Accidentes como el de Chuquicamata que dejó a dos personas muertas a fines de agosto, o el de la constructora Santolaya en Las Condes con dos fallecidos 13 días después del incidente minero, no son una excepción. El año pasado se contabilizaron 414 decesos en un contexto laboral, es decir, ocho a la semana, y para este año desde la Asociación de Mutuales proyectan que el indicador debiera comportarse de forma similar a 2015.
«Chile ha mejorado en el número de accidentes de trabajo y de trayecto totales, pero los con fatalidad no han bajado al mismo ritmo, lo cual nos debería preocupar», señala Andrés Herreros, gerente de Seguridad y Salud Ocupacional de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS).
Según datos de la Asociación de Mutuales, desde 2011 la tasa de accidentes totales del trabajo viene cayendo sostenidamente, pasando de 5,5% a 3,7% en 2015. Mientras, en el mismo período, los fallecimientos registran un comportamiento más errático, pues si bien disminuyeron respecto a la medición de 2011 (446), de todas formas en 2015 hubo 13 accidentes más que en 2014 (ver infografía).
Ernesto Evans, presidente de la Asociación de Mutuales, cree que no ha habido bajas significativas en este indicador, pues no hay metas concretas al respecto: «Falta un propósito a nivel país. En naciones como Singapur o Islandia se han propuesto cero muertes por accidentes del trabajo, lo que monitorean constantemente».
A su juicio, se debiera emular el objetivo que hay para los accidentes laborales en general, en el que se estipuló en la política nacional de salud y seguridad que para 2020 caerán en un 25%. «Tendríamos que reducir en la misma medida el número de muertes, es decir, llegar a bordear las 300 en los próximos cinco años. Es fuerte hablar de esto, pero uno esperaría por lo menos una baja proporcional a los otros accidentes», dice Evans.
El azar no interviene en los accidentes
Más allá de las políticas públicas, hay coincidencia entre los actores en que el empleador es el responsable final por la seguridad de sus trabajadores. En ese contexto, Evans subraya que todas las organizaciones debieran hacer un mapa de riesgo, para identificar los escenarios con mayores posibilidades de accidentes y las potenciales consecuencias de los mismos.
En el rubro minero, por ejemplo, han puesto especial énfasis en la identificación de los mayores riesgos en una faena, lo que ha dado resultados, destaca Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero. «En 2015 la minería logró la tasa de fatalidad más baja desde que se tiene registro. A pesar de esto, el promedio por industria está por sobre el nivel nacional y este año llevamos algunos accidentes con resultados fatales», dice.
Según los datos de la Asociación de Mutuales, la minería es el rubro con la tasa de letalidad más alta por cada 100 mil accidentes, con 774 muertes. Le sigue transporte (258), electricidad, gas y agua (173), y construcción (165).
Herreros es enfático al señalar que estos casos son siempre provocados por la vulneración de una medida de seguridad. «Nadie muere por mala suerte. La gente fallece porque alguna medida que se podría haber tomado no se consideró, y alguien creyó que porque 99 veces antes no le había pasado nada, la vez 100 tampoco iba a pasar». Según su experiencia, las causas más comunes de muerte son accidentes de autos, caídas en altura, electrocuciones y golpes con masas (derrumbe de paredes o aplastamiento con materiales pesados).
Otro error que comenten las empresas es atribuir toda la carga de la seguridad al departamento de prevención. «Esta unidad puede asesorar, pero el responsable de que la gente esté bien capacitada, de que todo el instrumental esté dispuesto y que haya un buen comportamiento, es la operación», destaca Herreros.
En el gremio de la construcción, identifican a este como un problema sensible. Antonio Errázuriz, presidente de la comisión de seguridad laboral de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), advierte que el problema viene desde la formación de quienes luego liderarán los proyectos: «Las carreras universitarias relacionadas con construcción no tienen ramos de prevención de riesgos. Entonces sale un ingeniero joven a hacerse cargo de un proyecto, y el tema de la seguridad no lo siente suyo».
Énfasis en autocuidado y denuncias internas
A la hora de prevenir fallecimientos, la actitud de los trabajadores es otro de los elementos clave. Los datos de la Asociación de Mutuales revelan que una de cada cuatro personas muertas en el trabajo en 2015 había tenido un accidente laboral previo.
«Lo más complejo de atacar son las acciones inseguras que dependen de un ser humano, cuyo comportamiento puede modificarse según cómo amanece ese día o si tiene problemas en su casa. Son factores que provocan desconcentración y pueden producir un accidente fatal», indica Errázuriz.
En el rubro de la agricultura han puesto énfasis en la autoprotección. «No sacamos nada con que las empresas tengan políticas si es que las personas que trabajan ahí son temerarias y no llevan a cabo las medidas de resguardo. Lo importante es que la gente se cuide a sí misma y también exija a su empleador elementos de seguridad», subraya Juan Pablo Matte, secretario general de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), entidad que trabaja en la materia desde hace ocho años.
En mayoría de las muertes hay un vehículo presente
De cada diez accidentes fatales, en seis hay involucrado un vehículo, según la Asociación de Mutuales. Sin embargo, el 61% de las muertes no ocurre en el trayecto, es decir, de camino del hogar al empleo o viceversa, sino en el lugar de trabajo. «Transporte y minería son dos rubros con alta fatalidad. Si un chofer de un bus tiene un accidente, eso se considera trabajo, lo mismo que una persona que está dentro de una faena minera», explica Evans.
La mayoría de los fallecidos en 2015 fueron hombres, 380 en total. «Si bien hay cada vez más mujeres en la fuerza laboral, ellas no se ocupan necesariamente en aquellos lugares de mayor riesgo», advierte Herreros. En el caso de la minería, por ejemplo, hay 7,5% de participación femenina, pero en la faena misma esta se reduce a 3%, de acuerdo a los datos del Consejo Minero.
La Región Metropolitana concentra una importante cantidad de casos, con 111 accidentes de los 343 totales si no se considera en la medición al Instituto de Seguridad Laboral. Evans destaca que este escenario se explica por el alto número de industrias presentes en la capital, así como por los tiempos de traslado más amplios que en el resto de las ciudades.
Fuente: El Mercurio