociado a lo político; tiene más que ver con una situación externa que ha pegado en lo doméstico”, señala Sebastián Cerda, director ejecutivo de CorpResearch.

Las cifras también dejan en evidencia un empeoramiento de las expectativas en cuanto al futuro. Si en marzo, un 44% de las personas pensaba que la economía chilena estaría mejor en un año más, en junio ese número cae a 34%. Asimismo, se duplica la tasa de quienes no saben o no contestan, pasando de 6% a 12% en el trimestre. Respecto del largo plazo, el deterioro se modera, con un 41% de los encuestados que prevé que la economía estará mejor en cinco años más, versus el 47% de marzo.

“Durante 2012, la economía fue sorprendiéndonos con tasas cada vez más altas, y por lo tanto, la confianza fue subiendo. Este año nos hemos ido sorprendiendo con perspectivas de crecimiento que se han ido ajustando, tanto afuera como adentro, a la baja. Y eso se va reflejando en las expectativas de consumidores, jefes de hogar, empresarios”, sostiene Rojas.

Si bien de momento el mercado del trabajo se mantiene bastante apretado, con un bajo nivel de desempleo y remuneraciones al alza, los encuestados también son menos positivos en su percepción sobre el mercado laboral: un 43% considera que éste se encuentra más estable que hace un año, pero en la encuesta del primer trimestre ese porcentaje fue de 55%

Además, hay una baja de 15 puntos porcentuales en quienes creen que las posibilidades de encontrar trabajo hoy son mejores que hace 12 meses, entre el sondeo de marzo (53%) y el del segundo trimestre (38%), mientras que quienes ven peores posibilidades suben de 13% a 22% .

Lema evalúa que el ajuste, probablemente, es menos acentuado respecto del mercado laboral, por el rezago clásico del empleo y de los salarios reales en relación con la actividad. “Las cifras del INE muestran que la ocupación y el desempleo aún no se han visto afectados por la desaceleración, pero debería empezar a ocurrir a partir de este trimestre. Y también deberíamos ver una fuerte desaceleración del consumo privado”, anticipa.

Evaluación del gobierno

La evaluación de la gestión económica de la autoridad es otro ítem que se aprecia cayendo. La desaprobación del gobierno en materia económica aumentó en 10 puntos porcentuales, elevándose de 32% en marzo, a 42% en junio, en tanto que la aprobación descendió de 57% a 44%. Es decir, si en marzo dos tercios de los encuestados estaban de acuerdo o, al menos, no rechazaban la conducción de las autoridades, ahora quienes aprueban y desaprueban están prácticamente empatados.

En marzo, las personas “veían un gobierno que estaba haciendo bien las cosas económicas: había un crecimiento alto y se pensaba que podía crecer en torno al 6%. Hoy ven que estamos volviendo a un crecimiento por debajo del 4,5%. Entonces, si alguien antes estaba disconforme con el gobierno, pero le reconocía que en materia económica estaba obteniendo buenos resultados, hoy esa persona políticamente disconforme puede que esté también más disconforme con el desarrollo económico”, interpreta Rojas.

A lo anterior se suma una menor credibilidad. En marzo, un 48% le creía a las autoridades económicas sobre la marcha de la economía chilena, hoy sólo un 37% lo hace. Rojas lo atribuye a que si bien las autoridades siempre advirtieron que habría una desaceleración y, por lo tanto, no llegó como una sorpresa, la pérdida de impulso está siendo más fuerte que lo estimado hace seis meses o un año.

Salarios y consumo

Las preocupaciones principales de los jefes de hogar en materia económica, entendidos como los temas a los que el gobierno debe darles prioridad, son que aumenten los sueldos (41%), que aumenten las fuentes de trabajo (19%) y que exista mayor crecimiento económico (12%). Más atrás quedan que disminuya el endeudamiento y que los precios no aumenten.

Para Cerda, que haya una preocupación mayor por los sueldos que por el empleo y la caída en la inquietud por el endeudamiento se relaciona con que, “en los últimos años, han crecido fuerte los salarios, en términos nominales y reales, y en un contexto de pleno empleo, la gente tiene más ingreso para comprar cosas y es probable que no necesite tanto el crédito”.

De hecho, un 79% de los encuestados señala que respecto de un año atrás, los ingresos de su familia hoy son mayores o iguales, muy similar a la respuesta de marzo.

Con todo, si hace tres meses, el 52% de los consultados estimaba que era un buen momento para comprar viviendas o bienes de consumo durable, hoy esa cifra es de 42% (ver infografía). Rojas recuerda que el consumo hoy está creciendo fuerte porque depende del mercado laboral. “Cuando los consumidores empiezan a analizar que este menor dinamismo de la economía al final se va a reflejar en un desempleo algo más alto y en una situación de encontrar empleo un poco más compleja, empiezan a ponerse algo más prudentes en sus decisiones de consumo”, opina.

Cerda estima que el crecimiento del PIB será considerablemente más bajo que los ritmos promedio de 5,7% de los tres últimos años y “no creo que vuelva a reacelerarse. Mi impresión es que en las próximas encuestas se van a ver resultados como este o de mayor deterioro”.

Lema coincide en que cabría esperar un decaimiento adicional en las expectativas debido, sobre todo, al peor entorno externo y mayor desaceleración interna, y en menor medida, también al debate político y la incertidumbre sobre muchas de las medidas y reformas que estarán en discusión. “Pero este es sólo el comienzo: el deterioro de expectativas se profundizará en los próximos dos años, cuando la economía converja a un crecimiento de 2%-4%, se internalice el menor crecimiento potencial y el desempleo suba en forma más significativa”, advierte.

Por su parte, Rojas plantea que “en el caso doméstico lo que más va a preocupar es que algunos proyectos se han caído y la construcción se ha desacelerado. Vamos a partir 2014 con un sector construcción que va a estar un poco frenado y será muy relevante lo que pase con las concesiones, con las obras públicas, que hasta ahora han estado bastante débiles. El próximo año viene el inicio de una nueva línea de Metro, viene Vespucio, la construcción de puertos, el aeropuerto. Si agarra ritmo, la construcción puede salir muy bien de 2014, pero se requiere que esos proyectos se echen a andar”.