A medida que nuestro país fue pasando desde una industria centrada en la manufactura hacia una que apunta más a los servicios, la interinfluencia que tienen los trabajadores con las labores que cumplen, y con su entorno, cambió drásticamente. Los riesgos a los que se exponen ya no son los mismos y la retroalimentación psicológica tampoco.

Por ello, en 2013 el gobierno implementó, gradualmente, la obligatoriedad para las empresas de fomentar la medición de estos nuevos riesgos psicosociales, que son aquellos con la potencialidad de afectar de mala manera el bienestar psíquico y físico de las personas (efectos psicosomáticos), y que vienen principalmente desde la organización del trabajo, los liderazgos, el tipo de empresa o cómo se ejecutan las tareas.

Ya tenemos los resultados de estas mediciones, con más de 230 mil cuestionarios evaluados, y por vez primera se entregaron luces para conocer la situación psicosocial de la población activa. Tenemos algunas certezas, tales como que son las mujeres las más expuestas a verse afectadas, dado que típicamente deben ocuparse, al mismo tiempo, de lo que ocurre en el hogar y en el trabajo.

El tamaño de la empresa resultó gravitante también. Se pudo ver cómo en las empresas pequeñas, donde hay un trato más personalizado, y en las grandes, donde es más probable que se den asesorías para controlar estos problemas, los riesgos psicosociales son más bajos. En las empresas intermedias, en cambio, resultarían muy grandes para un trato cotidiano con las jefaturas, pero muy pequeñas como para contar con departamentos de dedicación exclusiva al personal. Así, los riesgos aumentan.

Pero más allá de sólo enfocarse en evitar los riesgos psicológicos y sociales en los trabajadores, hay una tremenda oportunidad para las empresas y la sociedad chilena de medir si las personas que pasan cerca de 45 horas semanales en el trabajo, más lo que se demoran en ir y volver, están motivadas y comprometidas. Porque no somos criaturas indivisibles, sino integrales. Hace años el principal esfuerzo estaba puesto en la salud física de los trabajadores y sigue siendo motivo de preocupación, pero surge con fuerza la necesidad de generar entornos que faciliten el desarrollo integral, la creatividad, motivación y compromiso, ejes clave de una mayor productividad que, en parte importante, está dada por el bienestar total de los trabajadores.

 

Columna de Ernesto Evans, Presidente de la Asociación de Mutuales A.G.

 

Fuente: La Segunda