Esa es una de las conclusiones del doctor en ciencias biológicas, Pablo Marquet, quien elaboró un estudio recientemente publicado en la revista Science. Allí se demostró el duro efecto de la pandemia en estas zonas.

«Si vamos hacia una tercera vacuna debemos preocuparnos especialmente de las comunas que son más vulnerables, porque es gente que no puede dejar de trabajar ni de salir a la calle para comprar la comida del día. Por lo tanto, tienen mayor probabilidad de contraer la enfermedad y de seguirla esparciendo».

Esta es una de las conclusiones de Pablo Marquet, doctor en ciencias biológicas y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), sobre cómo se debería encauzar una posible tercera inoculación en el país, tomando en cuenta los resultados del estudio que realizó junto a un equipo científico de la Universidad de Oxford y la Universidad de Harvard, y que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Science.

Los investigadores —liderados por Gonzalo Mena y Pamela Martínez— decidieron cruzar el indicador socioeconómico “Socioeconomic Status” (SES) con datos de movilidad de los habitantes, donde analizaron datos desde marzo a agosto de 2020. Para ello, usaron datos públicos y anónimos que les facilitó Facebook, a través de su iniciativa Data For Good. Así, pudieron estudiar el movimiento de los habitantes de 34 municipios de la capital, donde viven casi siete millones de personas (el 36% de la población total del país). Los resultados los fueron plasmando en reportes semanales al Ministerio de Ciencias, para que sirvieran como insumos en la toma de decisiones.

En concreto, señala Marquet, «hubo pocos test, poca capacidad hospitalaria, probablemente mucho hacinamiento y, por sobretodo, baja reducción en la movilidad de las personas durante las cuarentenas. Esos datos se deberían haber tenido sobre la mesa para atacar mucho más fuerte en las comunas con menores ingresos».

Resultados de la investigación

Marquet explica que incluso en junio de 2020 —el peak de contagios de ese año en la Región Metropolitana—, quedarse en casa era un beneficio que solo podían cumplir los más privilegiados. Las municipalidades con mayor índice socioeconómico redujeron la movilidad hasta en un 61%, mientras que en aquellas más pobres solo disminuyó, en promedio, un 40%. Eso, explica el científico, lleva a la conclusión más contundente del trabajo: la pobreza es un factor de riesgo para contraer covid-19.

Durante mayo y julio de 2020 se percibió, además, un aumento del 73% de las muertes con respecto a un año normal. Según Marquet, las comunas de menor rango socioeconómico fueron los más afectadas en cantidad de muertes por Covid-19. A ello, se le suman otros factores de riesgos, como sobrepeso o sedentarismo, por lo que tenían mayor probabilidad de sufrir síntomas graves e incluso fallecer. Además, concluyeron que en esas zonas se hacían menos cantidad de test diagnósticos —eran mínimos al comienzo de la pandemia— y los resultados, a su vez, eran más lentos.

Por otra parte, agrega, había otro problema: el acceso a salud era limitado. Las personas que vivían en entornos más desfavorecidos no siempre fallecían en el hospital, sino en sus casas. Según recoge esta investigación, más del 90% de las muertes atribuidas al Covid-19 en las zonas sur y oeste ocurrían fuera de los establecimientos de salud, comparadas con un 55% en la zona este.

Los resultados de esta investigación, dice el científico, deberían ser utilizados por el Gobierno para tomar mejores decisiones con respecto a la vigilancia epidemiológica y al proceso de vacunación. Esto incluye realizar test de forma regular, vigilar que no se produzcan rebrotes y, sobre todo, priorizar a las comunas con menos recursos en el proceso de vacunación.

Sin embargo, cree que aún no se han focalizado los esfuerzos en las zonas que más lo necesitan. «Parece que no se aprende mucho, porque la estrategia con esas comunas debió haber sido de una vacunación fuertísima y no restringida a segmentos etarios. Toda la gente mayor de 18 años debió empezar a vacunarse, o al menos haberlo hecho por segmentos más grandes, de 10 años, y mandar buses para que pudieran hacer campañas de vacunación».

Fuente: Emol.com