En “Wall Street”, la película de 1987, Gordon Gekko -el protagonista interpretado por Michael Douglas- le dijo al mundo: la codicia es buena. La cinta (que, en última instancia, funcionó como una advertencia) mostraba el trabajo y a los ejecutivos obsesionados con la riqueza que trabajaban largas horas en elegantes rascacielos para sellar acuerdos y aumentar sus salarios, a expensas de quien se interpusiera en su camino. El mensaje era: si vives y respiras trabajo (y le añades un poco de flexibilidad moral), las recompensas serán emocionantes e inmensas.

Pero aunque se haya tratado sólo de una historia de ficción, la tendencia de dedicarnos al trabajo y considerar que la cultura de las eternas jornadas laborales es glamorosa sigue tan generalizada como siempre. De hecho, se está expandiendo a más sectores y profesiones, en formatos ligeramente diferentes.

CÓMO SE VE HOY
Nuevos estudios muestran que los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo realizan un promedio de 9,2 horas de horas extra no remuneradas por semana, frente a las 7,3 horas de hace un año. Los espacios de coworking están llenos de carteles que nos recuerdan que “sin dolor no hay ganancia” y nos instan a “no rendirnos hasta cumplir nuestros objetivos”. Multimillonarios tecnológicos abogan por sacrificar horas de sueño para que la gente pueda «cambiar el mundo», como twitteó Elon Musk. Y, desde que golpeó la pandemia, nuestras semanas de trabajo se han hecho más largas –enviamos correos electrónicos y mensajes de texto a medianoche, a medida que los límites entre nuestra vida personal y profesional se disuelven.

En espíritu, no estamos tan lejos de los años de “Wall Street” como pensamos. Pero una cosa es diferente: entendemos mucho más sobre las consecuencias del exceso de trabajo, y cómo el agotamiento puede afectar nuestra salud física y mental. Sin embargo, dado lo arraigada que está nuestra admiración por la cultura laboral de alto estrés, detener nuestra obsesión por el exceso de trabajo requerirá un cambio cultural. ¿Podría el mundo pospandémico ser nuestra oportunidad de intentarlo?

DÓNDE OCURRE Y POR QUÉ
El exceso de trabajo no es un fenómeno exclusivo de Silicon Valley o Wall Street. La gente trabaja muchas horas en todo el mundo, por muchas razones diferentes.

En Japón, la cultura del exceso de trabajo se remonta a la década de 1950, cuando el gobierno presionó con fuerza para que el país se reconstruyera rápidamente después de la Segunda Guerra Mundial. En los países de la Liga Árabe, el agotamiento es alto entre los profesionales médicos, posiblemente porque sus 22 miembros son países en desarrollo con sistemas de salud sobrecargados, sugieren los estudios.

Las razones del exceso de trabajo también dependen de la industria. Algunos de los primeros investigadores sobre el agotamiento en la década de 1970 afirmaron que muchas personas en trabajos orientados a ayudar a otros, como empleados en clínicas o centros de intervención de crisis, tendían a trabajar largas horas que conducían al agotamiento emocional y físico –una tendencia que se muestra en la pandemia también.

Pero millones de nosotros trabajamos demasiado porque, de alguna manera, pensamos que es emocionante: un símbolo de estatus que nos pone en el camino hacia el éxito, ya sea que lo definamos por riqueza o una publicación de Instagram que parezca que estamos viviendo una vida de ensueño con un trabajo soñado. La romantización del trabajo parece ser una práctica especialmente común entre las clases media y alta, tanto que, en 2014, la revista The New Yorker calificó esta devoción por el exceso de trabajo como «una secta».

“Glorificamos el estilo de vida, y el estilo de vida es: respiras algo, duermes con algo, te despiertas y trabajas en ello todo el día, luego te vas a dormir”, dice Anat Lechner, profesora asociada de administración en la Universidad de Nueva York, Estados Unidos. “Una y otra y otra vez”.

LOS ORÍGENES DEL CULTO
La sociedad empezó a glorificar a los emprendedores que decían que querían cambiar el mundo y nos contaron cómo estructuraban sus (larguísimos) días para la máxima grandeza. Sally Maitlis, profesora de comportamiento organizacional y liderazgo en la Universidad de Oxford, Inglaterra, destaca un cambio de motivación entre los Gordon Gekkos y los Mark Zuckerbergs del mundo: los segundos sintieron que estaban impulsados ​​por “la pasión por el producto o servicio, o por un propósito superior” – aunque el tiro nos salió por la culata, porque gran parte de esa nueva tecnología terminó permitiendo el tipo de exceso de trabajo y agotamiento con el que estamos lidiando hoy.

En estos días, muchas personas trabajan muchas horas para pagar deudas, simplemente para mantener sus trabajos o para dar el siguiente paso crucial en su carrera -y en muchos casos, las empresas esperan que los empleados trabajen muchas horas y estén constantemente disponibles-.

Pero para aquellos que abrazan la cultura del exceso de trabajo, también hay un elemento performativo, ya sea que se manifieste como un nuevo automóvil para lucirse, una «carrera de ensueño» haciendo algo significativo o incluso el agotamiento que puede mostrarse como una especie de trofeo extraño.

Hace siglos, “los hombres tenían duelos y cicatrices, como una especie de insignia de honor. Luchaste y sobreviviste”, dice Christina Maslach, profesora emérita de psicología en la Universidad de California, Estados Unidos. “Ahí es donde te jactas tipo ‘Sí, no duermo’. Es esa clase de cosas”.

EL CAMINO RÁPIDO AL AGOTAMIENTO
Paralelamente a esta adoración al trabajo, sin embargo, vino una consecuencia desagradable: el agotamiento o burn out. “El agotamiento tiene ciclos, como si se redescubriera, luego se apaga y se redescubre nuevamente”, dice Maslach, quien ha estudiado el agotamiento desde los 70.

La Organización Mundial de la Salud define el agotamiento como un síndrome “resultante del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”, caracterizado por fatiga, sentimientos negativos sobre un trabajo y reducción de la eficacia profesional. En otras palabras, te deja sintiéndote deshumanizado, agotado física y emocionalmente y cuestionando por qué tomaste el trabajo en primer lugar. El organismo reconoció formalmente el agotamiento como un ‘fenómeno ocupacional’ en 2019.

“Hoy, está desatado el infierno», dice Lechner. Hace unas décadas, “la omnipresencia de esto no se parecía en nada a lo que se ve hoy”. Si bien una gran cantidad de cultura del agotamiento provino de Wall Street, es aún peor ahora, porque ponemos en pedestales a emprendedores tecnológicos que apenas duermen, como Elon Musk.

“La vieja distinción de día y noche, o ‘Trabajemos hasta las cinco y luego vayamos a tomar algo y vayamos a dormir a las diez’ es para el siglo XX. El siglo XXI es muy diferente”, dice Lechner. “Vivimos en una cultura que funciona las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Las redes sociales funcionan las 24 horas del día, los 7 días de la semana, la comunicación las 24 horas del día, los 7 días de la semana, Amazon Prime es las 24 horas del día, los 7 días de la semana, todo es 24 horas al día, los 7 días de la semana. No tenemos esos límites fijos”.

¿LUZ AL FINAL DEL TUNEL?
A pesar de que estamos trabajando más duro que nunca, y que los y las trabajadoras jóvenes se ven enfrentadas a una combinación potencialmente tóxica de mayores presiones financieras -deuda estudiantil, combinada con salarios más bajos y precios de vivienda más altos-, además de presiones para “encontrar su vocación” y presiones para encontrar un trabajo estable en un mercado laboral cada vez más inseguro… puede haber algunos pequeños signos de cambio.

Cada vez más comunidades denuncian los horarios inhumanos o abusivos que sus empresas los hacen mantener, así como usuarios de Tik Tok han comenzado a usar la plataforma para hablar públicamente de salud mental, depresión, fatiga y ataques de pánico.

Y a pesar de lo agotadora que ha sido la pandemia, también nos ha obligado a ver el equilibrio entre el trabajo y la vida de una manera completamente nueva. El mes pasado, LinkedIn realizó una encuesta a más de 5,000 usuarios durante 2 semanas: el 50% y el 45% de los encuestados dicen que las horas o la flexibilidad de ubicación y el equilibrio entre el trabajo y la vida, respectivamente, se han vuelto más importantes para ellos desde la pandemia.

En respuesta, algunas empresas han comenzado a hablar de ofrecer programas de salud mental más sólidos para los trabajadores, que incluyen beneficios como sesiones de terapia complementarias o acceso gratuito a aplicaciones de bienestar. Sin embargo, los expertos creen que es muy poco probable que estemos entrando en una nueva era que priorice bienestar sobre el exceso de trabajo.

…PERO SEAMOS REALISTAS
Al final del día, las empresas quieren ganar dinero. “Deshumanizamos el lugar de trabajo hace mucho tiempo, y no lo digo con orgullo”, dice Lechner. “Para muchas empresas, sigue siendo: ‘Si no trabaja, entonces alguien más vendrá y lo hará. Y si eso no ayuda, lo asignaremos a la Inteligencia Artificial”. En síntesis – trabajar en exceso o quedarse atrás.

Estamos en una encrucijada: podemos priorizar nuestro bienestar, o priorizar el envío de un correo electrónico a las 3 de la mañana porque impresionará al jefe. Dejar que la gente trabaje desde casa sólo puede aliviar la carga hasta cierto punto – tiene que depender de los trabajadores dejar de hacer que el agotamiento sea deseable de alguna manera, y de las empresas dejar de hacer que los trabajadores crean que lo es.

“Los lugares de trabajo pueden ser entornos muy poco saludables; si hubo algún momento para cambiar la forma en que trabajamos, ahora es el momento de hacerlo”, dice Maslach. “Si tomas una planta y la pones en una maceta y no la riegas y le das un suelo pésimo y no le da suficiente sol, no me importa lo hermosa que sea la planta para empezar, no va a prosperar”.

Fuente: Espacio Mutuo de Mutual de Seguridad