Es excepcionalmente difícil lograr que, en un evento corporativo realizado por videollamada, alguien esboce una sonrisa, y ni hablar de que se ría, pero la comediante estadounidense Dani Klein Modisett se las arregla.

No obstante, en los últimos meses, Klein Modisett ha observado que los asistentes llegan a las sesiones más tensos que nunca. Algunos llegan en busca de frivolidad, pero también para afrontar una tragedia. “Me da gusto haber venido”, dijo un participante, “pero mi cuñado acaba de morir”.

Las personas acuden a las evaluaciones de rendimiento, a las sesiones de lluvia de ideas y a la oficina con todo tipo de aflicciones, desde lo banal hasta lo abrumador. Los problemas pequeños parecen grandes; los problemas grandes parecen colosales, y, como es difícil obtener y pagar por atención de la salud mental, los trabajadores intentan solucionarlo por sí mismos.

“Hay una sensación de ‘no saber cuánto tiempo más podremos seguir haciendo esto’”, dijo Klein Modisett, cuya organización, Laughter on Call, ha organizado más de 350 eventos desde su fundación hace 3 años. “Queremos mantener la posibilidad de reírnos, pero todo se está volviendo excesivo”.

“Todos estamos juntos, actuando con cuidado al no saber cuál es el estado de bienestar de los demás”, señaló Chantalle Couba, de 46 años, consultora de diversidad, equidad e inclusión en Carolina del Norte. “Si vas a un evento de 3 días fuera de la oficina, descubres que la gente es diferente. Las personas están cansadas. Todos están muy ansiosos”.

DESPUÉS DE DOS AÑOS, VOLVER

Durante los últimos 2 años, las personas han batallado para hacer su trabajo —ya sea en hospitales o restaurantes, en tiendas o escuelas— después de que el miedo y la incertidumbre, producto de la crisis del COVID-19, las convirtió en un manojo de nervios.

Para el subgrupo que se daba el lujo de trabajar desde casa, su vida profesional era un reflejo de la personal: trastornada. Respondían a los correos electrónicos desde el sofá, hablaban con sus compañeros de equipo a través de Zoom y modificaban sus horarios para adaptarse a esta nueva era de trabajo a distancia.

Ahora, algunos han recibido el mensaje de que sus jefes están tratando de restaurar un viejo status quo. Decenas de empresas están llamando a los trabajadores para que vuelvan a la oficina: Microsoft, Goldman Sachs, Chevron y The Washington Post. A algunas les preocupa que sus equipos no estén preparados para la transición emocional que le espera a una fuerza laboral que ya está al límite.

NO ES LO MISMO PARA TODOS

En un estudio de McKinsey realizado el año pasado con más de 2900 participantes, una tercera parte de las personas que acababan de volver a la oficina afirmaron que su regreso había afectado su salud mental de manera negativa.

Es difícil prepararse para una rutina nueva. Para algunos trabajadores, está la dificultad de abandonar los hábitos que se formaron en casa; para otros, está la perspectiva de enfrentarse a desaires, comentarios insensibles y a los grupitos que se forman entre los empleados con gustos afines y que son hostiles con el resto. Muchos, sabiendo que han cambiado en los últimos 2 años, no se sienten preparados para reencontrarse con sus equipos.

“Gran parte de nuestra humanidad ha quedado al descubierto”, aseveró Klein Modisett. “No hay vuelta atrás. No podemos volver a meter al genio en la botella”.

No obstante, las tareas cotidianas se prolongan, a veces en contraste con la magnitud de los acontecimientos mundiales. Para Kelly McComas, una diseñadora de 25 años de Brooklyn, Estados Unidos, la disonancia entre seguir las crisis en los noticieros y cumplir con sus obligaciones profesionales es más clara al comienzo de sus reuniones. En una videollamada reciente con un equipo en Polonia, narró McComas, los primeros momentos de la conversación dejaron claro que nadie sabía cómo hablar de la invasión rusa de Ucrania.

“Empezamos una reunión y preguntamos cómo va todo y ellos dijeron: ‘Bueno, hay una guerra’”, recordó McComas. “Y nosotros respondimos: ‘Sí, hay una guerra’. Y entonces, iniciamos la reunión de diseño”.

QUÉ SE ESTÁ HACIENDO AL RESPECTO

Los supervisores se dan cuenta de que se les pide que ayuden a las personas a superar los retos personales, tengan o no la formación necesaria para hacerlo. Kim Theobald, jefa de Recursos Humanos de RCM&D, una agencia de seguros, empezó a facilitar una llamada semanal para los directivos, dándoles espacio para plantear preguntas sobre cómo apoyar a los trabajadores.

“He tenido muchos más trabajadores que se ponen en contacto conmigo debido a su ansiedad y con frecuencia dicen que no pueden precisar la razón de ésta”, señaló Theobald. “He recibido llamadas telefónicas de gerentes diciendo: ‘Esto es lo que hice y espero haberlo manejado de la manera correcta’”.

Algunas empresas están tratando de abordar directamente los problemas de salud mental a los que puede enfrentarse su personal. Arrivia, una empresa de viajes, dijo que el uso de su programa de “apoyo a los trabajadores”, que proporciona terapia gratuita, se había multiplicado por 10 desde el comienzo de la pandemia. La empresa también encuestó a los trabajadores sobre sus necesidades en cuanto al regreso a la oficina y elaboró un plan que da prioridad a la flexibilidad, lo que les permite a muchas personas trabajar desde casa si así lo prefieren.

Real, una aplicación de salud mental que ofrece programas sobre temas como las relaciones y la positividad corporal, tiene previsto poner a prueba una semana laboral de 4 días, que se extenderá desde la próxima semana hasta junio, para que los trabajadores tengan más tiempo para descansar y centrarse en sus familias. La idea fue de la fundadora de Real, Ariela Safira, quien, tras las fiestas de diciembre, reconoció que tenía una sensación de insensibilidad alimentada por el exceso de trabajo.

A April Koh, fundadora de Spring Health, una empresa de salud mental que ofrece a los empleados acceso a terapia y otros servicios, le preocupa que muchas empresas, que nunca antes se habían esforzado por ocuparse de la salud mental de su personal, sigan sin ser proactivas a la hora de ayudar a la gente a cuidarse, sobre todo porque los planes de seguro suelen ofrecer una cobertura de salud mental ínfima. La media de espera para ver a un proveedor era de más de 20 días a nivel nacional incluso antes de la pandemia.

“Algunas empresas adoptan la postura de decir: ‘Somos resistentes. Nos dedicamos a los negocios. En eso nos vamos a centrar’”, dijo Koh. “Esa no es la forma de resolver los problemas”.

“Me parece una locura que se espere que mantengas la calma y sigas con tu vida”, explicó McComas. “Ya no sé si puedo dar todo de mí en el trabajo porque me parece muy poco sincero con lo que ocurre fuera de la oficina”.

Fuente: Espacio Mutuo de Mutual de Seguridad